Queridas compañeras:
Cada 8 de marzo, hacemos un alto
en las diversas ocupaciones del mundo popular, para reflexionar y sacar
conclusiones de acción, en torno a la situación de las mujeres que trabajan.
Nuestro movimiento, compuesto por
mujeres y hombres del mundo popular, tiene una preocupación especial por
dignificar a la mujer trabajadora, conocer sus problemas concretos en los
diversos centros de trabajo (porque en todos hay injusticias, hay
discriminación y explotación) y también en los hogares, donde laboran muchas de
nuestras compañeras con o sin salario, asumiendo muchas de las preocupaciones
de nuestra gente: como parar la olla, alimentar, vestir y educar a hijos e
hijas, sacarlos adelante, como se dice, teniendo además una gran
responsabilidad en transmitirles los valores indispensables de la solidaridad,
la honradez y el esfuerzo.
Queremos saludar especialmente a
las trabajadoras que mantienen conflictos de carácter permanente con los empleadores.
Sabemos lo que pasa con el subempleo, la subcontratación, los salarios
discriminatorios y mezquinos en contra de toda la clase, pero en especial
contra la mujer. Muchas son dirigentes sindicales y mantienen conductas
ejemplares en cuanto a tenacidad en la lucha, en el reclamo constante de los
derechos, en la acción con sus compañeros de organización, no siempre bien
comprendida, activando la solidaridad cuando un colega está en problemas,
generando actividades formativas y creando conciencia en el que necesita ser
capacitado para no ser engañado por los patrones y el sistema.
Nuestro principal homenaje hoy es
que seguimos levantando una organización para defender a las clases
trabajadoras, al mundo de los pueblos en general. Estamos preparando un
instrumento de lucha, de formación, de denuncia y movilización, porque todas
las luchas son necesarias, y logran mejor su objetivo si se unen en causas
comunes. Queremos formar un puño colectivo, y una inteligencia colectiva Todo
eso es necesario para la dignificación de la trabajadora, de la mujer
originaria triplemente explotada, de la que tuvo hijos y de la que no pudo
tener, y de las queridas y valientes jóvenes que hoy enfrentan al sistema
opresor en las calles y en las aulas, muchas veces junto a sus madres y a sus
profesoras, y junto a la tía asistente de la educación que suele ser una
segunda mamá.
Hacemos un llamado a la clase
trabajadora, a los pueblos originarios y regionales, a reconocer la presencia
indispensable de la mujer en todas las esferas de la sociedad, y a
comprometerse en sus demandas de dignidad en el taller, en la escuela, en el
hogar, para que el mañana que logremos en la lucha, sea más hermoso para todos,
para todas.
Con la fuerza, la ternura y la
inteligencia de Janequeo, de Gabriela Mistral, de Cecilia Magni, a unir las
luchas, para que los pueblos, los trabajadores y las trabajadoras manden.
NI EXPLOTADAS, NI SOMETIDAS
A IGUAL TRABAJO, IGUAL SALARIO
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