HABLANDO
DEL ‘MODELO’ ECONÓMICO VIGENTE
MANUEL ACUÑA ASENJO
‘MODELOS’ Y FORMAS DE ACUMULACIÓN
De si existe en
Chile una manera de regular las relaciones económicas entre los diversos
actores sociales no cabe la menor duda. Es una verdad que se arrastra desde que,
en 1975, se aprobara por la Junta de Gobierno el plan denominado ‘El Ladrillo’
para ser instaurado, dos años más tarde, bajo el pomposo nombre de ‘Modelo de
Economía Social de Mercado’. Sin embargo, la palabra ‘modelo’ constituye una
expresión inadecuada para describir el conjunto de relaciones sociales
aparejadas a ese proyecto; aún cuando se le justifique bajo la excusa de ser
tan sólo una metáfora. Digamos que es, apenas, un eufemismo a través del cual
se pretende describir un fenómeno a cuya verdadera naturaleza no quiere hacerse
referencia. Y es que la Economía soslaya reconocer que su moral es el lucro y
que, en consecuencia, la generalidad de los fenómenos que se producen dentro de
sus límites de competencia está orientada en torno a la ganancia.
En efecto, es un
hecho conocido que cada cierto tiempo deben revisarse las formas a través de
las cuales los seres humanos realizan el ‘intercambio’ pues no siempre los
negocios rinden los tributos esperados en épocas determinadas. Rendir fuertes ganancias,
He ahí lo que una buena economía aconseja. Cuando ello no ocurre, hay que
alterar las reglas. Porque, a fin de cuentas, la economía tiende a acumular. A establecer nuevas formas
de acrecentar la riqueza que unos pocos tienen, en detrimento de otros muchos.
La acumulación
constituye la esencia del sistema capitalista; la invención del dinero como
medio de pago y su generalización ha permitido al capitalista crear riqueza no
a la manera que lo hacía el señor feudal, extendiendo sus dominios territoriales
para tener allí sus bienes físicos (vacas, caballos, establos, granjas, campesinos,
en fin), sino acrecentando el volumen del dinero que posee y que conserva
guardado en alguna institución. El capitalista de hoy hace crecer guarismos,
multiplica cantidades y montos, aumenta el ‘numerario’[1]
hasta alcanzar cifras espectaculares.
Digamos,
entonces, y antes de todo, que cuando se habla de la instauración de un nuevo
‘modelo económico’ se está intentando hacer referencia al establecimiento de
una nueva forma de acumular a través del empleo de una expresión que no resulte
tan dura o descalificadora ni, mucho menos, contribuya a desnudar la esencia íntima
del sistema capitalista. El perfeccionamiento del ‘modelo’ constituye, así, el
perfeccionamiento de una forma de acumular.
Foto: Radio del Mar. http://www.radiodelmar.cl/2015/11/hogar-de-cristo-dice-que-hay-5-millones-de-pobres-en-chile-un-tercio-de-los-chilenos/ |
LA BAJA TENDENCIAL DE LA CUOTA O TASA DE GANANCIA
El fenómeno
antes dicho no sucede por casualidad. La producción (y, por ende, la riqueza)
tiene un enemigo proverbial que es la llamada ‘baja tendencial de la cuota de
ganancia’. Puesto que es imposible detener el desarrollo de las fuerzas
productivas, el capital constante (CC) tiende a aumentar en desmedro del
capital variable (CV), haciéndose cada vez más caros los bienes producidos. Como
consecuencia de ello, empieza a resultarle al productor, en el transcurso del
tiempo, poco rentable la función de producir.
Así, pues, debe
luchar contra esa baja tendencial de la cuota de ganancia a través de múltiples
formas entre las que podemos indicar la disminución del volumen de la
producción a objeto de hacer subir los precios, la destrucción de parte de la
mercancía producida con idéntico objetivo, el uso de la llamada ‘obsolescencia
programada’, la prolongación de la jornada de trabajo, la intensificación del
trabajo que debe realizar el operario dentro de la misma jornada, en fin. O, lo
que es más grave, profundizando el fenómeno de la baja tendencial de la cuota
de ganancia, es decir, volviendo a aumentar la composición orgánica de capital
(COC), fenómeno que ocurre cuando se reemplaza parte del capital variable por
parte del capital constante o, lo que es igual, incorporando nuevas y sofisticadas
maquinarias al proceso productivo esperando pagarlas con el ahorro que significa
la reducción del número de trabajadores.
