Hoy 5 de enero sería el cumpleaños Nº 81 de Rodrigo Ambrosio.
Nuestro homenaje siempre
será seguir en la construcción que Rodrigo comenzó con tanta fuerza y entrega
hasta el fin.
RODRIGO AMBROSIO
José Rodrigo Ambrosio Brieva nació en Chillán el 5 de
enero de 1941. En 1956 egresó del Colegio Seminario de Chillán e ingresó a
estudiar sociología a la Universidad Católica. Estudió Derecho en la
Universidad de Chile y se perfeccionó en L’Ecole Practique des Hautes Etudes en
París, Francia.
Como joven universitario de su época, creyó en las esperanzas de cambio que
proponía para Chile un partido de reciente creación, la Democracia Cristiana
(nacida en 1957). Entró a militar en la Juventud
Demócrata Cristiana (JDC)
en 1958 y dadas sus relevantes capacidades, fue becado para estudiar un
postgrado en Europa. Su estadía en Europa le cambió la forma de ver el mundo.
Conoció a una izquierda fuerte, confrontacional, a movimientos cristianos
renovadores, vivió los años del Concilio Vaticano y de las críticas tanto a las
viejas burguesías, a la anquilosada Iglesia y a los gobiernos socialistas, cuyo
burocratismo ya era motivo de fuerte oposición de izquierda y de derecha. Llegó
a Europa en 1963 con las ideas del social-cristianismo, de la “revolución en
libertad” de Eduardo Frei (que poco después triunfaría y llegaría a ser
Presidente) y volvió a Chile en 1966 con nuevas concepciones, como el marxismo,
del cual Ambrosio siempre dijo que era un instrumento para conocer e
interpretar la realidad, y no un dogma ni un tabú.
Ambrosio lideró entre
1966 y 1969 el sector de la Juventud Demócrata Cristiana (JDC) que exigía
cumplir los cambios que Frei y el Partido habían prometido al pueblo de Chile
en 1964. Por sus exigencias y su condición consecuente con los valores que les
habían inculcado, se fueron distanciando del Partido, que se derechizó estando
en el gobierno, por lo que fueron llamados los “rebeldes”. Conocieron de cerca
la corrupción del PDC y los errores del gobierno, como la matanza del mineral
de El Salvador, el 11 de marzo de 1966.
En 1967 Rodrigo
llegó a la Presidencia de la JDC y ejerció el cargo por un año, siendo sucedido
en 1968 por Enrique Correa Ríos, otro dirigente del ala rebelde.
En la noche del
9 al 10 de marzo de 1969 se produjo la matanza de pobladores de Pampa Yrigoin,
en Puerto Montt. Desde esa fecha, los rebeldes decidieron retirarse del PDC. En
mayo de ese año, Ambrosio y otros dirigentes, junto a dos senadores y un
diputado, renunciaron al PDC y formaron el Movimiento de Acción Popular Unitaria MAPU.
En 1970 ejerció
como profesor de sociología en la Universidad de
Concepción, y a la vez fue uno de los miles de militantes que trabajaron
por el triunfo de Allende en las elecciones presidenciales. Terminadas éstas y
estando Allende por asumir el gobierno, el MAPU se dio a la tarea de celebrar
su Primer Congreso el 1° de noviembre de 1970, en el cual Ambrosio fue elegido
Secretario General, el cargo máximo de dirección.
En todo 1971,
Ambrosio se dedicó por completo al MAPU. Viendo que el Movimiento necesitaba
legalizarse como partido, la Comisión Política decidió buscar las 10 mil firmas
que un partido necesitaba para ello. En pocos meses lograron reunir más de
30.000 firmas. La campaña culminó con un acto en el Estadio Nataniel, al que
asistió el Presidente Allende.
Le tocó estar a la cabeza del partido en un tiempo duro para el gobierno popular. La DC endureció su posición, especialmente desde que en junio de 1971 se produjo el asesinato de Pérez Zújovic. La derecha asumió posiciones golpistas, provocaron desabastecimiento, intentaron generar inseguridad en el país. En diciembre de 1971, la ultraderecha organizó la “marcha de las ollas vacías”, echando cobardemente a las mujeres del barrio alto a las calles a protestar contra el gobierno popular. Ambrosio casualmente yendo en un vehículo se encontró con la marcha, algunas mujeres y matones de Patria y Libertad lo reconocieron, atacándolo hasta provocarle un traumatismo encéfalo craneano. El 19 de diciembre, ya recuperado, presentó uno de sus discursos en el cierre de un pleno del MAPU, en un Teatro Caupolicán lleno.
