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domingo, 12 de diciembre de 2010

Debate estrategia-táctica: ¿nueva Concertación?

ELEMENTOS PARA UN DEBATE NECESARIO: A poner fin a nuestra fragmentación.
Aporte del COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA - CAD. 

         Que 20 años no es nada, nos canta Gardel.  Para muchos es un tercio de su vida.  Y si sumamos 17 años, el proceso se torna mucho más oscuro.  La cuenta corresponde al período 1973-1990, 1990-2010, o sea, 37 años de hegemonía incontrarrestable del sistema de dominación capitalista.  Alguno pensará: pero si el capitalismo afirmó sus reales desde 1541. /  A lo que podemos responder: Pero por lo menos hubo lucha, confrontación, hasta 1986, digamos.
         Pasa el tiempo, el implacable, y seguimos haciendo los eternos diagnósticos.  Pasa el tiempo y seguimos con las luchas dispersas, aisladas.  Profundizamos la dolorosa fragmentación. Nos acostumbraron al pensamiento filosófico de la clase dominante, que dice que A es A y no puede ser B, ¿cómo se expresa aquello?  Se evidencia en que la lucha de los Profesores no es asumida por los Estudiantes y viceversa, por ejemplo.  Se exterioriza cuando en la práctica el Sindicato no se vincula al trabajo de los Partidos u Organizaciones políticas; cuando el Partido o la Organización política no quieren “politizar” a las organizaciones sociales.  Se ve cuando paraliza Salud y días después Educación, y así otros sectores sociales que siguen religiosamente un calendario de negociación fijado por la patronal.
         Si bien, se presenta una diminuta reanimación del movimiento de los trabajadores, flagelado por los sueldos miserables, todavía no se puede generar un cuadro unitario de carácter anticapitalista, que se presente como un poderoso dique ante la escalada del bloque en el poder y pase a la ofensiva. Todavía transitamos por los efectos de la segunda derrota del Movimiento Popular, que situamos en 1986.  Esa derrota que apuntó al nivel de las convicciones, es la que nos permite observar prácticas políticas nocivas, en donde el ego, la figuración, la defensa de la capilla, del trabajo chiquitito, son algunas de sus manifestaciones.
         Nos hace falta, a todos, una mayor capacidad de análisis, de debate.  Algunos siguen anclados a los análisis provenientes del extranjero, y no se dedican a pensar desde lo nacional. Otros, siguen esperando que una ‘crisis por arriba, terminal del sistema capitalista mundial’ nos facilite el trabajo a desarrollar, algo así como los dioses de Dahomey que otorgan o niegan las lluvias.
         Prevalece el sectarismo, que no nos permite entender y comprender los matices que contiene el mundo anticapitalista. Según el ministerio del interior, existen en Chile más de 80 mil organizaciones no gubernamentales, con distintas denominaciones, que presentan grados de carácter antisistémico.  ¿Cómo unirlos?  ¿Generando un Partido nacional y popular clásico?  Pensamos que no.  La formula que debe prosperar es la Federación o Frente Único le denominan también.  La sana y rica competencia al interior de esa Federación irá determinando que táctica y estrategia se ira instalando como hegemónica.  Sin embargo, lo primero es lo primero: Se necesita fuerza social a movilizar, de lo contrario sólo nos quedamos en buenas intenciones.  Por ello, la primera fase, por la cual transitamos, es despertar al dormido.
         A continuación, pasamos a transcribir y difundir la Editorial de Punto Final número 724, pues pensamos que debemos ampliar la discusión, en consecuencia con lo supraescrito.  Ya hemos enviado un aporte de los Compañeros del Partido Revolucionario de los Trabajadores y un excelente trabajo de Educación de los Camaradas del Frente Estudiantil Revolución Proletaria.
         Lo fundamental, es generar un generoso debate entre todas las organizaciones populares, revolucionarias, en definitiva, anticapitalistas.  Debemos desechar esa práctica de dejar a las “vacas sagradas”, “a los generales de mil batallas…perdidas” el espacio que debe ser nuestro deber.  Con todo, en enero y febrero de 2011, en las diversas Escuelas de Verano, tendremos la oportunidad de escuchar a esos teóricos de la derrota.
         Es el momento, siempre lo ha sido, de promover cuadros integrales desde la base.  Esa también es una tarea que debemos cumplir.
         Fraternalmente,

COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA.

DICIEMBRE 11 DE 2010.


“Editorial.

¿Gobierno de nuevo tipo o un nuevo tipo en el gobierno?