Todos estos
cambios se realizan dentro de esa ‘nueva forma de acumular’ o ‘modelo’.
Digamos, en palabras más simples, que todo cambio de modelo económico conlleva
el establecimiento de nuevas medidas con las cuales enfrentar el fenómeno de la
baja tendencial de la cuota de ganancia. Y, por consiguiente, hacer recaer el
peso de la crisis en la masa laboral. De lo cual puede inferirse que el cambio
del ‘modelo económico’ en 1977/1978 no se hizo por simple ocurrencia de sus
mentores sino ante la necesidad imperiosa de dar una respuesta al agotamiento
de la forma de acumular que existía hasta dos años después de la caída de la
‘Unidad Popular’. Dicho modelo ya no resultaba rentable y, lo más grave, su
persistencia había puesto en peligro (en Chile) la existencia misma del sistema
capitalista. Y puesto que los sistemas son estructuras vivas porque los forman
organismos, el sistema capitalista actuó como tal, operándose de la pústula que
le significaba el régimen de la Unidad Popular con su ‘modelo de economía hacia
adentro’.
RASGOS QUE PRESENTA TODA FORMA DE ACUMULAR
Toda forma de
acumular, todo ‘modelo’, sistema o estructura presenta rasgos que la (o lo)
identifican y diferencian de otros u otras; tales rasgos o características le
confieren su identidad, le hacen ser lo que es y no un fenómeno diferente. Se les conocen, también, bajo el nombre de
‘elementos esenciales’ o características esenciales porque constituyen su esencia.
También esos rasgos se advierten en el llamado ‘Modelo de Economía Social de
Mercado’ impuesto por la dictadura a partir de los años 1977/1978. En realidad,
esos rasgos le confieren el carácter de tal, diferenciándolo total y
absolutamente de aquellos que lo precedieron. Y son importantes pues, extraídos
o eliminados del ‘modelo’, le hacen desnaturalizarse o derivar en otro
diferente.
RASGOS ESENCIALES DEL MODELO ECONÓMICO DE LA DICTADURA
La forma de
acumular instaurada por la dictadura a partir de 1977/1978 denominada ‘Modelo
de Economía Social de Mercado’ (‘Modelo de Chicago’, ‘Modelo del Consenso de
Washington’, ‘Modelo Neoliberal’, en fin), presentaba (y continúa presentando
hoy) los siguientes rasgos[2]:
1.
Privilegia la
acción del individuo por sobre la del conjunto social en la actividad
económica;
2.
Centra el
proceso de acumulación en los sectores definidos como poseedores de ‘ventajas
comparativas’;
3.
Abre la Economía
local al mercado mundial;
4.
Establece el rol
subsidiario del Estado; y,
5.
Desarrolla el
modo de producción capitalista (MPK) en su ciclo más regresivo.
Intentemos
referirnos brevemente a cada uno de estos rasgos para entender el modelo que
actualmente nos rige.
1.
ROL DEL INDIVIDUO EN LA NUEVA FORMA DE ACUMULAR.
En la nueva forma de acumular, no es la sociedad representada por el
Estado quien adquiere el rol de actor principal sino el sujeto particular; esta
persona, individualmente considerada, ha de sobrevivir en la selva social en
medio del crecimiento sin parangones de su proceso de individuación[3].
El fundamento de esta concepción es la libertad, considerada el más preciado bien
para el ser humano[4]
quien, libre, debe competir con los demás y exhibir su alta capacidad de
sobrevivir; en la nueva forma de acumular, la competencia entre los seres
humanos es consagrada como un derecho natural y, en consecuencia, como único
medio posible de dinamizar la economía, campo en donde no sólo los individuos
han de competir entre sí sino las empresas, sus ejecutivos, sus dueños. El
ingreso a esa nueva forma de relación social queda brillantemente expuesto en
el slogan publicitario de la época: ‘Bienvenido al frío e impersonal mundo del
dinero’.