Los primeros
meses de año 1972 transcurrieron en un contexto de gran confrontación entre el
gobierno de Allende y la oposición. También se vivía un contexto internacional
donde estados Unidos comenzaba a perder la guerra de Vietnam. Ambrosio, a cargo
del MAPU, tuvo que enfrentar múltiples tensiones y al mismo tiempo fue invitado
a una gira por los gobiernos socialistas de Vietnam, Laos, Camboya, Corea del
Norte y China. En 1972 la CUT llamó a elecciones para su directiva, donde
votaron las y los trabajadores sindicalizados. El MAPU se puso en campaña con
una lista de dirigentes de todo el país, por lo que para los dirigentes fueron
frecuentes las actividades de campaña.
El 18 de mayo de
1972 se realizó una proclamación de candidatos en Valparaíso, y Ambrosio fue
invitado a presidir el acto, concurriendo junto con Eduardo Rojas,
sindicalista, uno de los principales candidatos a la dirección de la CUT. De
regreso por la Panamericana Norte, en las primeras horas del viernes 19 de
mayo, cerca de Tiltil, el pequeño auto Fiat 600 chocó con un camión
estacionado. Rodrigo sufrió el impacto y falleció mientras era trasladado a
Llay Llay. Este accidente provoca dudas hasta hoy.
En las
elecciones de la CUT de mayo de dicho año, el MAPU alcanzó la cuarta votación
más alta, después del PC, PDC y PS, por lo que se constituyó en la tercera
fuerza de la izquierda.
Fue muy difícil
para el MAPU, recuperarse de la muerte de Ambrosio. Se produjeron nuevos
desacuerdos. Las contradicciones no fueron resueltas correctamente, “en el seno
del pueblo”, el 2° Congreso fue realizado en diciembre de 1972, tras el cual se
llegó a la división del Partido, en marzo de 1973.
Rodrigo Ambrosio
dejó un legado teórico y práctico que se puede resumir diciendo que fue crítico
al llamado “socialismo real”, es decir la realidad de la Unión Soviética y de
los países socialistas alineados con ella. Pero a la vez respetó las
tradiciones, valores y forma de organización de los partidos inspirados en el
leninismo, sistema que transmitió al MAPU, a la vez respetó al Partido
Comunista de Chile pero a la vez se hizo que éste respetase al MAPU: les dijo,
“la experiencia no siempre es cuestión de edad” y “nacimos a caballo, no nos
asusta topear”.
Rodrigo, crítico
al burocratismo y a la inflexibilidad de un PC, también fue crítico de un PS
inorgánico, dividido en múltiples fracciones y grupos acaudillados por líderes
parciales.
Su propuesta fue
un movimiento que rescataba lo mejor de las tradiciones, sin contradicción con
asumir los nuevos énfasis de la izquierda de los años de 1960 y que aportaba el
modo de ser de un mundo juvenil que rompía con los viejos esquemas opresores.
Este movimiento, representó una nueva alternativa para hacer política entre
sectores populares y juveniles no suficientemente interpretados por la que ya se
llamaba “la izquierda tradicional”. Esta renovación, dio nueva fuerza a la
izquierda toda.
El MAPU comenzó
con mucho empuje, porque lograba interpretar las ideas de jóvenes y adultos que
necesitaban expresarse en una alternativa política que hasta entonces no había
surgido con la claridad y la corrección que ellos vieron en este nuevo
referente político.
Ambrosio tenía
una concepción de Partido que acaso no alcanzó a teorizar o a sistematizar
debidamente, pero que se expresó en la práctica que logró instalar dentro del
MAPU: crear a la vez un movimiento de masas y un partido de cuadros, todo eso
en una sola organización. Hoy, que se cuestiona la instrumentalización que
hacen casi todos los partidos, respecto de las organizaciones de masas, la
concepción ambrosiana sería una alternativa para superar la contradicción. Como
movimiento, el MAPU se levantaba con mucha amplitud de criterios, con
flexibilidad, sus militantes buscaban agrupar amplios sectores sociales detrás
de las tareas de reivindicación de los derechos básicos. Como partido, buscaba
entregar conducción política para no quedarse en las peticiones básicas,
sectoriales e inmediatas: buscaba establecer correctamente la estrategia de
liberación para las clases. Cada militante tenía el deber de formar parte de un
“frente de masas”: al Partido no se venía a hablar, no había espacio para
“revolucionarios de café” o discurseadores. La agitación, la propaganda, el
reclutamiento, no eran valores de por sí, eran los medios para crecer, porque
el fin estaba en lograr los objetivos liberadores de la clase proletaria.
