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domingo, 16 de enero de 2011

REFORMA DE LA EDUCACIÓN EN CHILE

 Por Jaime Yanes Guzmán [Especialmente para Fortin Mapocho]


La llamada huelga de los “pingüinos” estremeció al país. Colocó definitivamente el tema de la educación como un tema estratégico, denunciando todas sus precariedades. A esta huelga se sumaron profesores y otros profesionales, los cuales se transformaron en críticos de nuestro vetusto, trasnochado, vulgar, de baja calidad, no equitativo, ineficiente e ineficaz sistema educacional. Resultado de la huelga, fuera de la caída del Ministro de Educación de ese entonces, fue la formación de una Comisión Asesora Presidencial de Bachelet, que tenía por objetivo encontrar las soluciones pedidas por los estudiantes, los profesores y toda la sociedad chilena.

Desgraciadamente dicha Comisión no fue la instancia relevante para superar en toda la línea el profundo decaimiento en que se encuentra nuestra educación. La razón se encuentra en que en ella, la mayoría de sus componentes eran los mismos que administran la actual crisis de la educación. Reformar cualitativamente la educación en Chile es lo único que puede garantizar el desarrollo multilateral del conjunto de la población y de cada uno de los chilenos en los planos material, cultural, intelectual y espiritual. 

En nuestro país se ha profundizado el carácter alienante del trabajo. Hoy más que ayer el trabajo precario se ha generalizado, despersonalizando y rebajando a obreros y empleados hasta el estado de sólo medios de producción de cosas. Ese es el rol que el capitalismo globalizado nos ha impuesto con la nueva división internacional del trabajo, y que la institucionalidad chilena a través de las políticas educacionales de los últimos treinta años ha avalado. Hay que convertir nuevamente el trabajo en un proceso de desarrollo de todas las aptitudes humanas en la perspectiva de la formación del hombre y la mujer integrales. Para ello es necesario que el conjunto de los nuevos profesionales en todos sus niveles asimilen la cultura humana universal, construyendo personalidades universales. Esta es la única manera de abrirse verdaderamente al desarrollo libre y democrático de nuestra sociedad para hacer posible construir ya, ahora, un país distinto, liberado de las ataduras subyugantes del capitalismo globalizado. 



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