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sábado, 21 de diciembre de 2013

Domingo de elecciones en Santiago de Chile

Le Monde diplomatique

Traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos y Caty R.

Domingo 15 de diciembre, Santiago de Chile, 15 horas: el sol está en su cénit, el cielo límpido y provisionalmente libre del halo de contaminación aferrado cotidianamente a las faldas de la cordillera de los Andes que domina la ciudad. Ya ha llegado el asfixiante calor del verano austral. Frente al edificio del ayuntamiento, en el municipio del barrio de La Florida (al sur de la capital), destacan un supermercado (en manos de la multinacional Wal-Mart), un gran mercado de Navidad y el colegio «Bellavista La Florida». Al igual que durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales del pasado 17 de noviembre, este establecimiento municipal se ha transformado en centro electoral. Las personas que pasan miran de reojo a los militares apostados a la puerta del colegio electoral. Algunos entran más raramente.

Tras una semana de trabajo que suele ser largo [i], parejas cargadas de bolsas de plástico se toman un respiro a menos de diez días de las festividades de fin de año. Hay un vaivén continuo entre las casetas con objetos traídos de China y los puestos de artesanía local o de guirnaldas de colores. Para gran desconcierto de algunas personas, continúa cerrado el Centro Comercial Américo Vespucio, justo al otro lado de la inmensa avenida Vicuña Mackenna: las autoridades han decidido cerrar los “Mall”, estos templos del consumo en este día de elecciones. No importa: al mismo tiempo, el barrio Meiggs, muy cerca del centro de la ciudad, se ve invadido de una marea humana de varios miles de personas venidas a sacar partido de los comercios de barrio. Hay buenos negocios y un récord de afluencia: «Aquí no se vota, se compra», indica un cartel en la fachada de una tienda.

Desde temprano, la página web del periódico conservador El Mercurio observaba la muy baja participación. Una vez «cumplido su deber cívico», el presidente saliente Sebastián Piñera (un riquísimo hombre de negocios que en 2010 logró hacer ganar a la derecha por primera vez desde que terminó la dictadura en 1989 [ii]) declara solemnemente« Si un chileno no quiere votar demuestra una falta de cariño hacia su país »En vano.

Se trata de las sextas elecciones presidenciales desde el inicio de la transición democrática, pero de las primeras que se llevan a cabo sobre la base del voto voluntario (con una inscripción automática en las listas). Como ocurre en varios países de América Latina, hasta entonces los electores inscritos estaban obligados a votar bajo pena de multa. Ante esto, muchos chilenos, sobre todo jóvenes y personas pertenecientes a las clases populares, no se inscribían en el censo electoral: ojos que no ven, corazón que no siente, en una palabra…
Las elecciones municipales de 2012 ya se desarrollaron siguiendo estas nuevas reglas. La abstención alcanzó el 60%, lo que provocó escalofríos en los círculos políticos. A pesar de la presencia de nueve candidatos en la primera vuelta de las presidenciales, acudió a votar menos de la mitad de los trece millones y medio de electores (de una población de más de 17 millones de habitantes). Al final de esta jornada electoral, el resultado no ofrece sorpresas: frente a Evelyn Matthei (derecha, 37,8% de los votos), Michelle Bachelet será la próxima presidenta con más del 62,2% de los votos, pero el claro triunfo de la que fuera presidenta entre 2005 y 2010 se logra con 255.000 menos que en su primer mandato [iii]. Solo han acudido a las urnas el 41% de los electores: la cifra más baja desde la transición, dato al que habría que añadir la exclusión del derecho a voto de los más de 850.000 chilenos que viven en el extranjero (una herencia del régimen militar).
Para Laurence Golborne, exministro y figura de la derecha, «es preocupante que sólo el 25% de los chilenos elija a la presidenta [iv]». Por el contrario, el director del Servicio Electoral Patricio Santa María pone de relieve que la fuerte abstención no puede en ningún caso restar la menor legitimidad a los resultados. La senadora demócrata-cristiana Ximena Rincón, a la que siguen de corazón una miríada de diputados, afirma: «El presidente Obama fue elegido con solo el 40% de los votos y nadie duda de su liderazgo». ¿Obama al rescate de la democracia chilena? Más allá del baile de cifras, el conjunto de los dirigentes políticos sabe que, desde hace varios años, el sistema político chileno padece una grave crisis de representatividad. Un sistema basado en la Constitución heredada de la dictadura (1973-1989) y consolidado durante los gobiernos de la Concertación, una coalición entre socialistas, social-liberales y demócrata-cristianos (1990-2010). En la entrada del mercado de Navidad de La Florida, un anciano de rostro marcado lanza, con sonrisa irónica: «¡Mejor aprovechar este hermoso domingo para hacer las compras de Navidad que para ir a votar! De todos modos, ¿a nosotros para qué nos sirve la política? Mañana habrá que levantarse igual para ir a trabajar». 