Rodrigo, en los
cortos pero intensos años en que hizo de fundador destacado y de secretario
general, tuvo que enfrentar dos
posiciones de la militancia, que se consideraban “desviaciones”: constituirse
como partido de centro o centro-izquierda, sin jugárselas por posiciones de
compromiso con la izquierda, como teniendo miedo a hablar de revolución, o por
el contrario, constituirse en organización subversiva, separándose de la
izquierda tradicional.
Ambas desviaciones tenían su origen, según Ambrosio, en los estilos de trabajo y esquemas mentales de la pequeña burguesía, extremadamente moderada o extremadamente radicalizada. Desde que asumió la dirección del MAPU en noviembre de 1970 y hasta su muerte, Ambrosio consiguió que el Movimiento superase estas posiciones y mediante el compromiso con la clase proletaria y con el proceso de cambios, la militancia no proletaria asumiese la condición de proletario y la teoría materialista histórica. Todo este planteamiento se basaba en un estudio muy profundo de la constitución de conciencia a partir de la realidad y del papel del individuo en una sociedad basada en un modo de producción capitalista, donde la base material determinaba (en última instancia) el tipo de actitud del individuo ante la vida. Para llegar a eso, tuvo que empaparse en poco tiempo del marxismo clásico y de los aportes de Gramsci y de Althusser, entre otros. Pensemos en que Ambrosio llegó a Europa en 1964, volvió dos o tres años después a dirigir la Juventud Demócrata Cristiana y en 1969 estaba en plenas condiciones de romper con el pasado y el peso de la ideología reformista burguesa y social-cristiana.
Los militantes lo recuerdan así: “nos pareció que Rodrigo era un líder con una personalidad fuerte,
que ejercía su liderazgo con mucha propiedad y autoridad, pero no con
autoritarismo. Nada más lejos que eso. Por cierto que su autoridad emanaba de
la voluntad democrática de sus compañeros del Mapu que lo habían elegido para
el cargo más importante del Partido. No era por cierto un sujeto que se había
impuesto por la fuerza ni por malas artes. Todo lo contrario, era capaz que
imponerse por sus sólidos razonamientos y tremenda capacidad intelectual. Era
muy difícil discutir con él por la solidez de sus argumentos. Esa era la base
de su autoridad, su capacidad, su energía, su entrega absoluta a la causa, su
capacidad de acción y de organización. Y sus sólidos principios y conocimientos
ideológicos”[1].
“Es muy cierto
lo que dice Acuña[2]
sobre el carácter sobrio y austero de Ambrosio. Nunca ambicionó cargos públicos
ni de gran figuración que no fuera lo que era necesario para el crecimiento y
organización del Mapu y la gran causa de los explotados. Nunca gustó de lujosas
oficinas o de andar en grandes automóviles. Tampoco consideró necesario tener
guardaespaldas o algún aparato de seguridad personal. Hasta su vestimenta era
un reflejo de su austeridad. Quizás si le daba poca importancia a alimentarse
bien, ya que a quienes nos tocó verlo, poco antes de su trágico final, nos
pareció extremadamente delgado y pálido. Era tal su entrega a la causa que no
se cuidaba en lo que respecta a su salud y seguridad”[3].
Foto: Rodrigo
Ambrosio en el acto de campaña por las elecciones de la CUT, en Valparaíso, 18
de mayo de 1972.
Rodrigo se casó
con Michèle Utard, nacida en Buenos Aires, y tuvieron dos hijos: José Camilo,
nacido en 1969, y Matilde María, nacida el 1ª de septiembre de 1972, después de
la muerte de Rodrigo.
Sus restos
descansan en la bóveda de la familia Ambrosio, en el Cementerio General de
Santiago.
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