Contexto
general y coyuntura
La política electoral debe ir en
concordancia con los objetivos principales, con el proyecto que marca fines y
medios para llegar al objetivo y con un análisis correcto de la realidad en que
estamos insertos.
El MAPU no desecha las elecciones
como espacio donde expresar las ideas-fuerzas y como escenario de un tipo de
lucha política. No podemos decidir participar de alguna forma en las elecciones
(o no participar) por “cuestión de principios”, sino por razones objetivas en
determinados momentos de acuerdo a la coyuntura, que va cambiando.
En coyunturas claves de la historia
del país, ha sido clara la decisión electoral, cuando se ha estado cerca de abrir
un camino para llegar a los objetivos principales, se ha participado con toda
la fuerza, como fue en 1970 con las elecciones presidenciales en que un voto
decidía ganar un gobierno popular o que el sistema dominante se mantuviese sin
cambio alguno. Escogimos lo que nos pareció correcto y no debemos
arrepentirnos, aunque el resultado a la larga fuese desfavorable.
En 1970 había posibilidades ciertas
de iniciar un proceso de cambios. Hoy no se ven posibilidades de que se
produzcan grandes transformaciones a partir del cambio de gobierno. Nuestra
capacidad de incidir en la decisión de por quienes votar, es mínima, no vamos a
producir la menor alteración. Pero nuestra decisión nos dejará marcados ante la
parte de la opinión pública y organizaciones populares con quienes nos
relacionamos.
En coyunturas recientes, hemos
optado por apoyar unas pocas candidaturas municipales (2008, 2012 y 2016) y en
elecciones presidenciales (2009-10 y 2013-14) hemos optado por anular el voto,
por no haber quien represente nuestros intereses y que convenga a nuestros
objetivos.
El momento actuar está marcado por
un período de relativo ascenso del descontento popular ante un sistema político
y un modelo económico corrupto y representativo de intereses mezquinos. El
descrédito de la “clase política” se ha manifestado en que en las
presidenciales del 2013-14, fue más la gente que no fue a votar, pudiendo,
respecto de los que votaron. Nosotros postulamos que no puede ser que la
desacreditada sea la política y planteamos que la gran tarea es politizar a las
masas, en torno a un proyecto revolucionario. Estamos en eso, por supuesto que luchando
contra la corriente. Incluso entre gente organizada con propósitos de cambio
radical, se habla en contra de la política: ¡políticos declamando contra la
política!, como cuando se dice que “el pueblo unido avanza sin partidos”. Los
grupos que dicen esto, terminan en la práctica siendo también partidos, con las
mismas prácticas que éstos. Los líderes y participantes de los movimientos
sociales son efectivamente políticos, sólo que no participan del sistema
político legal. Nosotros no vamos a denigrar a los partidos en abstracto,
debemos reivindicar el derecho y deber de organizar fuerzas políticas
revolucionarias y llegar a construir un gran partido que sea el “Estado Mayor
del proletariado”, de la gente de trabajo y de los pueblos.
Hemos llamado a convertir el
descontento en rebeldía organizada. Debemos propiciar la mayor participación de
las clases populares en todo tipo de organizaciones que representen nuestros
intereses de clase, frente al poder casi absoluto del Imperio y clases
dominantes. Como parte de nuestra estrategia, creemos que los pueblos y clases
populares no están derrotadas para siempre y que otro mundo es posible. El que
se crea derrotado, que viva aparte su propia derrota y nos deje seguir siendo
soñadores y luchadores.
Estamos de acuerdo en que la
realidad del país es detestable: hay injusticia social y muy pocos pueden
sentirse realmente satisfechos. A unos les va mejor que a otros, pero al precio
de trabajar para los explotadores sin descanso, lo que no es vivir plenamente.
Los que ganan un poco más se quejan de la delincuencia: si la hay, es porque el
sistema lo ha permitido, porque el capitalismo salvaje en que vivimos lleva a
desear y a acumular, y el que desea busca por todas las formas tener más y más,
lo que incluye delinquir para tener. El que se siente víctima de la
delincuencia, termina siendo infeliz también, como araña en su propia trampa.
