No queremos hacer un homenaje más, decir palabras amorosas para las mujeres que luchan, las que han sufrido, las que son imprescindibles, en sus familias, en sus organizaciones, en sus pueblos.
Queremos compartir vivencias, situaciones dolorosas, injustas, también situaciones que nos alegran, ejemplos que nos dan vida.
Queremos dejar en la memoria estos ejemplos, sacar a la luz estas injusticias y destacar cómo hay compañeras que, una vez más, se organizan, sacrifican su tiempo, sus intereses, por los intereses y por el bien de todas y todos: de todas nuestras hijas e hijos, de sus propios compañeros, vecinas y vecinos, colegas. Reciban nuestro saludo fraterno.
ENVIADO POR AQUILES CÓRDOVA:
Dentro de las principales reivindicaciones por las cuales luchaban y luchan las mujeres trabajadoras, cuyo día Internacional es hoy 8 de Marzo, se encuentra EL FIN DEL TRABAJO INFANTIL y ello era no sólo en su calidad de trabajadoras, sino que también en su calidad de madres. Por que no se trata este tema hoy en día, rara vez se menciona, incluso en las organizaciones femeninas.
¿Cual es la situación Hoy?
La niña-mujer y el trabajo infantil - tamboreras de Brasil - Mensaje y poemas de Gioconda Belli, poeta nicaragüense.
ENVIADO POR ITCIAI CATEPILLÁN RUBILAR (desde Venezuela):
Familia de chilena asesinada en guarimba envía carta a diputados venezolanos
http://www.radiomundial.com.ve/article/familia-de-chilena-asesinada-en-guarimba-env%C3%ADa-carta-diputados-venezolanos?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook
Homenaje a la
mujer trabajadora, a la esposa y madre, a la luchadora social, en la persona de
Elena Muñoz, viuda de Sergio Maureira Lillo.
Por Carlos
Maureira Navarrete – MAPU Conchalí
A días de conmemorarse el día internacional de la mujer, debemos
mencionar a una mujer que vivió un dolor que difícilmente podemos dimensionar,
que es perder cuatro de sus hijos y un esposo. Elena Muñoz, esposa de Sergio
Maureira Lillo compañero y militante MAPU, detenido y desaparecido junto a sus
cuatro hijos el 7 de Octubre de 1973, cuyos cuerpos aparecieron enterrados
cinco años después de su detención en los Hornos de Lonquén.
Elena
Muñoz recorrió distintos lugares indagando el paradero de su esposo y sus cuatro hijos: Tenencia
de Isla de Maipo y otras comisarías, cárceles, recintos habilitados como
centros de detención (Estadio Nacional, Estadio Chile), SENDET, Instituto
Médico Legal, Ministerio de Defensa; también envió cartas a recintos de
detención en otras ciudades, sin lograr respuesta positiva.
Desde su desaparición Elena Muñoz no sólo tuvo que
luchar por la búsqueda de sus hijos, sino también mantener a su familia, ya que
aún tenía ocho hijos de los cuales seis eran menores de edad.
Pero su dolor no terminó ahí, una vez conocido el
hallazgo de Lonquén e identificadas las víctimas los familiares se congregaron
junto a cuatro mil personas a mediados de septiembre de 1979 en la Iglesia
Recoleta Franciscana a la espera de la entrega de sus restos para realizar la
misa fúnebre y su posterior entierro en el Cementerio General de la capital
chilena. Pero los restos fueron sacados esa noche del Instituto Médico Legal,
violando la resolución del fiscal militar, y lanzados mezclados unos con otros
a una fosa común.
Años después y a través de un proceso judicial
producto de la lucha y presión de las familias de las víctimas, en el año 2006
los restos fueron exhumados de la fosa común y se inició un proceso de
identificación. Por fin el año 2010, terminado el proceso de identificación,
Elena Muñoz pudo enterrar con dignidad a su esposo (a nuestro compañero) y a
sus hijos, una vez comentó que se trataba de su “último deseo que me separaba
de la tumba, ahora podré morir en paz”. Elena Muñoz actualmente tiene 93 años y
vivirá varios más.
En su nombre conmemoramos a miles de mujeres
oprimidas, violentadas en sus derechos, sin embargo, con su fuerza se levantan
y nos dan una lección de vida que nos obliga a continuar la lucha por justicia
e igualdad. ¡Por ellas que nunca se rindieron! ¡Ni perdón Ni olvido!
Mapu Conchalí
Por Osvaldo Aravena
"Llamar a las mujeres el sexo débil es una calumnia; es la
injusticia del hombre hacia la mujer". Mahatma Gandhi.
