Contribución al entendimiento del conflicto entre el pueblo Rapa Nui y el Estado de Chile
Carlos Ruiz («)
Lo clanes familiares (que
constituyen el cuerpo social ancestral del pueblo Rapa Nui) se están
manifestando por sus derechos, que han sido conculcados y burlados por las
autoridades del Estado chileno. El “clan” Hito ha planteado justas demandas a
percibir ingresos provenientes de la explotación de su patrimonio ancestral. Varios
clanes sostienen una movilización prolongada, llegando a ocupar bienes de
pertenencia ancestral, hoy en poder de particulares foráneos, y resistiendo la
represión del Estado que llegó mucho más pronto que cualquier intento de
solución a los problemas. En esta movilización confluyen hechos puntuales así
como es el estallido de una situación que se prolonga por más de 120 años,
desde la intervención de la marina chilena en 1888.
Los miembros del pueblo Rapa Nui
han mirado a los extranjeros, los continentales, con distancia y poca amistad,
dada la gran diferencia de culturas en contacto. El foráneo, y especialmente el
chileno, por su condición chocante frente a la cultura Rapa Nui, es llamado mauko piro, que es decir pasto hediondo.
Este no es el espacio para contar
toda la historia, pero quedemos con algunos hechos.
Antecedentes
Desde la “ocupación” de 1888, el
Estado se ha creído dueño material del territorio, pese a que en el acuerdo
pactado con el
ariki (“rey”) Atamu
Tekena”, los Rapa reconocían la soberanía chilena, a cambio de protección y
respeto a sus tradiciones y autoridades ancestrales. Según la tradición, Atamu
Tekena entregó al capitán Policarpo Toro un puñado de hierbas, diciéndole “esto
es para tus animales”, y él se guardó un puñado de tierra: “esto es para
nosotros”. En otras palabras, compartían los usufructuos con los foráneos, pero
se reservaban el territorio y la soberanía: esta concepción es la que explica
la postura de los rapanui de hoy, que reivindican la propiedad sobre inmuebles
como el hotel Hanga Roa. Bajo dominio chileno, burlando los acuerdos de 1888, los
administradores de terrenos llegaron a creerse dueños de la tierra y los
habitantes, como parte de los enseres, tal como en la época feudal clásica. Un
administrador franco-chileno, Enrique Merlet, intentó conseguir la propiedad
total de la isla. Ante los abusos de la gente de Merlet, el nuevo ariki, Riro,
en 1899 intentó ir a Valparaíso a dialogar con aquél, pero fue envenenado por
los sicarios de Merlet. Hubo varias insurrecciones que, solo hasta 1914, habían
dejado doce isleños deportados y asesinados por autoridades chilenas
.
Desde 1917, la isla estuvo administrada sólo por la Armada chilena. En
1964-1965, un joven profesor de escuela condujo una campaña exitosa para
reemplazar la autoridad militar por una civil, consiguiendo que bajo Frei se
aprobase la “ley Pascua”, Nº 16.441.
Aunque parece evidente, se debe
resaltar que el pueblo Rapa Nui es portador de una cultura, visión de mundo,
tradición y lingüística polinesia, lo cual lo hace diferente a los pueblos
originarios presentes en Chile continental, y por supuesto, muy distante de las
estructuras ideológicas del Occidente capitalista y globalizante. Aunque
influidos por la invasión cultural, como cualquier pueblo, mantienen su propio
ser en lo fundamental. Por eso, las políticas globalizantes, llámense
“integradoras” o asimilacionistas, tienen una difícil aceptación. Por lo demás,
el aparato estatal no hace prácticamente nada por una verdadera promoción de la
gente polinésica, y si lo llega a hacer, a ésta tampoco le interesan las
concepciones de “progreso” y “desarrollo” de la misma forma que a los ideólogos
del sistema global. Para un sociólogo australiano que escribió una historia de
Rapa Nui en 1996, la adopción de las formas exteriores del estilo de vida
continental, no significa que los rapanui se alejen de su noción de integridad
y de la vitalidad de su cultura
.
La mal llamada “Isla de Pascua” (Tepito
Te Henu’a en lengua originaria) fue un sector de aislamiento del Estado
chileno, que instaló en él un leprosario. Fue común que dictaduras y
democracias burguesas, relegasen a los opositores a la isla, como le sucedió a
Marmaduke Grove. Agreguemos que la lepra y la viruela no existían antes de las
invasiones de piratas peruanos y marinos chilenos y europeos
.
Mc Call no duda en calificar de
colonia a la isla, que hasta 1888 fue “de facto un protectorado francés, pero
de jure continuaba siendo un estado independiente con gobierno propio
compartido con un gobierno interior bajo el control de los rapanui y una
economía de exportación en manos de la autoridad benévola que estuviera a cargo
de la estancia ovejera”
.
