Por MATÍAS SAGREDO. Fuente: El Mostrador, 20 junio, 2014
COMENTARIO:
Nos ha llegado este artículo. Pese a que fue publicado hace dos años y medio, sigue vigente y actual. Este año se definirá si la gente sigue creyendo a la "Concertación" de Boeninger y Correa, a la que privatizó lo que se le escapó a Pinochet, la que persiguió y torturó a los opositores rebeldes que se escaparon del tirano, la que sigue manteniendo el orden establecido a punta de balazos y golpes de corvo entre 1973 y 1990.
En cuanto al llamado por conseguir una Asamblea Constituyente ahora, nos parece que lo primero es lograr un concienciamiento y un empoderamiento masivos en cuanto a que somos los pueblos los protagonistas de nuestra historia, y que debemos y podemos tomarla en nuestras manos. Falta conciencia en nuestros pueblos, en nuestras clases populares, y lo primero será retomar las tareas de hacer educación popular liberadora, no sin dejar de expresar la rebeldía popular, pero logrando avances medibles en cuanto a conciencia, empoderamiento, organización y movilización.
Una Asamblea Constituyente sin pueblos organizados y conscientes, nos puede llevar a que la plutocracia se compre los votos necesarios para dejarlo todo igual o peor. Total, en 27 años es lo que han hecho (y les resulta): cuentearnos que ellos son "la izquierda" y que si no nos gobiernan ellos, vendrá la terrible "derecha"; comprarse los votos gracias a la ingenuidad, buena fe e ignorancia de las gentes que al final terminan votando por la misma cáfila que ha mantenido el sistema dictatorial en plena vigencia hasta hoy.
C. Ruiz, para MAPU en la lucha.
A CONVERTIR EL DESCONTENTO EN REBELDÍA Y LA REBELDÍA EN PODER POPULAR
Concertación
nos dijo a todos que con ese referéndum se iniciaba la transición hacia la
democracia plena, que los cambios permitirían otros cambios mayores. Entonces,
¿por qué aceptaron aumentar los quórum a 4/7 y hasta 2/3 para cualquier cambio
constitucional? ¿Por qué constitucionalizaron el sistema binominal? ¿Por qué
eliminaron el derecho a plebiscito que sí estaba antes del 89?
El Plebiscito
del 30 de julio de 1989 significó el fraude más grande realizado al pueblo
chileno, pacto responsable de todos los impedimentos que durante los próximos
24 años han truncado cualquier proyecto de cambio profundo, incluyendo la
convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Tanto el
Gobierno Militar como la Concertación de Partidos por la Democracia llamaron a
votar SÍ en el referéndum del 30 de julio de 1989, logrando un 91% de
aprobación. Cincuenta y cuatro reformas que hicieron más rígido el sistema e
incambiable durante ya 24 años y quizá varios más. Viera-Gallo, Aylwin y la
cúpula de la Concertación lo sabían, pero no informaron a la ciudadanía ni a
sus bases militantes de este retroceso histórico que significó el haberse
puesto de acuerdo a espaldas de los ciudadanos, en un verdadero pacto secreto
que nos amarraría por siempre a un sistema económico injusto y monopolizante.
La Dictadura
bajo presión de Estados Unidos –y los mismos poderes fácticos que respaldaron
el Golpe– aceptaba dejar de gobernar, mientras que a su vez la Concertación
aceptaba gobernar sin el poder de cambiar nada y con la obligación de
subordinarse por dos décadas a la Constitución de 1980, a los dictados de
EE.UU. y de los organismos financieros internacionales –FMI, Banco Mundial y
otros– que se dedican a presionar a los Estados para que faciliten el camino
institucional a las operaciones financieras de las empresas transnacionales.
Edgardo
Boeninger, principal ideólogo de la Concertación, terminó por aclarar sin
espacio a dudas, al reconocer que el objetivo de las negociaciones con el
gobierno de Pinochet era “reconocer la legitimidad de la Constitución”, puesto
que, de no ser así, “el gobierno de Aylwin enfrentaba la oscura perspectiva de
desangrarse en una difícil lucha por una Asamblea Constituyente”.
¿Valía la pena
sacar de La Moneda a un general con uniforme para que otros cumplieran las
directrices dejadas por él? ¿Existió realmente la Transición?
Claro que no.
Nunca ha habido transición alguna, todo lo contrario, desde 1990 en adelante ha
sido, como dijo el mismo Pinochet en octubre de 1988, un avance progresivo en
la “aplicación del ideario e itinerario constitucional trazado” por la
Dictadura. Las reformas de 1989 sólo aseguraron que esto se cumpliera a cabalidad.