Concertación 2.0
La victoria de Michelle Bachelet no ha sorprendido mucho. Al acabar su primer mandato los sondeos le atribuían un nivel de popularidad superior al 80%.Tras una estancia en Nueva York a la cabeza de una delegación de la Organización de las Naciones Unidas especializada en la defensa de la mujer (ONU-Mujer), vuelve a Chile después de una campaña de comunicación impecable. Su éxito (74,92%) en las primarias del pasado 30 de junio dejaba esperar una victoria ya en la primera vuelta. Tanto más en cuanto que ante las críticas que recordaban que la Concertación dirigió y profundizó el modelo neoliberal cuando estuvo en el poder de 1990 a 2010, Michelle Bachelet ha sabido forjar un nuevo relato destinado a volver a encandilar parte de sus electores. En primer lugar, la Coalición ha logrado integrar al Partido Comunista (PC) y a pequeñas organizaciones socialdemócratas [v], y crear así la «Nueva Mayoría». A cambio de varias circunscripciones y argumentando que ahora se trata de crear una vasta mayoría electoral , en torno a un proyecto mínimo de reformas, el PC (principal partido a la izquierda de la Concertación) se ha convertido así en un aliado importante en el momento de defender la imagen progresista de la expresidenta. Así, la organización creada hace cien años por Luis Emilio Recabarren duplica su representación parlamentaria. Entre los seis diputados comunistas, hay dos mujeres jóvenes: la exdirigente de las juventudes comunistas Karol Cariola y una de las figuras del movimiento estudiantil de 2011, Camila Vallejo (elegida con el 40% de los votos). Y a pesar del chirriar de dientes de la democracia cristiana (centro derecha , DC), el PC ofrece al futuro Gobierno unos intermediarios (limitados) en los movimientos sociales, en particular a la cabeza de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) dirigida por la comunista Bárbara Figueroa, que ha llamado abiertamente a votar a Bachelet. Al día siguiente de las elecciones, el presidente del PC Guillermo Teillier todavía no podía confirmar una participación en el Gobierno, pero reafirmaba « su lealtad » al programa defendido por la presidenta, al tiempo que destacaba la importancia histórica de esta victoria en las urnas: « el Partido Comunista no había ganado una elección presidencial desde el tiempo de Salvador Allende [vi]», en 1970.
Aparte del PC, el conjunto de los partidos de la Nueva Mayoría se han beneficiado de un rendimiento muy notable en las elecciones legislativas (que se celebraron a la vez que la primera vuelta de las presidenciales) y obtuvieron una mayoría bastante cómoda en el Congreso, con 21 senadores de 38 y 68 diputados de 120. Esta posición de fuerza dará al ejecutivo ciertas mayorías cualificadas para empezar a modificar unas «leyes orgánicas» e iniciar las prometidas reformas, a pesar de los múltiples candados legislativos instalados por la «Constitución Pinochet». 

¿Un gobierno de reformas?
Michelle Bachelet, que se benefició de un pletórico equipo de expertos formado por 500 personas, organizó su campaña en torno a tres ejes principales, con gran profusión de marketing político [vii].

En primer lugar, la promesa de una reforma constitucional «participativa, democrática e institucional», que requerirá un acuerdo en el Parlamento con la derecha (para obtener el quórum de los dos tercios). La discusión podría ir precedida de una consulta a la «sociedad civil» y ser validada por referéndum: la candidata, reina de la ambigüedad que además juega con las tensiones internas de su coalición [viii], se ha negado a pronunciarse a favor -o en contra- de una verdadera asamblea constituyente y popular (AC), para gran desilusión de los colectivos que animaron la campaña «Marca tu voto AC» [ix] . El segundo eje es una reforma fiscal equivalente al 3% del producto interior bruto (PIB), destinado a aumentar (moderadamente [x]) los enormes beneficios de las principales sociedades y transnacionales del país. Y, por último, una reforma de la educación que buscará responder, en parte, a las grandes movilizaciones de jóvenes de 2011-2012 [xi].