En una sociedad donde todos compiten, las formas de regular esa
actividad van a ser dictadas por las leyes eternas de la oferta y la demanda;
el mercado se desregula y la ‘libertad’, revelada en la forma de libertad que
tiene el zorro en el gallinero, abre las puertas a los grandes oligopolios que
permanecen hasta el día de hoy. La moral que de esa forma de comportarse socialmente
va a derivar puede, desde ya, presumirse.
Porque ese individuo ferozmente competitivo tiene ‘éxito’ en sus
acciones y el ‘éxito’ se reproduce como modelo. Hay que ser exitoso, no importa
cómo. Poco interesa si para lograr el éxito se roba, se mata, se atropella la
moral. Lo importante es el logro del ‘éxito’ porque éste va a servir de modelo
a otros sujetos y, en general, a toda una sociedad ‘exitosa’.
2.
ACUMULACIÓN CENTRADA EN LOS SECTORES DEFINIDOS COMO
POSEEDORES DE ‘VENTAJAS COMPARATIVAS’.
Se acostumbra a
definir como ‘sectores con ventajas comparativas’ dentro de un país a aquellas
áreas de la economía en donde se pueden elaborar productos (mercancías) que
resultan de menor costo por las condiciones naturales existentes. Nos
explicamos: un país, como Chile, que tiene costa a lo largo de todo su
territorio se define como un país ‘naturalmente’ con ‘ventajas comparativas’
marítimas: podría dedicarse a la pesca, a la fabricación de embarcaciones, al
comercio marítimo, al turismo de sus playas, en fin. Esa misma actividad no
podrían realizarla países mediterráneos por lo que sus ‘ventajas comparativas’
no deberían orientarse en ese sentido. De hecho, cuando un país no aprovecha
sus ventajas comparativas y se dedica a hacer aquello que no debería hacer, por
regla general, encarece sus costos. Una de las ‘ventajas comparativas’ más
codiciada es la que ofrece el país en donde los salarios pagados a los
operarios son los más bajos del planeta. Pagar poco, reducir el capital
variable a su mínima expresión constituye el mejor regalo que se puede ofrecer
a la industria.
En el caso de
Chile, las ‘ventajas comparativas’
fueron definidas por los Ministerios de Economía y Hacienda de esos años,
concluyéndose que, en síntesis, debían las autoridades privilegiar el
desarrollo de cinco áreas fundamentales de la actividad económica, a saber, la
industria minera, la industria pesquera, la industria frutícola, la industria
forestal[5]
y la industria agrícola. Privilegiar tales sectores implicaba una verdadera revolución;
implicaba la anexión (despojo) de terrenos naturalmente pertenecientes a las
comunidades de los pueblos originarios (mapuches, diaguitas, huilliches) y la condena
a muerte de la industria nacional desarrollada a partir de la Corporación de
Fomento CORFO (fábricas de alambres, loza y cristalerías, de paños y ropa,
armadurías, etc.
Pero, además, la
imposición de la competencia, transformada ya en verdadera forma de vida, haría
desaparecer la generalidad de las empresas cooperativas que, para poder seguir
existiendo, debían transformarse en empresas altamente rentables y con otra
estructura de organización.
Fuente: www.antihuala.cl |
3.
LA APERTURA DE LA ECONOMÍA LOCAL.
La apertura de
la economía local implicó la abolición de las tasas arancelarias y el libre
tránsito de las mercancías extranjeras por el territorio nacional. La medida
provocaría un fuerte aumento de las empresas importadoras y distribuidoras
cuyos productos no solamente invadieron el país sino terminaron definitivamente
con las industrias que intentaron sobrevivir y que, a juicio de las
autoridades, no ofrecían ‘ventajas comparativas’.
La abolición de
las tasas arancelarias para los productos que venían del exterior fue una
medida chilena, no universal. Jamás Estados Unidos permitió que los productos
chilenos ingresaran libremente por sus puertos marítimos o aeropuertos; similar
limitación aplicaron prontamente no otros pocos países, especialmente, las
potencias internacionales. La ‘Economía Social de Mercado’ se aplicaba en forma
parcial dentro de la comunidad internacional mientras que, en Chile, sucedía
todo lo contrario.
