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El pensamiento social y
político de Matías Catrileo, podemos pensar que se formó a partir de varias
vertientes, según se puede seguir en la biografía que escribió Fernando
Pairicán:
- La vertiente de la izquierda allendista, representada por su madre Mónica Quezada.
- El pensamiento crítico y analítico, con formación matemática, representada por su padre y madre.
- La corriente Punk.
- La corriente anarquista.
- La identidad ancestral y las tradiciones entregadas por su laku, abuelo paterno, Valentín Catrileo, mapuche pikunche.
- El rakiduam mapuche, adquirido en un proceso, acaso de varias vertientes en que confluyen las ideas y vivencias transmitidas por sus padres, el colegio Puelche, amigos mapuche y sus parientes políticos Mariman Catrileo, sus compañeros del curso de mapuzugun del profesor Juan Minchiqueo en 2002.
- El pensamiento crítico y ambientalista anticapitalista, entregado por su profesor Rubén Carrillo, ex-mapucista, director de la Escuela de Agronomía de la Universidad de La Frontera, 2005.
“El pensamiento ácrata fue
otra de las matrices de las cuales bebió Matías durante su adolescencia. Como dice
Víctor Muñoz, a partir de la década de los 90’ comenzó ‘un nuevo anarquismo’,
el que se nutrió de diversas fuentes, como las subculturas y el mundo punk, los
grupos armados como MIR, FPMR, MJL, movimientos indigenistas y ecologistas”[1].
“Rubén Carrillo era el
director de la Escuela de Agronomía de la Universidad de La Frontera en el año
2005, impartía el curso Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable durante el
primer semestre, convirtiéndose en un curso troncal y casi el manifiesto social
dela carrera. Para sus cercanos, fue uno de los profesores que marcó a Matías
durante esos primeros meses en Temuco. Ex militante del Movimiento de Acción
Popular Unitaria (MAPU), Carrillo era un pedagogo crítico al modelo económico y
sobre todo al modelo extractivista implementado por las forestales bajo la
dictadura militar. Bajo los gobiernos de la Concertación, no tan solo se
prolongó este modelo, sino también se expandió hacia nuevos espacios
territoriales”[2].
“La subordinación de la
naturaleza al desarrollo económico fue uno de los principales temas que se
abordaban en sus clases, complementadas por terrenos en granjas experimentales
de la Universidad de La Frontera. Mario Catrileo, plantea que esto último fue
lo que inclinó a Matías por optar a la UFRO en vez de la Universidad Católica
de Chile, la puesta en práctica de la teoría universitaria desde el primer año.
El docente no quedaba suscrito solamente a la teoría universitaria, su historia
de militante, seguramente atrajo a Matías. Carrillo perteneció a la fracción más
rupturista al interior del MAPU, encabezada por Óscar Guillermo Garretón, que
luego del quiebre de 1971, agregó el subtítulo de Obrero y Campesino. Con la
misma convicción que defendió el ala rupturista de la revolución chilena al
socialismo, discrepa con el camino que tomaron algunos de los liderazgos de su
partido, en especial Garretón, José Miguel Insulza y Enrique Correa. El primero
renovado al punto de ser uno de los empresarios más exitoso luego de la
revolución capitalista decretada por la dictadura militar, el segundo, Ministro
del Interior del gobierno de Ricardo Lagos, y el tercero un lobbyista”[3].
“Para muchos no era
entendible ese giro, más allá de que esa opción sea reprochable, es que muchos
murieron con las banderas del MAPU siendo torturados para defender otro tipo de
discursos”, señaló Carrillo a Pairican. Sigue éste, “No obstante, rescata la
formación intelectual de los miembros del MAPU como una de las características
de este partido de cuadros”[4].