Fue un 7 de
octubre de 1973 cuando la vida de Elena Muñoz cambió para siempre. Elena se
había casado con Sergio Maureira Lillo con quien tuvo 12 hijos. Fue un domingo
cuando un grupo de Carabineros llegó hasta su hogar y se llevó detenido a su
marido. También a cuatro de sus hijos.
Comenzaría
así un largo calvario en la búsqueda de sus seres queridos. Un atisbo de verdad
se develó a fines del 78, cuando un campesino -mediante confesión a un
sacerdote- contó que en unas minas de cal de la localidad de Lonquén existían
restos de varias personas. Eran los 15 campesinos cuyas vidas habían corrido la
misma suerte ese fatídico 7 de octubre.
37 años
pasaron para que casi todos los mártires de Lonquén tuvieran sus funerales. Y
recién ahora -43 años después- culminan las pericias a los restos realizadas
por el Servicio Médico Legal.
Llegamos un
domingo de marzo a la casa de la señora Elena. Está ubicada en la calle “Nueva
Esperanza” de la comuna de Isla de Maipo, alentadora coincidencia: ahí vive
ella, una mujer de 94 años que está en la plenitud de su conciencia, con un
pequeño problema de audición –eso sí- que no le impide expresarse con lucidez.
Vive con su
hijo Juan Luis Maureira. Él arrienda una parcela, que trabaja como agricultor.
Cuando él está trabajando, acompaña a Elena, su amiga de hace más de 25 años
Eliana Diaz.
Elena es
generosa en sus recuerdos. Evoca a Sergio, su marido. “Lo conocí en Viluco. Yo
tenía 20 años y él 16. Después de conocerlo yo me vine a Isla de Maipo ya que
mi papá y mi mamá -cuando supieron que estábamos pololeando- me trajeron de
allá. Él venía todos los días domingo a verme, hasta cuando nos casamos. Mi
papá y mi mamá lo querían mucho porque era muy trabajador. Yo con él viví muy
bien, era muy bueno, muy cariñoso, muy trabajador”.
Los ojos de
la señora Elena se humedecen de emoción al recordar a quien llama “mi viejo”.
Cuenta con
entusiasmo de esos primeros años en familia, como fueron llegando los doce
hijos. De ellos sobreviven cuatro mujeres y cuatro hombres. Nos habla también
de sus padres. Su papá Armando Muñoz, el “llavero” del fundo donde vivían en
Viluco (comuna de Buin), de sus tres hermanas mujeres y su hermano varón.
La señora
Elena se motiva hablando de sus años junto a su marido y sus pequeños hijos.
“Vivimos primero en Santa Victoria, vivíamos en un ranchito de paja, y después
nos vinimos a Isla de Maipo”.
Y cuando su
memoria la lleva a la temprana ausencia de sus 5 familiares asesinados, nos
dice… “Dios siempre me ha dado la fuerza para seguir adelante y estar hasta
aquí de pie. Y los derechos humanos, (alude al mundo de los derechos humanos)
siempre me han apoyado y acompañado, nunca me han dejado sola” y continúa: “las
veces que hemos estado en los Hornos, mucha gente nos ha acompañado, hasta la
Presidenta”.
Elena
Muñoz, celebró el año 2011 sus 90 años de vida con una linda fiesta, donde
además de familiares nos invitó a quienes hemos acompañado su caminar y el
de los otros familiares de los mártires de Lonquén. Esa noche, ella fue el
“alma de la fiesta”. Cantó, recitó, hizo chistes y entusiasmó con su alegría a
todos sus invitados.
Cuando
regresé esa noche a mi casa, no podía dejar de preguntarme ¿Cómo esta mujer que
vivió un hecho tan dramático, perder en un instante a su compañero de vida y cuatro
jóvenes hijos, pudo sobrellevar su vida? ¿Cuál es la fuerza interior que la
mantuvo en pie?
La verdad,
ella reiteradamente señaló como lo más importante su fe en Dios. Pero junto a
ello, el salir adelante junto a sus ocho hijos, caminar el largo camino de la
verdad y la justicia, y encontrarse en ese camino, con otras madres, esposas y
hermanas con el mismo dolor y anhelo fue -sin duda- el combustible esencial
para vivir y seguir adelante.
Nunca
podremos conocer los fueros internos de otras personas, nunca podremos saber
las veces que Elena, en la soledad de su conciencia y memoria, pareció
rendirse, y a la vez logró pararse.