Una medida que
se adopta da origen a otra, y a otra, y a otra; también ocurre así en la
economía. Porque decir que se estableció libre tránsito para las mercancías
significaba, igualmente, que se daba la posibilidad al ingreso y egreso de la
más codiciada de todas ellas: el dinero. El comercio de la divisa y el libre tránsito
de los capitales del y hacia el exterior marcó una fase sin precedentes en el
desarrollo de la economía chilena que, por esos avatares, se desnacionalizó.
Grandes capitales comenzaron poco a poco a invadir este país apoderándose de sus
sectores claves. Fuerza es decirlo, sin embargo: durante el período dictatorial
este fenómeno no se dio en toda su intensidad; por el contrario, las cifras de
desempleo fueron abismantes. El ingreso del capital transnacional se dio en
todo su esplendor durante los regímenes que sucedieron a la dictadura; hasta el
agua y los caminos fueron entregados a la voracidad del extranjero.
4.
ROL SUBSIDIARIO DEL ESTADO.
En la historia
de la Economía, es posible advertir que el rol del Estado se encuentra en constante
alternancia: algunas veces lo vemos intervenir directamente en las relaciones
económicas que se establecen entre sus súbditos; en otras oportunidades, se le
ve alejado por completo de tales tareas, desempeñando, más bien, el papel de un
cauto observador. Los economistas acostumbran hablar, para referirse a esos
casos, de un Estado cuyo rol oscila constantemente entre el de ‘interventor’ y
el de ‘gendarme’. En el caso del llamado ‘Modelo de Economía Social de
Mercado’, el rol del Estado retorna al de ‘gendarme’, para asumir, solamente,
la vigilancia de la sociedad y no inmiscuirse en los negocios que los
particulares puedan hacer entre sí. Es más, en este caso rol del Estado
adquiere un carácter subsidiario, lo que quiere decir que solamente se le
considerará para el caso que se requiera de su participación, dejándose la casi
generalidad de las acciones a los particulares. Como consecuencia de ello, como
ya lo hemos dicho, los precios son fijados por el libre juego de la oferta y la
demanda en el mercado nacional.
Para consagrar
este rol eminentemente ocasional del Estado, se le priva de toda injerencia en
el desempeño de la labor empresarial por lo que las empresas estatales son
vendidas a los particulares prohibiéndose a aquel cualquier intento de organizar
actividades lucrativas que, por ese hecho, pasan a ser derecho exclusivo de las
elites empresariales.
Este rol
adquiere una magnitud tal que hasta la percepción del impuesto más importante
cobrado por el Estado a los consumidores (el Impuesto al Valor Agregado IVA)
queda en manos de los empresarios quienes, luego de recibir ese dinero de parte
de los contribuyentes y aprovecharlo durante un determinado lapso, lo ingresan
más tarde en arcas fiscales luego de hacer las deducciones correspondientes.
Simultáneamente,
se establece un riguroso control sobre las finanzas públicas basadas en el
equilibrio de las llamadas ‘variables macroeconómicas’ que van a servir para
medir los avances económicos. Esas variables macroeconómicas (cuatro, en total,
a saber, desempleo, índice de precios al consumidor, balanza de pagos BP y
producto interno bruto PIB) deberán mantenerse en equilibrio para dar fe de una
economía sana.
Pero, además, la
‘subsidiariedad’ incorpora el desempeño de un nuevo rol al Estado: dedicarse a
‘rescatar’ a aquellas empresas que se encuentran gravemente endeudadas.
Por si todo
aquello fuere poco, los gastos redistributivos del Estado se reducen
sustancialmente en perjuicio de las clases dominadas; escasean los subsidios y
las ayudas para los más necesitados. El dinero estatal tiene un objetivo:
contribuir al desarrollo de la empresa privada.
5.
DESARROLLO DEL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA MPK EN
SU CICLO MÁS REGRESIVO.
Los efectos de
las medidas anteriormente indicadas implicaban que el nuevo ‘modelo’ traería
aparejado un conjunto de efectos perniciosos sobre el sector laboral y un
fortalecimiento empresarial sin precedentes, pues se produciría
1. Mayor
concentración de capital, es decir, aumento del volumen del capital como
resultado de la acumulación de plusvalor dentro del proceso productivo.