La noche de la victoria, desde el lujoso hotel Plaza San Francisco, Michelle Bachelet dio las gracias a «la calle», en particular a los jóvenes, y reiteró su promesa de crear «un sistema educativo público, gratuito y de calidad». «Hoy, señaló, nadie duda de que el lucro no puede ser el motor de la educación». En un país donde el mercado de la educación es enorme y numerosos responsables de la Concertación son los protagonistas de este jugoso negocio, algunos dudan con cierta razón [xii]. Tanto más en cuanto que reforma que se prevé «gradual» y se hará en seis años (es decir, más allá del mandato presidencial), dirigida a permitir a los estudiantes acceder gratuitamente a las universidades por medio de subvenciones públicas… sin embargo no eliminará la hegemonía de las universidades privadas y el sistema de colegios particulares subvencionados (sistema que nació en los últimos días de la dictadura). 

Despertar de los movimientos sociales y fragmentación neoliberal
Como señala el historiador Mario Garcés, el Chile actual se caracteriza por el «despertar de la sociedad» y la irrupción de los movimientos sociales[xiii]. El poder de las luchas estudiantiles por la educación vino precedido de grandes movilizaciones en diversas regiones (como en Magallanes o Aysen), por importantes luchas ecologistas y también por la recuperación de las huelgas salariales y diversas luchas sindicales radicales.

En este marco, algunos perciben la elección de Bachelet más bien como un cortafuegos susceptible de estabilizar el modelo exportador neoliberal en una coyuntura de aumento de los conflictos sociales. Entre ellos los sociólogos Felipe Portales y Alberto Mayol. Esta último analiza la figura incombustible de Bachelet como un fenómeno «cristológico» que encarnaría en el imaginario colectivo el dolor de la dictadura (padeció torturas y su padre fue un general legalista asesinado) [xiv], señalando que esta candidatura permite a una Concertación en declive recuperar parte de su legitimidad, sin poner en cuestión los equilibrios macroeconómicos y los intereses de las multinacionales. A respeto, la candidata y su equipo reiteraron que –sin que se trate de un «acuerdo ideológico excluyente»- será imprescindible «mantener una relación activa de coordinación económica con la Alianza del Pacífico  [xv]», eje estratégico apoyado por los Estados Unidos junto a México, Colombia, Panamá y Perú. Apenas consumada la elección, el presidente boliviano Evo Morales no dudó en desafiar a la nueva presidenta insistiendo en el carácter «pro imperialista y pro capitalista» de la Alianza: «Dudo de que [Michelle Bachelet] sea socialista. Y acá voy a hablar de frente, públicamente: si Bachelet sigue en la Alianza del Pacífico, quedará definido a quién corresponde, de dónde viene y qué quiere [xvi]».
En la primera vuelta, el 17 de noviembre, algunos miembros eminentes de la clase patronal no dudaron en apoyar a la expresidenta. Empezando por un peso pesado del capitalismo local: Jorge Awad, presidente de la asociación de los bancos chilenos, que señaló hasta qué punto la reforma fiscal prevista por la candidata sería indolora y que Bachelet ya había demostrado que sería una garante eficaz de las inversiones extranjeras (particularmente mineras). Awad no es una excepción: la aportación de las grandes empresas a la campaña de la pediatra socialista representó el triple de las sumas dedicadas a Evelyn Matthei, la candidata de derecha presentada por la Alianza para Chile [xvii]…

Matthei solo ha sido candidata por defecto debido a sucesivas deserciones en cadenas. Es también hija de un general, pero de los que apoyaron la dictadura. Militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI), encarna las corrientes más reaccionarias de la coalición, prometiendo gobernar «con la Biblia en la mano». En frente, el presidente saliente (Sebastián Piñera) y algunos miembros de Renovación Nacional, el otro partido de la coalición, siguen acariciando la estrategia de una renovación liberal de la derecha, con el fin de recuperar el poder en 2017. Pero el fantasma de Pinochet y de las violaciones masivas de los derechos humanos aún planean sobre la coalición y el UDI está lejos de ser liquidada: todavía representa la primera fuerza del Parlamento, especialmente gracias a prácticas clientelistas bien experimentadas en los barrios más pobres. 