El Partido Comunista que en estos días culmina su 24 congreso, se propone “crear las condiciones para un gobierno de nuevo tipo, que lo vislumbramos como un gobierno que, dejando de lado los errores que cometió la Concertación pueda, a través de un acuerdo, de una convergencia de muchos partidos y movimientos, tanto políticos como sociales, llegar a acuerdos sobre objetivos importantes para el país”, ha reiterado el presidente del PC, diputado Guillermo Teillier.
         A simple vista, parece una propuesta impecable, al menos desde la perspectiva de la dirección de ese partido que, en lo esencial, busca asegurarse un espacio de participación en la institucionalidad a través de una telaraña de entendimientos, repartos, omisiones y asociaciones con la Concertación.  Sin embargo, lo que es bueno para la dirección del Partido Comunista, no siempre es bueno para la Izquierda aunque el PC –de manera pertinaz- se atribuya se representación en cada coyuntura electoral.
         La “estrategia” de forjar un gobierno de nuevo tipo con la Concertación significa dejar para las calendas griegas la misión de la izquierda: construirse a sí misma en la lucha contra la injusticia y en la solidaridad con los seres humanos, y a partir de su fuerza social, política y cultural, desarrollar una política de alianzas, ceñida a principios y a los objetivos tácticos de cada período.  Sólo así sería posible alcanzar un “gobierno de nuevo tipo”, definición que no sólo evoca un pasado bolchevique sino que fabrica un espejismo político que al esfumarse provocará nuevas decepciones y mayores deserciones en las filas revolucionarias.
         Cuando no pocos miembros de la Concertación sostienen que esa coalición está muerta, o al menos boqueando, y otros se empeñan en ampliarla rebuscando en el basural del oportunismo, el Partido Comunista acude a reanimar un cadáver insepulto.
         La Concertación al contrario de lo que cree el presidente del PC, no sólo cometió “errores” que puedan dejarse de lado. Lo más grave no fueron sus errores sino su servilismo al capitalismo nacional y extranjero y sus actos de corrupción.  La Concertación es (¿o era?) una coalición política neoliberal.   Por eso la Alianza derechista ahora la imita y sigue sus pasos en el gobierno, sin los complejos que padecían los regímenes concertacionistas.  Con esa clase de socios que representan intereses de clase distintos- es imposible construir  un “gobierno de nuevo tipo”.
         En rigor, el diputado Teillier precisa que el acuerdo que el PC pretende alcanzar debe “empezar por cuestionar la actual Constitución Política del Estado y todo el aparato institucional”, sobre todo –desde luego- el sistema electoral.  Sin embargo, esa condición no es nueva ni difícil de aceptar por la Concertación.
         Si el senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle hubiese ganado el 17 de enero la segunda vuelta presidencial, hoy estaría encabezando –aunque usted no lo crea- el primer “gobierno de nuevo tipo”, de acuerdo a las exigencias del PC.  En efecto, el comando presidencial de Frei –con la firma de Carolina Tohá- invitó al Juntos Podemos a sumarse a esa candidatura “para derrotar a la derecha”.  La carta al Juntos Podemos (agrupación encabezada por el PC) recogía todos y cada uno de los doce solemnes compromisos que pedía el PC para apoyar a Frei.  El primer compromiso era una nueva Constitución que incluyera la reforma del sistema electoral, el derecho a voto de los chilenos en el exterior, la posibilidad de los dirigentes sindicales de ser candidatos al Parlamento, reformar el Tribunal Constitucional, etc., etc.
         El segundo compromiso era mantener el 100% de la propiedad estatal de Codelco.  El tercero, una educación pública de calidad garantizada para todos.  El cuarto, el mejoramiento de la atención de salud pública.  El quinto: “ampliación de los derechos de los trabajadores”; el sexto, “recuperación del carácter nacional del agua”; el séptimo, “democratización de los medios de comunicación”, y así continuaba el rosario de compromisos “por la democratización y avance social de Chile”, nombre que se dio al documento que el PC presentó como una histórica concesión arrancada a la Concertación.
         No está demás agregar que seguramente ningún hombre y mujer de Izquierda votó por Frei creyendo que haría un “gobierno de nuevo tipo”, o que cumpliría los doce compromisos.  La votación izquierdista, que tampoco alcanzó a salvar a Frei, se motivó en un aspecto ético que es el sello distintivo de la izquierda que no se vende ni se rinde, y que jamás dejará el paso libre a la derecha.
         El PC, desde luego, merece respeto por su lucha antidictatorial –lo cual no lo exime de la crítica política--. Asimismo, como partido octogenario tiene edad suficiente para hacer lo que le venga en ganas, menospreciar al resto de la Izquierda e imitar –si le place- decisiones que llevaron a su desaparición a los partidos comunistas más grandes de Occidente.  Pero el resto de la Izquierda chilena, a pesar de su dramática fragmentación y su extrema debilidad, no tiene que compartir una línea equivocada y nociva para los intereses del pueblo.
         Chile necesita una Izquierda independiente, de orientación socialista y leal a los intereses de los trabajadores.  Esta necesidad se hace más evidente en un período en que el país es gobernado directamente por una derecha que no oculta su nombre ni se avergüenza de sus intenciones.  La Izquierda necesaria para Chile perdería el tiempo si se enredara prematuramente en negociaciones electorales y disputas por cuotas de poder burocrático.  Eso sería empobrecer sus posibilidades de desarrollo.  La Izquierda mendicante siempre recibirá migajas o propinas de partidos como los de la Concertación, que hipotecaron su destino para asociarse con los negocios.
         El trabajo de la Izquierda independiente consistirá, por largo tiempo, en levantar un proyecto socialista que remueva la indiferencia y derrote el pesimismo.  El objetivo es poner a los trabajadores chilenos en la ruta de los cambios profundos que pueblos hermanos, como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, están protagonizando en América Latina, en el ancho camino que hace medio siglo abrió la Revolución Cubana.
         Cuando la nueva Izquierda chilena, vigorosa y creativa, pluralista y tolerante, alcance estatura y experiencia suficientes, habrá llegado el momento de proponer su alternativa socialista a otros sectores democráticos y compartir con ellos un gobierno de nuevo tipo que meta en cintura los excesos del capitalismo”

                                               MANUEL CABIESES DONOSO.

PUNTO FINAL, NÚMERO 724, EDICIÓN DEL 10 AL 23 DE DICIEMBRE 2010, PÁGINA 3.

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