Por Jaime Yanes Guzmán [Especialmente para Fortin Mapocho]
La llamada huelga de los “pingüinos” estremeció al
país. Colocó definitivamente el tema de la educación como un tema estratégico,
denunciando todas sus precariedades. A esta huelga se sumaron profesores y
otros profesionales, los cuales se transformaron en críticos de nuestro
vetusto, trasnochado, vulgar, de baja calidad, no equitativo, ineficiente e
ineficaz sistema educacional. Resultado de la huelga, fuera de la caída del
Ministro de Educación de ese entonces, fue la formación de una Comisión Asesora
Presidencial de Bachelet, que tenía por objetivo encontrar las soluciones
pedidas por los estudiantes, los profesores y toda la sociedad chilena.
Desgraciadamente dicha Comisión no fue la instancia relevante para superar en
toda la línea el profundo decaimiento en que se encuentra nuestra educación. La
razón se encuentra en que en ella, la mayoría de sus componentes eran los
mismos que administran la actual crisis de la educación. Reformar
cualitativamente la educación en Chile es lo único que puede garantizar el
desarrollo multilateral del conjunto de la población y de cada uno de los
chilenos en los planos material, cultural, intelectual y espiritual.
En nuestro país se ha profundizado el carácter alienante del trabajo. Hoy más
que ayer el trabajo precario se ha generalizado, despersonalizando y rebajando
a obreros y empleados hasta el estado de sólo medios de producción de cosas.
Ese es el rol que el capitalismo globalizado nos ha impuesto con la nueva
división internacional del trabajo, y que la institucionalidad chilena a través
de las políticas educacionales de los últimos treinta años ha avalado. Hay que
convertir nuevamente el trabajo en un proceso de desarrollo de todas las
aptitudes humanas en la perspectiva de la formación del hombre y la mujer integrales.
Para ello es necesario que el conjunto de los nuevos profesionales en todos sus
niveles asimilen la cultura humana universal, construyendo personalidades
universales. Esta es la única manera de abrirse verdaderamente al desarrollo
libre y democrático de nuestra sociedad para hacer posible construir ya, ahora,
un país distinto, liberado de las ataduras subyugantes del capitalismo
globalizado.
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