No es un mundo feliz el que vive obsesionado con que no le quiten lo suyo. Las
mayorías trabajan mucho más de lo necesario para vivir decentemente, la jornada
laboral se extiende legal o ilegalmente, los ingresos no alcanzan. La miseria
que había en el Chile de los 60 sólo ha cambiado de forma y de color, las
carencias son otras, pero para la mayoría de la población no hay vida plena, no
hay satisfacción equilibrada de las necesidades vitales. Eso no es vivir. Para
entenderlo, un partido o movimiento que quiere liderar, debe conocer la
realidad plena del país, no tener una visión parcial, subjetiva, conocer las
distintas realidades de este país tan diverso. Hay que escuchar y conocer al
ciudadano de “medio pelo”, al llamado “chileno medio” (que es medio de todo...)
y también la voz de los más necesitados, los que no opinan en las redes
sociales pero no porque lo pasen muy bien. Está bien escuchar, leer a los
declamadores de las redes sociales, pero es bien bueno darse una vuelta por
Pudahuel y La Bandera, por las Compañías y la Antena, por el Agüita de la
Perdiz, por Coronel y Lota, por Temucuicui y Toltén, por Alto Hospicio y
Calama.
El Imperio pretende terminar
quitándonos lo mucho y poco de recursos que guardan nuestro subsuelo y nuestras
aguas, dulces y de mar, el gran capital financiero pretende aumentar la
plusvalía que nos chupan a diario, aumentando la edad laboral y jugándose nuestros
ahorros de toda la vida en las bolsas internacionales, para financiar sus
guerras invasoras y seguir el círculo vicioso.
El extremo austral está expuesto a
la voracidad de poderes fácticos enormes, por sus potenciales en agua y porque
tiene energías fósiles. No podemos seguir sordos a esta realidad, a la
intromisión cada vez mayor del sionismo, a través del gran capital, de los
medios de comunicación en que manifiesta su hegemonía, y de su influencia en la
“clase política”. Eso es un “temazo” y debemos ponerlo en el debate. Estos
poderes se compran a la clase política, incluyendo a los que ayer se decían
“nacionalistas” y está penetrando muy fuerte en los sectores que intentan
aparecer como la alternativa al duopolio. Pero estas fuerzas a veces ganan, a veces
pierden: Golborne “se chingó” como candidato a presidente, porque no supo
borrar las huellas de su corrupción; Hinzpeter no pudo imponer su ley de
represión. Incluso ganan más cuando se unen a la Nueva Mayoría. Por ejemplo,
Iván Fuentes, cuestionable personaje de la pesca artesanal, fue catapultado al
parlamento por una trenza de intereses, donde actuó el sionista Antonio
Horvath, y obtuvieron apoyo en el PDC, siempre dominado por estos intereses.
Horvath actúa en yunta con Lily Pérez, por algo será.
En una elección presidencial, los
medios de comunicación al servicio del sistema y los que le siguen el juego
levantando candidaturas “prometedoras”, sólo muestran figuras individuales: el
candidato Tal, la candidata Cual. Lo que no muestran es la maraña de vínculos e
intereses entre los candidatos y los poderes fácticos. Aparecen candidatos casi
desconocidos por las masas, pero los medios de comunicación se encargan de
hacerlos conocidos. Estos candidatos no ofrecen mucho, no tienen equipos de
trabajo para gobernar (futuros gabinetes), porque saben que no van a gobernar.
Las elecciones hoy están
contaminadas por una política pública creada para corromper y dividir: a los
partidos y candidatos se les subvenciona para que entren en el juego. Cada voto
que produzcan (y usamos la palabra producir porque esto es una nueva mercancía
bajo el modo de producción capitalista), tiene un precio que el Servel paga.
Incluso el Servel “presta” plata a los partidos como si fuese un capitalcito
con qué emprender su negocio, y después de las elecciones sacan cuentas. Por
eso es que va a haber muchos candidatos: el que está metido en la lógica del
sistema, no renuncia a ganarse unos pesitos a través de la profesión de ser
candidato. Por eso no se busca la unidad, no hay convenciones ni elecciones
primarias en favor de la unidad en torno a los principios y un programa: porque
no hay principios.
