supuestamente para entrenamiento de operaciones de paz de la ONU y financiada por el ejército de USA, tal como sucede en muchos países de América Latina, es válido preguntarse por la estrecha relación entre las violaciones de los derechos humanos como medio de imposición del sistema económico que hoy impera en el mundo.
viernes, 11 de mayo de 2012
TERRORISMO Y LIBERTAD DE MERCADO
A propósito de la implementación
de una base militar en el Fuerte Aguayo de Con-Cón,
supuestamente para entrenamiento de operaciones de paz de la ONU y financiada por el ejército de USA, tal como sucede en muchos países de América Latina, es válido preguntarse por la estrecha relación entre las violaciones de los derechos humanos como medio de imposición del sistema económico que hoy impera en el mundo.
supuestamente para entrenamiento de operaciones de paz de la ONU y financiada por el ejército de USA, tal como sucede en muchos países de América Latina, es válido preguntarse por la estrecha relación entre las violaciones de los derechos humanos como medio de imposición del sistema económico que hoy impera en el mundo.
Milton Friedman, ideólogo de la
economía de mercado, en “Capitalismo y libertad” (Madrid, Rialp, 1966), afirma
que las únicas funciones del Estado consisten en la “protección de nuestras
libertades, contra los enemigos del exterior y los del interior: defender la
ley y el orden, garantizar los contratos privados y crear el marco para
mercados competitivos”.
En otros
términos, asigna al Estado funciones
policiales y militares, porque cualquier otra variable sería una interferencia
injusta en las leyes del mercado, para así desarrollar la absoluta libertad de
movimiento de las grandes empresas y para la anulación del gasto social. Esto se traduce en una gran transferencia de
riqueza pública hacia la propiedad privada, incrementándose las distancias
entre ricos y pobres, además del desarrollo de un nacionalismo agresivo que justifica
gastos de defensa y seguridad.
Ratificación de lo anterior es
una investigación del Senado de USA, en 1975, sobre la intervención en Chile,
poniendo al descubierto que la CIA había entrenado al ejército de Pinochet en
formas de “controlar la subversión”.
(Comité Selecto para el Estudio de las Operaciones Gubernamentales
Relativas a las Actividades de Inteligencia, Senado de USA, Covert Action in
Chile 1963-1973, - 18-12-1975, pág. 40).
Por su parte, el Informe de la
Comisión de la Verdad, BRASIL: NUNCA MAIS, publicado en 1985, indica que oficiales del ejército asistieron a “clases de
tortura” impartidas por la policía militar, realizándose “demostraciones
prácticas” con prisioneros a los que se torturaba.
Una de las primeras personas en introducir
esta práctica en Brasil fue Dan Mitrione, un agente de policía norteamericano,
quien “recogía mendigos de las calles y los torturó en sus recintos para que la
policía local aprendiera diversas formas de crear en el prisionero la
contradicción suprema entre el cuerpo y la mente”. Más tarde, Mitrione pasó a organizar la
formación de policía en Uruguay. Su lema
era ”El dolor preciso en la cantidad precisa”.
(Galeano, Eduardo, “Memoria del fuego”, vol. 3, Madrid, Siglo XXI,
2006).
También en Brasil, en 1964, los
militares tuvieron especial cuidado en “limpiar” el sector sindical, pues
temían una resistencia a sus programas económicos basados en bajar los salarios
y en la privatización de la economía.
(BRASIL: NUNCA MAIS).
En Argentina, dice el INFORME SABATO
que “una gran parte de las operaciones contra los trabajadores se llevaron a
cabo el mismo día del golpe o inmediatamente a continuación”. En este país, el 81% de los 30.000
desaparecidos tenían entre 16 y 30 años.
“Estamos trabajando ahora para los próximos veinte años”, dijo un
torturador argentino a una de sus víctimas.
En “The Nation” del 28 de agosto
de 1976, Orlando Letelier escribió el artículo “Los Chicago Boys en Chile”, en
el que afirmó que “la violación de los derechos humanos, el sistema de
brutalidad institucionalizada, el control drástico y la supresión de toda forma
de disenso significativo se discuten –y a menudo condenan- como un fenómeno
sólo indirectamente vinculado, o en verdad completamente desvinculado, de las
políticas clásicas de absoluto libre mercado que han sido puestas en práctica
por la Junta Militar”.
Y agregó que “el
plan económico ha tenido que ser impuesto, y en el contexto chileno ello podía
hacerse sólo mediante el asesinato de miles de personas, el establecimiento de
campos de concentración a través de todo el país, el encarcelamiento de más de
cien mil personas en tres años, el cierre de los sindicatos y organizaciones
vecinales y la prohibición de todas las actividades políticas y de todas las
formas de expresión. (…) Represión para las mayorías y “libertad
económica” para pequeños grupos privilegiados son en Chile dos caras de misma
moneda”. El 21 de septiembre, a menos de
un mes después, Letelier fue asesinado por los sicarios de Pinochet,
financiados por grandes empresarios.
Alguna relación tenía con la aseveración del Informe Rettig en el
sentido de que, hasta 1976, el 80% de los prisioneros políticos de Chile eran
obreros y campesinos. Se trata de
alcanzar una “armonía interna” entre el impulso de extirpar algunos sectores de
la sociedad y la ideología fundamental, que es la economía de mercado.
A las víctimas que se rinden en
la tortura, en la jerga fascista se les llama “quebrados”. Los “capataces” de las transnacionales y de
sus secuaces nacionales, buscan que la sociedad se quiebre y quienes no se
quiebran en las torturas, se quebrarán por la “miseria planificada”, que cobra
tantas o más vidas que las balas. Al
decir de Gandhi, “una guerra económica es una especie de tortura prolongada”.
Es esto lo que explica que el
escritor argentino Rodolfo Walsch, posteriormente a la publicación de su “Carta
abierta de un escritor a la Junta Militar”, fue detenido, su cuerpo fue quemado
y arrojado a un río. Manteniendo la
distancia moral, hago mío lo que Walsch
afirmaba con valerosa claridad, diciendo que escribía “sin esperanza de ser
escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí
hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.
Hervi Lara B.
Comisión Etica contra la Tortura
(CECT-Chile)
Para “El Ciudadano”
6 de mayo de 2012.
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