¿Por qué no
existen actas de las reuniones de preparación de las reformas entre Aylwin y el
gabinete de Pinochet? ¿Por qué no se tomaron actas de las reuniones entre la
comitiva de la Concertación, entre los cuales estaba Viera-Gallo, y las
comitivas de RN y el gobierno militar, donde discutieron y pactaron las 54
reformas?
Si no tienen
nada que esconder, entonces que hablen sobre ello, que no evadan este tema como
lo han hecho durante 24 años cada vez que se les pregunta.
La
Concertación nos dijo a todos que con ese referéndum se iniciaba la transición
hacia la democracia plena, que los cambios permitirían otros cambios mayores.
Entonces, ¿por qué aceptaron aumentar los quórum a 4/7 y hasta 2/3 para
cualquier cambio constitucional? ¿Por qué constitucionalizaron el sistema
binominal? ¿Por qué eliminaron el derecho a plebiscito que sí estaba antes del
89?
Gran parte de
los senadores y diputados concertacionistas, con los que Bachelet pretende
avanzar hacia una Nueva Constitución, participaron de este engaño y hoy buscan
impedir la convocatoria a una Asamblea Constituyente (nuevamente).
Bajo este
sistema a lo máximo que se puede aspirar es a “proyectos” de reformas que
nazcan de la ciudadanía luego de presión masiva, como ocurrió el 2006 con las
propuestas de los estudiantes que nos tomamos nuestros colegios y universidades
para derogar la LOCE. “Proyectos”, porque jamás llegarán a convertirse en ley
ni mucho menos en institucionalidad, puesto que, al igual que lo que ocurrió
con la LGE, terminan siendo filtrados por la actual Constitución y las
negociaciones que exige el sistema binominal con los grupos conservadores de la
Alianza y la Concertación.
Debemos
organizarnos para construir un proceso constituyente y un movimiento con una
nueva fuerza superior a las cúpulas partidistas, superior a las formas hasta
ahora inútiles. Un movimiento que propague y explique de la A a la Z qué
significa una Asamblea Constituyente, en cada rincón del país. Llegó la hora de
tomar el destino en nuestras propias manos, ya no podemos seguir esperando la
venida de un salvador.
Al revisar los
videos de campaña publicitaria a favor del Plebiscito de 1989, uno ve
claramente que tanto el gobierno de Pinochet como la oposición de la naciente
Concertación llamaron a votar SI, pero con argumentos diferentes. El gobierno
militar llamó a aprobar las 54 reformas para lograr “perfeccionar el modelo
instalado por nosotros”. La Concertación también llamó a aprobar las 54
reformas, pero según ellos para “iniciar la transición”. ¿Cómo se explica esto,
qué sentido tiene? ¿Transición es sinónimo de cambio de administración?
Pinochet
aclaró en cadena nacional que las elecciones presidenciales posteriores a su
mandato eran “tan sólo la elección de la persona que debería conducir al país
hacia la aplicación plena de la Carta Fundamental”, pues “no está en juego el
ideario ni el itinerario constitucional trazado”.
Jaime Guzmán
también lo señaló previamente al decir que “esta Constitución está hecha para
que, no importa quien gobierne, se vea constreñido a tomar una acción no tan
distinta de lo que nosotros haríamos”. Será que Patricio Aylwin lo sabía bien
al decir su famosa frase “en la medida de lo posible”.
Edgardo
Boeninger, principal ideólogo de la Concertación, terminó por aclarar sin
espacio a dudas, al reconocer que el objetivo de las negociaciones con el
gobierno de Pinochet era “reconocer la legitimidad de la Constitución”, puesto
que, de no ser así, “el gobierno de Aylwin enfrentaba la oscura perspectiva de
desangrarse en una difícil lucha por una Asamblea Constituyente”.
Quienes creen
que Bachelet puede cambiar las cosas sin Asamblea Constituyente, están
perdiendo el tiempo y quienes participan de su gobierno bajo conocimiento de
esta situación están siendo parte, aunque no lo reconozcan, de un nuevo engaño
de proporciones históricas.
No tenemos
otra alternativa, sólo la Asamblea Constituyente puede devolverle al país la
democracia –aún secuestrada–, la soberanía y la cordura, pues la Dictadura
sigue intacta y quienes gobiernen sin impulsar el proceso constituyente estarán
trabajando para la dictadura de los poderes que gobiernan tras la cortina, esos
de los que hablaba Allende ante las Naciones Unidas. La transición recién
comienza con la Asamblea Constituyente.
Basta de
Pactos Secretos: ¡abolición al Pacto del 89 y la Constitución de 1980! Queremos
ser soberanos. Queremos un Proceso Constituyente nacional, democrático y con
protagonismo ciudadano. Queremos que los pueblos indígenas, los compatriotas en
las regiones extranjeras, las minorías sociales y todos quienes habitamos este
hermoso país, decidamos por nuestra propia voluntad el destino nacional.
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