Pese a lo desalentador que es el
panorama, creemos que podemos parar la avanzada del capitalismo feroz. No
creemos en que haya una “tercera vía”, que es la pantalla progresista del
capitalismo, disfrazado de neocapitalismo, porque en la práctica es tan feroz
como el predominante. Un gobierno de tercera vía en Colombia no ha significado
ninguna ventaja para los colombianos; Ollanta Humala manipuló una imagen de
progresismo y nacionalismo, para ofrecer más de lo mismo en Perú y a su vez
dejarse manipular por intereses espurios. Un gobierno “progresista” en nuestra
América no puede prevalecer si no está acompañado de una fuerza popular enorme
e imparable. Los presidentes llamados progresistas en nuestro continente, si no
tienen esa fuerza, terminan destituidos, como el pasó a Zelaya en Honduras, a
Lugo en Paraguay, a Dilma en Brasil. En cambio, los gobiernos populares de
Venezuela, Bolivia y Ecuador han resistido, gracias a que son apoyados por una
gran corriente de poder popular movilizado en la defensa de los logros de sus
gobiernos. La tesis de la unión inseparable entre un gobierno popular y el
poder popular, planteada en Chile, junto con otros, pero muy claramente por
nosotros, por Rodrigo Ambrosio y el MAPU, demuestra ser correcta cuando vemos
la heroica resistencia venezolana y bolivariana, como asimismo fue correcto
declararnos revolucionarios y bolivarianos en 1972. Por eso, el MAPU resurge
con alegría y esperanza y se compromete fundamentalmente a trabajar por generar
poder popular, a partir de organizar el descontento y la rebeldía, para tener
los instrumentos que permitan a un gobierno popular vencer y sostenerse hasta
cumplir plenamente su programa y abrir las alamedas en que otras generaciones
entrarán al verdadero socialismo.
Planteado así, nuestro objetivo
principal será construir esa fuerza popular desde las bases: no bastará con
ganar unas elecciones para un gobierno que sea derrocado “por secretaría” o por
la fuerza militar, estatal o imperial.
En torno a ese objetivo,
plantearemos nuestra política electoral.
LA ELECCIÓN
PRESIDENCIAL
Hay gente a veces que se le olvida
que en este país hay elecciones en primera y segunda vuelta, y que en esta
carrera sólo uno gana y no hay segundo premio (salvo el dinero que el sistema
reparte a través del Servel, y que ha contaminado y corrompido todo el quehacer
de la democracia electoral, convirtiendo al “juego electoral” en un negocio para
grupos inescrupulosos que “inflan” su peso en la política, solo para obtener
recursos estatales. Esta constatación, evidente pero a veces no asimilada, debe
estar presente para orientar nuestro quehacer.
En general, la tónica predominante
es el poder sin contrapeso del duopolio. En las presidenciales, los que pueden
ganar en primera vuelta van a seguir siendo los del duopolio. Elegir presidente
no es como elegir alcalde: un alcalde puede ser electo gracias a la desunión de
sus contrarios, pero en las presidenciales existe la segunda vuelta y en ella
se manifiesta todo el maquiavelismo del sistema. Valoramos las experiencias de
triunfo de alcaldías y concejos municipales que pusieron fin al duopolio, aun
aunque esto tiene sus bemoles y el duopolio hará lo posible porque estos
experimentos fracasen. Incluso debemos apoyar esas experiencias, porque abren
un potencial de espacio a favor de que se generen y manifiesten gérmenes de
poder popular. Sobre la contienda electoral local, volveremos al hablar de la elección
de parlamentarios.
El duopolio sólo puede ser vencido
si se manifestase una gran fuerza desencantada y a la vez efectivamente activa,
jugándose por los cambios. En 2013 algunos creyeron en candidaturas
alternativas, que no sumaron más que el histórico porcentaje de la izquierda
electoral, y no basta con echarle la culpa a que los que creían y discurseaban,
el día decisivo no fueron a votar. No basta con decir que el 51% de abstención
es una manifestación de rebeldía popular, porque no fue así y lo sabemos. El
duopolio mantiene un enorme poder de comprarse los votos con su aparato de
organizaciones de base, con su presencia en los medios de comunicación y hasta
en las redes sociales, usando un método terrorista: meterle miedo a las clases
populares con el triunfo de un gobierno de derecha.
