Saludo de la Coordinación General del Movimiento de Acción Popular Unitaria MAPU a las mujeres trabajadoras
Imainalla
kachkanki, mamaikuna, panaikuna
Iorana koru’a,
Kamisaraki,
kullakanaka,
Mari mari
pu papai, pu lamgen,
Sensak
pichau,
Weheksyer
maqess na’
Queridas
compañeras:
Un saludo
fraterno para todas las compañeras trabajadoras. Las con salario y las sin
salario. Para las madres y las hijas de las luchadoras, las de ayer y las de
hoy . Para las que tienen a alguien en prisión. La lucha popular nos exige
actuar junt*s.
Hemos
llegado a este 8 de marzo, una vez más, en condiciones desfavorables para
nuestro propósito de ir generando las urgentes e imprescindibles transformaciones
que necesita nuestra sociedad para poder vivir en un sistema más justo, donde
los derechos de las trabajadoras y trabajadores sean respetados, así como todos
los derechos humanos, de los pueblos originarios y, en especial, los de la
mujer, por siglos postergados frente a la dominación patriarcal, que surge
desde que se crearon clases dominantes y pueblos sometidos.
Vivimos en
la tiranía del gran capital, acrecentada por un gobierno de ultraderecha
apoyado por la mal llamada “centroizquierda”, que siempre ha burlado los
derechos de la mujer. Los que hubieran podido en más de 30 años transcurridos
desde que se abrió un parlamento supuestamente elegido democráticamente, no han
hecho esfuerzos por legislar debidamente en favor de la mujer trabajadora.
Seguimos,
como hace más de un siglo, levantando la demanda de las pioneras en la lucha de
las trabajadoras, de “a igualdad de trabajo, igual salario que el hombre”.
En 30 años,
sólo migajas, como los falsos apoyos a las “emprendedoras”, que no pueden
competir con el gran capital y termina doblegadas ante la industria y el
comercio de los ricachones. No hay una política que beneficie a la mujer
empeñosa para el trabajo.
Pese a los
discursos oficiales, continúan los femicidios y no hay una educación formal ni
popular informal, para vencer las trabas milenarias impuestas por el
patriarcado, en el trabajo y en el hogar.
Hemos
tenido ministras, alcaldesas, gobernadoras, intendentas, parlamentarias, pero
la mayoría ha dejado esta sociedad injusta igual como estaba en los peores tiempos
de Pinochet y a veces aun peor, como viene sucediendo cada vez que hay nuevas
privatizaciones y más leyes represivas.
Esta
coyuntura es también desfavorable, porque no se plasma una verdadera unidad en
la acción de las organizaciones anticapitalistas. Actuamos en la dispersión y
la confusión.
Una parte
del feminismo ha abandonado las aspiraciones de la mujer popular y ve al varón
y a las organizaciones políticas intransigentes, como verdaderos enemigos. Ese
feminismo abandona la lucha sindical; cree centrar su acción en el
antipatriarcado, pero no visualiza que en el mundo de hoy, el patriarcado es
inseparable de la dominación de una clase sobre otra. Esa desunión se trata de
una cizaña sembrada por los mismos dominadores de la economía y de la política
mundial. Son los que han invertido el sentido del Día de la Mujer Trabajadora.
El ejemplo
de nuestras militantes hechas desaparecer, Elizabeth Rekas, Cecilia Magnet, la
sangre de Macarena Valdés, defensora de la Madre Tierra, víctima del
empresariado criminal, la sangre de luchadoras sociales y militantes
revolucionarias, como Norma Vergara, de Mónica Briones, Nicole Saavedra, Stefanía
Constanza Breve Neira y de tantas víctimas de la homofobia fascista, nos siguen
clamando desde la Ñuke Mapu. Y como somos Mapu Tierra, escuchamos ese clamor y
haremos justicia. Seguiremos en la lucha para generar las condiciones que harán
posible un Chile Popular, equitativo, solidario y fraternal.
Saludamos
las acciones populares llevadas adelante por mujeres sindicalistas, por las pu
papai y pu lamgen de la nación mapuche en su lucha ancestral, así como de las
kullakanaka, mamaikuna, na’, de todas las naciones de esta tierra. A las
mujeres que como nuevas Wakoldas y Anükeupü (Janequeo), apoyan la liberación de
sus pueblos y de sus hermanos y parejas. Junt*s l*s liberaremos, nos liberaremos.
Es el momento
de emprender un cambio revolucionario: en el hogar, en la escuela, en el
trabajo y en la sociedad. De reemprender la unidad revolucionaria. De logra la
equidad y el respeto, de hacer prevalecer los derechos al trabajo, a decidir
sobre el propio cuerpo, usando todas las formas de lucha.
A luchar,
hombres, mujeres, LGTBQ+, codo a codo, mano con mano, hasta la victoria final.
Las y los mapucistas las abrazamos fraternalmente.