Pero sí
sabemos de su ejemplo, sí sabemos de cómo su vida, alentó otras vidas
consciente e inconscientemente. Junto a Sola, Viviana, Carmen, María y tantas
otras, alentó las luchas por la verdad y la justicia. Logró que el ¿Dónde están? de ellas, se transformara en el ¿Dónde están? de todos.
Se acerca
la hora de almorzar y le pido que antes de irme, pueda fotografiarla. Elena se
pone de pie, y le pide a su amiga Eliana que le ayude a sacar el delantal. No
es necesario le digo… y Eliana me dice “nooo, si es pretenciosa también”
sacando una sonrisa de ella.
Caminamos
hacia un verdadero altar donde están las imágenes de Sergio, su marido, y de
Rodolfo, Sergio, Segundo y José, sus cuatro hijos. Y antes de llegar a él, me
dice que quiere recitarme una poesía. Muchas gracias, le digo, con no poca
emoción, y comienza…
“Una
paloma blanca, que del cielo bajó
Con sus
alas abiertas, y en el pico una flor
En
la flor una lima, y en la lima un limón
Mari,
mari morena son los rayos del sol
Si
tu madre lo sabe qué dirá, que dirá
Que
tendrá que decir… ¡Que tendrá que decir!
Yo
te estimo y te adoro y me muero por ti”
Con Eliana
la aplaudimos, y la abrazo por el regalo poético de esta mujer imprescindible.
Le digo que esta conversación, se la llevaré cuando esté publicada, como un
regalo. Por el privilegio de haber compartido en la intimidad de su hogar, sus
vivencias y reflexiones.
En tiempos
donde las mujeres enarbolan sus reivindicaciones y se organizan para dotar de
igualdad los avances de nuestra sociedad, es importante mirar estos ejemplos de
vida. Mujeres como Elena, son huellas que al seguirlas, dotan a cualquiera de
más esperanza y -sobre todo- más dignidad.
Semblanza de una luchadora imprescindible: la Yoko
A fines del año 1968, paso por la
sede de la DC, de La Cisterna (por curiosidad) y en la JDC, están expulsando a
un militante por comunista (Edo Henríquez Paredes). Regreso en marzo del 69, y
encuentro a Eduardo, como presidente de la misma. Bueno, estuve asistiendo
algunos días y con motivo de la "Matanza de Puerto Montt", y en
mayo ingreso al Mapu (Nunca fui de la JDC).
Con la llegada de la UP, se hacían
las reuniones en la Gobernación de San Miguel, dónde era Gobernador Alejandro
Bell. Bueno de allí, a Mario Jerez y a la que habla nos envían a trabajar a la
Corporación de Obras Urbanas, dónde era jefe de personal Nelson Roumat Guzmán (un
traidor que Pinochet lo designó alcalde por San Antonio).
Desde el año 1971, trabajé en el
Regional Santiago Centro, participando en cada una de las misiones que me
encomendaron.
Los mapus que trabajábamos en la COU,
y haciendo memoria, con poca experiencia política y además teniendo a un
"Traidor" entre nosotros, nos encontrábamos muy poco organizados para
el momento del golpe, tal es así que acordamos que: En cuanto supiéramos del
golpe, nos reuniríamos una hora después, en Arturo Prat con la Alameda (eso era
una ridiculez). Todos dispersos y a modo de justificación, terminé trabajando
en contra del dictador con los compañeros del PC, del trabajo y otros que
estaban cerca de mi casa.
El 7 de Octubre de 1976, fui exonerada
de la COU. Continúe, trabajando con el PC, eso sí que ellos teniendo muy claro
que yo era Mapu (creo que pensaron que lograrían que militara, lo que nunca
hice).
En el año 1994, y por casualidad me
vuelvo a encontrar con Eduardo Henríquez, él me explicó que sólo estaba el
MOC. Luego de la división producida en el último Congreso en el que
participé (2007), continué mi militancia en el Mapu Histórico.
A grandes rasgos es todo lo que
puedo contar queridas/os compañeras/os.
Un fraternal abrazo de Gioconda
(alias la Yoko).
HOMENAJE GRÁFICO DEL MAPU A LAS LUCHADORAS DE AHORA Y DE SIEMPRE
LOS Y LAS MAPUCISTAS SALUDAMOS A LAS MUJERES TRABAJADORAS, CONMEMORANDO A LAS QUE CAYERON Y A LAS QUE HOY TRABAJAN LUCHANDO POR LA LIBERACIÓN DE LOS PUEBLOS Y DE LAS CLASES POPULARES.