Está de más decir, el MAPU no va a
apoyar a la candidata/o de la Nueva Mayoría.
La apuesta principal de la Nueva
Mayoría, va a ser meterle miedo a la gente en general, con un gobierno de
ultraderecha. Pero ya tuvimos a Piñera y el país no cambió tanto, ni a favor ni
en contra. Se acentuaron algunas contradicciones, pero lo mismo ocurre cuando
gobierna la NM. ¿Quienes tienen que salir a la calle a oponer un frente
triunfador contra Piñera? Sólo los que se estén beneficiando de la NM y teman
que se les acabe su negocio. Nosotras/os no estamos entre esos.
POSIBLES ESCENARIOS
TRAS LA ELECCION DE PRESIDENTE
Postulamos que cualquier gobierno
del duopolio tiene su lado favorable y su lado adverso para nuestros
propósitos.
Si gobierna la Nueva Mayoría, esta
vez sí que va a ser la última oportunidad para que la gente le crea a este
conglomerado de neoliberales. Si no lograron ninguna reforma considerable entre
el 2014 y el 2018, menos van a poder hacerlo en un nuevo gobierno, porque a
ellos no les convienen las reformas. Los poderes fácticos no van a dejarlos
ceder en nada, no van a poder realizar cambios considerables al sistema
neoliberal. Pero el descontento sí debe manifestarse y eso supone comprometerse
de lleno en hacer conciencia de que este nuevo gobierno una vez más no
satisfará los intereses del mundo popular, y acumular fuerzas para un cambio
trascendente.
Si gobierna la otra derecha, también
será la última oportunidad de quedarse en la Moneda. Una derecha que ofrece
cambio, trabajo, fin a la delincuencia, etc., debe ser denunciada desde ya,
porque entre 2010 y 2014 no hicieron nada de lo ofrecido. Pero si llegan a
engañar a la mayoría de las y los votantes, en un nuevo gobierno tampoco van a
cumplir. Esta alternativa también supone denunciar a diario al gobierno
derechista y la derechización de las políticas públicas, aunque no creemos que
la NM vaya a mejorar la oferta de éstas, salvo en lo que signifique conseguir
apoyo a partir de políticas asistencialistas. Pero la ultraderecha también
podría jugar al asistencialismo y al populismo, acaso con más determinación y
efectividad.
Una u otra opción pueden llevar a acentuar las contradicciones del
sistema capitalista. Aquí lo que importa es estar bien posicionados como
organización (y como parte de una izquierda anticapitalista no bien
coordinada), para aprovechar la situación que se producirá, denunciando el
agotamiento del modelo capitalista neoliberal y llamando a levantar una
alternativa de cambios trascendentes en favor de las grandes mayorías
populares. Lo que no puede pasar, es que ante cada nueva crisis del sistema,
sigamos desunidos como izquierda anticapitalista y con una ínfima capacidad de
conducción y de incidencia ante esas mayorías. Realizar una efectiva acción
popular y unitaria, debe ser nuestro principal esfuerzo.
Como conclusión, ya que no podemos
incidir mayormente en el resultado electoral, no debemos dejarnos desesperar
por seguir una u otra opción. Es muy claro, debemos denunciar el chantaje de la
NM, ya que lo que ofrecen no es mucho mejor que la oferta de la ultraderecha.
