MPT
Una noticia que no debiera sorprender nos
está movilizando y cuestionando: como era de esperar, con Seremis y otros
elegidos por Piñera, bajo la atenta tutela del superministro Golborne,
aprobaron el proyecto Hidroaysen.
A esta hora, los pacos están dispersando
a los opositores reunidos en la Plaza Italia de Santiago.
A estos gobiernos no les interesa en lo
mínimo la presión "ciudadana" expresada en marchas, acciones
no-violentas, creativos encuentros con padres de familia y sus niños y niñas
armados de globos, disfraces de animalitos y carros alegóricos.
Bien saben que se trata de minorías no
incidentes en la "intención de voto".
Las organizaciones de clase no siempre
logran involucrarse en este quehacer. Además de tener su propia problemática, y
agobiante, no es fácil para dirigentes y bases asumir una problemática de
definición y resultado poco claro. Los partidos y movimientos revolucionarios
tienen su agenda copada con temas como los prisioneros, los montajes judiciales,
la situación internacional, etc., algunos siguen más atentos las revueltas en Irak,
Irán, Kurdistán y Pakistán, que lo que pase en Santiago, San Antonio, Puerto
Montt, Aysén, etc.
Más visión tenía O'Higgins, en su agonía,
que much«s de nosotr«s, al llamar la atención hacia Magallanes.
El problema de una causa como l«s antirepresas, antitermoeléctricas,
antitransgénicos, es que no prevemos los efectos que l«s más sensibles los prevemos y calculamos
a largo plazo.
Los aparatos de poder, los medios de comunicación,
están siempre idiotizando a la opinión pública.
Todo esto porque se mueven enormes sumas
de dinero en favor de minorías superpoderosas, en este caso la gran minería
mundial, que da el zarpazo más grande de la historia, a los recursos minerales
de las cordilleras de nuestra América. Es cierto que es muy difícil luchar
contra enemigos tan poderosos.
De ahí que ahora sea imprescindible
generar un nuevo aporte a la estrategia y táctica en favor de los derechos de
las comunidades y de la Madre Tierra.
Entre otras tareas, hay que instalar el
tema en la agenda de las organizaciones populares, de base, de cualquier
ámbito, ya que el problema es transversal, es más que planetario. Eso parte por
que nos autoconvenzamos de la necesidad e importancia de asumir estas causas.
También es necesario que las
organizaciones "ambientalistas" superen la orientación ingenua con
que se desenvuelven. Su divorcio de "la política" es hacer el juego a
los manipuladores de conciencias que instalaron la demonización de la política
y las organizaciones de este ámbito, especialmente a las de izquierda,
reemplazaron al "compañero" por el "ciudadano" y a la
marcha por el pasacalles. El caso no es que a una marcha vayan 500 y a una
manifestación con globos y pasacalles vayan 5000, si a la larga el sistema se
impone por sobre los 5.500. La respuesta debe parecerse mucho más a la Guerra
del Agua, en Bolivia, con algo de las protestas generales del Chile de los 80 y
algo del Caracazo. Las enormes torres de alta tensión tendrán que ser instaladas
en suelos particulares. ¿No habrá un solo propietario que se oponga a que el
tendido pase por sobre sus tierras?
Pero la solución definitiva de los
problemas "ambientales" tiene que ver con la sustitución del sistema
capitalista, y aunque éste se defiende por todos sus medios, es sólo
cuestionándolo con toda la fuerza que podremos ir a la raíz. Mientras el
sistema se mantenga, nada nos podrá extrañar porque tiene el poder de convencer
a las mayorías. A veces, hace falta una catástrofe como la de Chernobyl o la de
Japón, para hacernos dudar, por un rato, sobre las bondades del sistema.
Hace pocas horas se aprobó Hidroaysén,
hace falta reunir colectivamente más antecedentes y ver las posibilidades de
respuesta, más allá de los recursos legales que ya están estudiados, y para los
que el Imperio se prepara ya. Ahora es cuando se necesita la creatividad
colectiva, la dirección colectiva, y crear instrumentos que en conjunto, sean
capaces de actuar como un Estado Mayor de todas las fuerzas populares, las que
se asumen proletarias, junto a las que se creen ciudadanos con derechos.
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