2. Mayor centralización
de capital o aumento de la fusión de capitales concentrados en un solo centro
de decisión.
3. Desarrollo
oligopólico de las empresas. Los oligopolios son empresas monopólicas que se
ponen de acuerdo en el precio que van a cobrar en el mercado. En Chile, esta
figura se ha conocido bajo el nombre de ‘colusión’.
4. Aumento en la
percepción de la tasa de plusvalor tanto relativo como absoluto.
5. Aumento del
ejército de reserva industrial (cesantes).
6. Disminución en
importancia (o desaparición) de las empresas no incluidas en el grupo de las
dedicadas a explotar las ‘ventajas comparativas’; desaparición de las empresas
cooperativas.
7. Redistribución
regresiva del ingreso en contra de los trabajadores y a favor del empresariado.
8. Reducción drástica
de la demanda interna.
9. Desarrollo
capitalista de la agricultura.
FORMA DE INSTAURAR UN NUEVO ‘MODELO’
Los ‘modelos’ se
instauran preferentemente cuando un poder de magnitudes determina abrogar al que
se encuentra aún vigente para reemplazarlo por uno nuevo; en este caso, prima
la voluntad del dominador o de quien tiene poder suficiente para realizar
aquella acción. Sin embargo, se instaura, también, un nuevo ‘modelo’ cuando el
antiguo se agota, cuando ya no cumple con los objetivos que se tuvo en vista al
establecerlo y existe necesidad de cambiarlo por otro. En este caso, el
procedimiento que se emplea para reemplazarlo es el acuerdo político entre las
diversas fracciones de las clases y fracciones de clase dominantes que conocen
de sus graves falencias. Pero en ambos casos, los cambios se realizan en
abierta sintonía con los poderes que gobiernan las formaciones sociales más
poderosas del planeta. Y es que estamos en presencia de un sistema mundial (el
sistema capitalista) cuyas directrices deben continuamente ser observadas.
Sin embargo,
puede también instaurarse un nuevo ‘modelo’ cuando al que se encuentra vigente
se le comienzan a practicar cambios o reformas de tal envergadura que,
finalmente, su esencia se altera haciéndolo derivar a otro diferente. Esta
circunstancia sucede cuando el ‘modelo’ no satisface las necesidades de la
comunidad por lo que un Gobierno con mayor sensibilidad social decide
introducirle reformas sucesivas que terminan, finalmente, por transformarlo en
una estructura ajena a la anterior. Demás está decir la resistencia que los
sectores empresariales colocarán a tal propósito. Y dado que, en este caso, las
modificaciones o enmiendas al ‘modelo’ han sido adoptadas autónomamente por la
autoridad gubernamental, es posible que ésta comience a experimentar roces
con aquellos Gobiernos fieles a las
directrices predominantes en el planeta.
No ocurre de
manera diferente con los ‘modelos’ a como sucede con los sistemas, que jamás
dejan de existir sino hasta que se agotan y otros los reemplazan, o devienen en
uno diferente en virtud de talas, reajustes, alteraciones o modificaciones que,
finalmente, alteran su esencia[6].
De manera que,
en tanto no se haya ideado un ‘modelo’ alternativo al que existe y que cuente
con el apoyo de un sector empoderado de la nación, el vigente perseverará y no
cambiará sino hasta que las reformas que se le vayan introduciendo
sucesivamente le hagan devenir en otro diferente[7].
LOS RASGOS DEL ‘MODELO’ Y SUS ALCANCES POLÍTICOS
La descripción
de lo que hemos llamado ‘rasgos’ o ‘características’ esenciales del Modelo de
Economía Social de Mercado tiene indudables consecuencias políticas. Por una
parte, pone al desnudo tanto la fortaleza como la debilidad del ‘modelo’; en
consecuencia, descubre las áreas débiles en donde introducir reformas que
pueden, más adelante, alterar su esencia. Así, por ejemplo, si el ‘modelo’ ha
adoptado el principio de la competencia y éste provoca cambios en el ámbito
cultural e ideológico de la población, deben plantearse proyectos que digan
relación con la ‘cooperación’ en todos sus niveles a fin de promover otra forma
de relación social; si el ‘modelo’ privilegia la instalación de industrias en
las áreas definidas como de ‘ventajas comparativas’ y éstas no satisfacen las
necesidades de la población, es recomendable promover el establecimiento de
industrias no definidas como tales que contribuyan a la contratación de mano de
obra o, simplemente, dar apoyo a fábricas que realicen actividades anexas a las
principales[8],
es decir, a aquellas que sí ofrecen ‘ventajas comparativas’.