POSICIÓN ANTE EL
FRENTE AMPLIO
En 27 años de gobiernos
neoliberales, era esperable que un destacamento de gente un poco más honrada y
con principios y valores más sólidos y consecuentes con una utopía de cambio
social, hubiera abandonado el barco triunfante del capitalismo salvaje
conducido por la Concertación. Era esperable que un destacamento a favor de los
cambios, se hubiese desencantado del incumplimiento de promesas y del engaño
hacia las clases populares, y por sus valores hubiera renunciado a ser parte de
la comilona de los que están en el poder. Pero eso no ocurrió realmente. En los
últimos años, unos pocos “díscolos” han dejado parcialmente el bloque en el
poder, creando nuevas orgánicas políticas, pero no se ve que se hayan
arrepentido de sostener las mismas políticas. Navarro y otros dejaron el PS,
pero siguieron en la órbita de la Concerta y de la NM. Algunos pequeños grupos
han dejado el PS pero no entran a hacer política en el campo popular, se
mantienen en la espera cupular: es su ADN, hacer la política “desde arriba” y
sin arriesgar nada, sólo buscan qué ganar a través de las elecciones. De hecho,
los jóvenes “emblemáticos” de la supuesta nueva generación de políticos con
aceptación popular, que son Boric y Jackson, llegaron al parlamento por su
aceptación por parte de la NM, que le puso los votos necesarios: votos que
acaso no tengan ellos ni sus partidarios, en caso de irse por fuera del bloque
oficialista.
Era esperable que dejasen la NM, los
políticos más honestos, que sí que los hay en cada partido de ésta. Pero eso no
es lo que ha pasado. La mayoría de los operadores de la NM siguen donde mismo.
Y, por supuesto, ésta cuenta con toda la fuerza que le proporciona el PC, que
desprestigiado y todo, sigue siendo creíble para sus partidarios, tan poco
formados en un espíritu libre y en una conciencia crítica.
Desde hace cerca de un año, ha
aparecido el Frente Amplio. Pero no era lo que estábamos esperando. Deseábamos
que abandonase el capitalismo feroz una fuerza de gente de izquierda, moderada
por cierto, pero honesta y dispuesta a compartir sacrificios como los que las
grandes mayorías han padecido en estos 27 años de engaños. Lo que ha pasado es
que se ha formado un alineamiento que es un cambalache donde se encuentran
estos ciudadanos honestos con vocación de servicio popular, junto a personajes
de dudosa reputación, junto a otros que son progresistas en unos aspectos y
retrógrados en otros, y el llamado Frente Amplio se ha abierto a recibir hasta
nazi-fascistas, como Eduardo Díaz Herrera, ex Patria y Libertad, demagogo,
falso amigo de organizaciones mapuche, lo que hubiese sido muy positivo, si
fuese un buen arrepentido y ayudase a decir a la justicia y a los pueblos,
dónde están los restos de las víctimas que cívicos como él, junto con los
militares, hicieron desaparecer. Pero en esta obra de teatro del absurdo, los
ex criminales son bien venidos y sin preguntarles nada se ponen a la altura de
los personajes bien evaluados que forman parte de este agrupamiento.
Por otra parte, hay organizaciones
populares que se han acercado al FA por el interés de llegar a las elecciones:
el FA les presta tribuna y ellos también quieren darse a conocer. El problema
es que la “izquierda del FA” le incomoda a la derecha del mismo. Vamos a ver
pronto quien tiene la batuta.
El FA se ha mostrado como amplio en
ideologías e intereses, pero estrecho en cuanto a la forma en que se toman las
decisiones en su interior. Las decisiones las toma una cúpula. No hay señales
de que vayan a realizar primarias para dirimir la diferencia de opciones que
hay en su interior.
EL FA no fue tan amplio como para abrirse a la inclusión de Marcel
Claude ni de Alejandro Navarro. Es importante el papel y el peso de Revolución
Democrática dentro del FA y por su capacidad “entradora” y su vocación de
poder, se le ha comparado con el MAPU de 1969-1973. Pero la comparación no hace
pensar en los mapucistas de las clases populares, sino en los camaleones que
traicionaron los valores de mayo del 69 y llegaron a cualquier precio al poder.
Nuestra forma de actuar en política,
y especialmente en política electoral, debe estar en coherencia con nuestra
propuesta valórica y programática. Si hemos sido partidarios del centralismo
democrático para nuestra organización, y tratamos de dar el ejemplo, es porque
también esperamos que haya democracia y protagonismo popular en una decisión
tan importante como la de formar una alternativa para gobernar. Como en el FA
no se ve capacidad de consultar a las bases populares, no podemos hacernos
parte de su accionar.