Y ahora qué...
La señora Vázquez es vendedora ambulante de ropa. Viviendo pobremente y a la cabeza de una familia numerosa, no se siente «representada ni por Matthei ni por Bachelet». Opina que la victoria de esta última anunciaría «nuevas huelgas y manifestaciones en todos los sentidos. Seguramente volverán los tiempos de la Unidad Popular y habrá destrucción y violencia. ¿Y quién pagará los platos rotos? Está claro, nosotros, el pueblo». Muchos sindicatos y colectivos militantes están efectivamente en pie de guerra, pero más bien para intentar reconstruir el tejido social y con la perspectiva de exigir más al Gobierno. En una sociedad que sigue siendo una de las más desiguales de América Latina y en la que reina la precariedad en el mundo laboral, no es tarea fácil [xviii].

Muchas señales soterradas confirman sin embargo que el año 2014 podría ser «caliente». Recientemente, la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) ha sido ganada por la lista libertaria «Lucha». Su dirigente, Melissa Sepúlveda, rechazó votar en la segunda vuelta de las presidenciales y se pronunció contra la «parlamentarización de las luchas», una pica a Camila Vallejo y Karol Cariola, así como a los demás diputados procedentes del movimiento estudiantil: Gabriel Boric (Izquierda Autónoma) que ha ganado su apuesta de acceder al Parlamento sin el apoyo de la Concertación, y Giorgio Jackson (Revolución Democrática), de 25 años, aliado autónomo de la Nueva Mayoría y elegido diputado por Santiago.
Por su parte, el periódico El Mercurio, después de haber hecho campaña a favor de Evelyn Matthei, ahora señala que uno de los objetivos del nuevo Gobierno será «la contención de las expectativas que se despiertan, para canalizarlas [xix]». 

Franck Gaudichaud es académico de la Universidad de Grenoble (Francia) y miembro del colectivo editorial de Rebelión. Su último libro es: Chili, 1970-1973. Mille jours qui changèrent le monde, Presses Universitaires de Rennes, Coll. Des Amériques, 2013 ( www.pur-editions.fr/detail.php?idOuv=3265 ).
Articulo publicado por Le Monde Diplomatique – France:




[i] Muchas personas son asalariados que trabajan 45 horas a la semana, seis días a la semana, como permite el código laboral, heredado de la dictadura.
[ii] Véase «Au Chili, les vieilles lunes de la nouvelle droite», Le Monde Diplomatique, mayo de 2011.
[iii] Resultados oficiales: 
[iv] Cita procedente, como las que siguen, de «Abstención: El fantasma que ensombreció el contundente triunfo de Bachelet», El Dinamo , Santiago de Chile, 15 de diciembre de 2013, 
www.eldinamo.cl/2013/12/15/abstencion-el-fantasma-que-ensombrecio-el-contundente-triunfo-de-bachelet .
[v] Se trata de la Izquierda Ciudadana (IC), surgida de la Izquierda Cristiana y del Movimiento Amplio Social (MAS) del exsenador socialista Alejandro Navarro.
[ix] Algo más del 10% de los electores de la segunda vuelta marcaron su papeleta de voto con la inscripción «AC» para señalar su adhesión a la perspectiva de una asamblea constituyente ( http://marcatuvoto.cl/ ).
[x] Como señalaba el exministro de la Concertación y alto funcionario del FMI Nicolás Eyzaguirre con el fin de asegurar los «mercados»:
[xi] Léase, Víctor de la Fuente: « En finir (vraiment) avec l’ère Pinochet », La valise diplomatique, agosto de 2011. En español.
[xii] Los vínculos entre la Concertación y el mercado de la educación han sido confirmados por la última investigación de la periodista María Olivia Mönckeberg : Con fines de lucro: la escandalosa historia de las universidades privadas en Chile, Santiago, Debate, 2013.
[xiii] Mario Garcés, El despertar de la sociedad Los movimientos sociales de América Latina y Chile, Santiago, LOM, 2012.
[xiv] Se puede recalcar que Bachelet buscó encarnar más bien una figura mariana y maternal (mucho más que cristológica), protectora, abierta y consensual, infantilizante incluso del pueblo chileno.
[xvii] El Mercurio , 18 de noviembre de 2013.
[xviii] A pesar de un crecimiento anual de más del 5% del PIB, el 5% de la población más rica gana 275 veces la renta del 5% de los más pobres. Ver las encuestas de la fundación Sol : www.fundacionsol.cl .
[xix] El Mercurio , 16 de diciembre de 2013.


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