Desde este punto
de vista, el análisis del ‘modelo’ vigente no constituye solamente un soporte
eficaz para los efectos de idear una estrategia de ataque a sus flancos
débiles, que son aquellos cuya perseverancia causa daño a los sectores
sociales. Y puesto que los sectores dominantes más conservadores no ofrecen más
que la perseverancia del sistema, dicho análisis sirve, igualmente, para
establecer nexos con sectores empresariales dañados por la aplicación del
‘modelo’ de la dictadura (y perfeccionado por los gobiernos post
dictatoriales). En palabras más precisas, el referido análisis conduce a fijar
algunas pautas de lo que, en definitiva, podría ser una adecuada ‘política de
alianzas’ de los sectores populares con ciertos y determinados empresarios.
Sin embargo, uno
de los aspectos más importantes a destacar en esta materia es que la
descripción de los rasgos esenciales del ‘modelo’ muestra los cambios habidos
en la estructura de clases de la sociedad chilena.
En efecto, la
necesidad de establecer las llamadas ‘áreas de ventajas comparativas’, la
destrucción del complejo industrial construido por la CORFO, el auge de las
importadoras y exportadoras de mercancías y el libre tránsito del flujo
monetario hacia los centros neurálgicos del capitalismo mundial, fueron todos
factores que introdujeron cambios trascendentales dentro de la estructura de clases
de la sociedad chilena. Por una parte, definieron los sectores en donde la
economía centraría su actividad productiva, es decir, las áreas desde las cuales
se extraería preferentemente el plusvalor (minería, agricultura, forestación, frutas,
pesca); simultáneamente, determinaron la drástica reducción del empresariado
nacional, que autores, como Nicos Poulantzas, definen como ‘burguesía interna’ (fábricas
de telas, vestuario, cristales, alambres, vidrios, muebles, armadurías), dieron
un fuerte impulso al comercio con la creación de grandes almacenes y centros de
negocios, y levantaron el imperio de la banca nacional e internacional.
Y puesto que la
estructura que adoptan las clases y fracciones de clase dominantes determina la
de las clases y fracciones de clase dominadas, la composición del proletariado
se alteró profundamente. El obrero industrial de antes dio paso al obrero de
servicios y al vendedor que inundó los centros comerciales (‘malls’) y grandes
almacenes; la banca, por su parte, expandió al trabajador bancario que pasó a
denominarse ‘ejecutivo’, el obrero minero fue sustituido por el obrero ‘subcontratado’,
y el obrero agrícola por el ‘temporero’ o por el trabajador inmigrado en
calidad de esclavo[9]. Ya no sería posible hablar, como antaño, de
la ‘aguerrida’ clase obrera sino más bien de un remedo de la misma. La
posibilidad de hacer paros o huelgas nacionales se haría cada vez más lejana.
Así, pues, la
estructura de clases de la sociedad chilena se ha construido sobre la base de
una nueva forma de acumular que es necesario conocer para sopesar la
posibilidad de satisfacer las crecientes demandas de la población. Sólo de esa
manera puede determinarse la fuerza social y sindical que existe para llevar a
cabo las transformaciones que la nación requiere.
Ante el aumento de la explotación, aumento de la movilización |
La rebeldía popular crecerá si el modelo no cambia |
CONCLUSIONES
El ‘modelo’ no
ha cambiado en su esencia; continúa siendo el mismo y las reformas introducidas
a su funcionamiento durante los gobiernos post dictatoriales no han alterado en
lo más mínimo su estructura básica. Es más: podríamos aseverar que durante
estos veintiséis años se ha perfeccionado. Lo cual no quiere decir que haya sido
aceptado por la gran mayoría de los chilenos.