“Uno de los aspectos que
sorprendió a Carrillo de Catrileo eran sus capacidades intelectuales, su
perspectiva crítica, así como sus reflexiones sobre la sociedad, algo novedosas
en la carrera y en la generación de Matías, ‘una postura crítica pero que iba
más allá de lo que eran los partidos políticos’, dice su docente. Esto generaba
discrepancias en sus compañeros e inclusive en algunos profesores dela carrera
que encontraban a Matías ‘radical’”[5].
Pairican comete errores al
reseñar al MAPU. El quiebre del MAPU en dos fracciones tuvo lugar en marzo de
1973, y Garretón se mantuvo al mando del sector que conservó el nombre
original, siendo el otro sector, conducido por Jaime Gazmuri, el que habiendo perdido
el conflicto judicial por el nombre del Partido, llevado ante el servicio
Electoral, tuvo que modificar el nombre, al que agregaron “Obrero y Campesino”.
Este aditivo aun en el presente genera confusión entre la gente, que cree que
el PMOC, por ser “Obrero y Campesino”, sea más radicalizado y proletarizado que
el MAPU.
El autor de la biografía de
Matías analizó correctamente la influencia que tuvo un mapucista en la opción
revolucionaria del joven mapuche. Tiene el mérito de que no invisibiliza al MAPU,
sino que lo menciona con todas sus letras, a diferencia de lo que hace la
seudointelectualidad postdictatorial, que omite hablar del MAPU. Hay sólidos
indicios de que hay una censura tácita de los poderes fácticos en contra del
hecho de mencionar a este Partido: una acción planificada para intentar
borrarlo de la memoria de las clases y de los pueblos oprimidos por el
capitalismo.
Podemos imaginar que el
nombre del Partido, con su doble significado y su historial de lucha por la
tierra, por los indígenas y por el campesinado, y su figura icónica, Lautaro,
han sido para varias generaciones de jóvenes populares, un símbolo de
resistencia y de lucha contra la figura de un imperio opresor. Lamentablemente,
la reconstrucción del MAPU, emprendida en un primer ciclo, 1999-2001, y
reemprendida en forma sostenida desde noviembre de 2007, llegó demasiado tarde
para haberse constituido en alternativa de militancia para un joven como Matías
Catrileo, quien asumió su participación en la Coordinadora Arauco Malleko en el
mismo año 2007.
Han pasado más de diez años
desde la muerte de Matías y desde el inicio de la reconstrucción del MAPU.
Creemos que el tiempo seguirá corriendo en contra del proyecto de organización
del anticapitalismo en la perspectiva de dejar la defensiva y pasar a la
ofensiva, si no hay una fuerza anticapitalista con voluntad de hacerlo y además
con suficiente arraigo en las clases populares y movimientos sociales
contrarios al modelo capitalista y dependiente, que impera en el país. El MAPU
debe ser parte protagónica de ese proceso, debe considerarse un destacamento
proletario con raíces originarias y multiculturales, integrado al conjunto de
fuerzas que tienen un objetivo común, el mismo por el que cayeron antes de ayer
Lefxaru y Miñchemapulongko, ayer Lincoyan Huenul y en nuestros días Lemun y
Kaxilew.
Las madres de Ariel Antonioletti, de los hermanos Vergara Toledo y de Matías.
Son un ejemplo para much*s compañer*s
que a los 50 se van a sus cuarteles de invierno y "no quieren más guerra".
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[1]
Pairican, p. 87. Cita a Víctor Muñoz Cortés, Sin Dios ni patrones. Historia,
diversidad y conflictos del anarquismo en la región chilena (1890-1990).
Ediciones Mar y Tierra, pp. 6 y 87.
[2]
Pairican, p. 116.
[3]
Ibíd., 116-117.
[4]
Ibíd., 117. En la cita de Carrillo, transcrita por Pairican, parece haber algún
error de sintaxis, pero se entiende la idea de la inconsecuencia entre los
traidores, agravada por la consecuencia de los que murieron por defender las
mismas ideas.
[5]
Id., ibíd.