Las decisiones electorales,
decíamos, se toman a partir de asumir programas o plataformas de acción. El FA
tiene un programa de gobierno bastante demagógico, del FA, pues no queda claro
cómo sería posible llevarlo a efecto. No está suficientemente clara la función
de los movimientos sociales, de los pueblos organizados, lo que es la base para
cualquier programa de cambios sustentables: en otros términos, no aparece la
función del poder popular. Sólo se ve una alternativa al duopolio, pero acaso
sin mayores diferencias en cuanto al acto de gobernar. Una alternativa así, es
sólo competencia por quedarse en los puestos de poder. Eso no nos atrae
mayormente.
Además tenemos que prever qué va a
pasar con la o el candidato del FA en la primera vuelta. Si sale tercero o
peor, nada que hacer. Si no gana a la primera, con mayoría absoluta (cosa que
es casi imposible que pase), va a quedar entre los dos ganadores que irán a la
final.
Si la segunda vuelta es entre el FA
y la derecha (Piñera, lo más probable), buena parte de la NM va a decidir
apoyar a la derecha, que representa mejor sus propios intereses.
Si la final es entre el FA y la NM,
la derecha en pleno no tiene dónde perderse y va a apoyar a la NM.
No basta con abanderarse por el que habla mejor y que hace creer que
puede ganar, porque si no gana lejos a la primera vuelta, en la segunda va a
quedar expuesto a las maniobras maquiavélicas del duopolio.
Como dijimos, las elecciones están
contaminadas por la plata que se da a cada candidato. No es posible creer todas
las promesas, porque son demagógicas y se busca a través de ellas, conseguir
más votos, más plata. El FA está dentro del negocio y el que quiera hacer
negocio con ellos, que lo haga directamente. Nosotros no nos vamos a hacer
socios minoritarios de este negocio.
Lo que es valorable en el accionar
del FA, es que han podido levantar un discurso contra el duopolio y han
generado conciencia de que es posible levantar una alternativa contra la
corrupción y el sistema capitalista feroz.
El riesgo de la opción por el FA es,
en primer lugar, que no sean capaces de enfrentar la corrupción y terminen de a
poco asimilándose al sistema, lo que ha pasado una y otra vez con fuerzas
políticas de “tercera vía”, como lo fue la “Revolución en Libertad” en los años
60 y lo fue el arco iris de la Concertación en los 90.
En cualquiera de los escenarios, es
indispensable mantener la opción por generar a través de cada acto de la política,
una mayor conciencia entre las clases populares, de que hay que poner fin al
sistema del capital sin creer en sus engaños. Dado que no hay condiciones para
un cambio radical, la tarea central sigue siendo generar la conciencia y la
voluntad de cambios a nivel de las grandes mayorías populares, con un eficiente
trabajo de base, clasista y comprometido en las luchas populares. Es
indispensable de que las fuerzas anticapitalistas se aglutinen con valor y
honestidad en pos de un programa revolucionario. Es posible transformar la
realidad de este país, pero se necesita un enorme esfuerzo. Seguiremos
confiando en que la historia la hacen los pueblos, y que no se puede seguir
retrasando el reloj de la historia. Nuestro esfuerzo es válido y nos comprometemos
en no abandonar esta lucha.
A la fecha es prematuro hablar de la
elección parlamentaria, pero debemos analizar qué hacer para apoyar cualquier
alternativa en que se presente una efectiva oportunidad de que a niveles
locales, regionales, se puedan hacer viables las aspiraciones de las clases
populares. Sabiendo que el próximo parlamento seguirá representando los
intereses del duopolio, tenemos que generar un plan para cambiar por fin esta
situación. Por ahora, ni el anticapitalismo ni el neoliberalismo han demostrado
estar en condiciones de alcanzar posiciones considerables en el poder
legislativo. La desunión, los caudillismos, los intereses poco honestos de
algunos conglomerados, la incapacidad de asumir los errores y debilidades, han
atentado en su conjunto contra la unificación de las fuerzas más conscientes y
decididas de la izquierda en Chile. Procurar una acción popular unitaria y
revolucionaria, seguirá siendo nuestro objetivo más inmediato e imprescindible.
A convertir el
descontento popular en rebeldía consciente y en poder popular.
MAPU
Coordinación
Política. Junio de 2017