En consecuencia,
la estructura de clases se mantiene inalterable tal cual la concibió la
dictadura pinochetista, perfeccionándose en algunos casos la extracción de
plusvalor.
Los únicos cambios introducidos en materia de contrataciones ha sido
en las empresas y servicios estatales que han crecido en forma desmesurada,
privilegiándose la concesión de cargos y empleos a quienes son parientes o
incondicionales de los jefes superiores y de los partidos políticos. La
generalidad de estos funcionarios se ha afiliado a la Asociación Nacional de
Empleados Fiscales ANEF y dan, junto con el Magisterio y otros servicios, la
base y sustento sobre lo cual ha podido mantenerse durante estos años la
Central Unitaria de Trabajadores que nada tiene que ver con la vieja Central
Única de Trabajadores CUT.
Un hecho
significativo es que todas las recetas dadas por los economistas, tendientes a
suavizar la rigorosidad[10]
del ‘modelo’ contemplan medidas que no alteran en modo alguno la esencia del
mismo. En palabras más directas: la generalidad de los académicos (¡cómo podría
ser de otra manera!) opera ‘dentro del rayado de la cancha’ establecida por la
nueva forma de acumular.
La razón es obvia:
nadie ha ideado aún el modelo que ha de reemplazar al actual y, ante el temor
de lo incierto, existe resistencia a aventurar en una posible reforma integral
del mismo. Lo cual explica, además (sin perjuicio de los innumerables casos de
corrupción), la desconfianza que la ciudadanía ha puesto en los actores de la
escena política nacional, tragedia que afecta por igual a los conglomerados
Chile Vamos y Nueva Mayoría, soportes del sistema en estos años de democracia
post dictatorial.
Santiago,
diciembre de 2016
[1] El diccionario de la Real Academia Española hace
sinónimo de dinero la palabra ‘numerario’ con lo que da a entender,
implícitamente, que considera al dinero como un ‘número’, una expresión ideal,
numérica.
[2] Sobre
el particular, recomendamos la lectura del artículo de Lagos Méndez, Carlos: “Notas acerca de la institucionalidad económica”
(Revista ‘Avance’, No 4., noviembre de 1979, pág.33) que hemos seguido en esta
parte.
[3] ‘Individuación’
es un término empleado por Carl C. Jung,
acción en virtud de la cual el individuo se hace cada vez más él mismo.
[4] Las primeras monedas acuñadas por la Casa de Moneda,
luego del golpe militar, fueron aquellas que llevaban la efigie de una mujer
cuyas cadenas, aún pendiendo de sus brazos, estaban rotas, en un inequívoco
mensaje de liberación.
[5]
Para definir a esta área de la economía se recurrió a un eufemismo
denominándosela ‘Silvicultura’, actividad que se preocupa de los árboles y de
su entorno que son los montes y bosques.
[6]
Véase, al respecto, el libro de Ludwig Von Bertalanffy “Teoría General de los
Sistemas”.
[7] En
la actualidad, el modelo de ‘Economía Social de Mercado’ parece hacer agua en
todas las latitudes del planeta. Sin embargo, no existe aún aquel que debería
sustituirlo por lo que es de presumir habrá de introducírsele reformas que
terminarán por alterar sus componentes esenciales hasta hacerlo derivar en
otro.
[8] En Suecia, el desarrollo de la industria forestal dio
origen a la industria papelera, y ésta a la de envases de celulosa, cartón,
muebles, editoriales y medios de comunicación escritos, como los periódicos y
revistas, en fin.
[9] El esclavo agrícola fue descubierto hace algunos años
atrás en las haciendas de Colchagua del ex candidato a la presidencia de la
República Francisco Javier Errázuriz, alias el ‘Fra-fra’; se trataba de
inmigrantes haitianos traídos a Chile con engaños y en forma ilegal. Tiempo
después se descubrió otro campamento de esclavos haitianos, también en sectores
de la zona central del país.
[10] Aplicamos este neologismo por creer que representa con
mayor exactitud que ‘rigurosidad’ la derivación de ‘rigor’.
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