Los habitantes no tuvieron una ciudadanía plena sino hasta 1966, en que bajo el
gobierno de Frei Montalva, se promulgó la “ley Pascua”, que reconoció la
ciudadanía de los isleños, que hasta entonces no podían siquiera votar, y creó
la Gobernación de Isla de Pascua. Sin embargo, hubo 52 ciudadanos rapanui que
protestaron ante el Senado, por la falta de consulta hacia su pueblo
.
La autoridad hasta entonces la ejercía la Marina chilena. Tal era el grado de
no reconocimiento al ser humano: situación aun más grave que la que sufre el
pueblo mapuche, varios de cuyos miembros pudieron llegar al parlamento chileno,
desde 1926, usando el derecho a voto.
De acuerdo a las leyes civiles,
Rapa Nui pertenece a la región de Valparaíso, lo que ha sido hecho para
acentuar la dependencia respecto de la Marina chilena. Ello no tiene que ver
con su geografía, sino es una decisión geopolítica. De acuerdo a las normas de
la Iglesia Católica, las parroquias de la isla pertenecen ¡al Vicariato
Apostólico de la Araucanía! La Iglesia considera, por tanto, similares a los
rapa nui y a los mapuche, y el trabajo misional debe estar sujeto a las mismas
condiciones y bajo la misma autoridad de un obispo que es el Vicario
Apostólico.
La isla, en medio del Pacífico
Sur, tiene una importancia geopolítica evidente. Durante la dictadura, y en la
mitad de la era de Ronald Reagan, en abruil de 1984, el gobierno
norteamericano, con beneplácito de los militares chilenos, siempre al servicio
del imperialismo, intentó establecer una base militar norteamericana, lo que fue
frustrado tanto por los tira y afloja de la política entre potencias (el
gobierno de Checoeslovaquia se opuso, al igual que el de Argentina)
como por la oposición de los isleños, entonces liderados por Alberto Hotus
Chávez
,
quien presidió el Consejo de Ancianos, creado a fines de 1970, durante el
gobierno de Allende. Hotus llegó a ser alcalde y consejero ante la Conadi
después de 1990.
Aunque no se llegó a construir
una base militar, el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Jaime del
Valle, con el embajador de EE.UU. James Theverge, suscribieron un acuerdo
relativo al uso del aeropuerto Mataveri de Isla de Pascua que permitiría a los
transbordadores espaciales en emergencia aterrizar allí. Hubo opositores al
acuerdo, argumentando que “vulneraba la soberanía nacional y representaba un
riesgo de involucramiento de nuestro país en el conflicto Este-Oeste, de
eventuales consecuencias bélicas”
.
La firma del acuerdo probó que no eran sólo rumores los intentos de establecer
presencia (y dominación) yanki en la Isla. El tema puede recrudecer, en la
medida en que las políticas del Imperio apuntan a imponer presencia y poderío
nuclear en todo el Pacífico.
La isla, entonces, está sometida
a los arbitrios de las políticas norteamericanas, tanto en lo militar como en
el uso de energía nuclear. Está en peligro tanto de contaminación por radiación
nuclear, como la que proviene de Japón tras los desastres de las centrales
nucleares en el reciente marzo, como de las consecuencias de las ondas de
tsunami causadas por terremotos producidos tanto en el continente como en el
“Lejano Oriente”, que allá viene a ser occidente.
La dictadura impuso el
Decreto-Ley 2.885 en 1979, que estableció títulos de dominio individual para
los poseedores de tierras, lo mismo que hizo con el pueblo mapuche a través del
D.L. 2.568, llamado la “ley maldita”, porque impuso la privatización,
desestructuró a la comunidad y puso en conflicto a mapuche contra mapuche, y a
todos contra las transnacionales.
El Consejo centró su objetivo en
la recuperación de la tierra, “clave para la continuidad del Rapanui
contemporáneo”
.
Muchos isleños no reconocen la autoridad del Código Civil, que dice que sólo el
Estado tiene títulos sobre la tierra.
En tiempos recientes, los
gobiernos concertacionistas, bajo presiones yankis, reintentaron establecer una
base norteamericana, y si no lo lograron, es porque las nuevas tecnologías
bélicas no lo han hecho imprescindible, como fue anteriormente. Pero el peligro
está, y cuando hoy los antimperialistas reclamamos por las bases militares
yankis en Colombia, deberíamos agregar la demanda de que nunca se instalen en
Tepito Te Nehu’a: en verdad, el peligro está en todas partes. Sólo ha incidido
el peso de la ciudadanía Rapa Nui, en que no se haya podido concretar un
segundo Guantánamo, en este territorio.
El Consejo de Ancianos y su
liderazgo sufrió un desgaste a partir de su “integración” a la
institucionalidad chilena, bajo la ley CONADI, 19.253, de 1993. Las políticas
corruptoras del Estado chileno y gobiernos de turno, había tenido relativo
éxito. Desde 1994 se formó un segundo Consejo, constituido por un nuevo
liderazgo, que reúne la fuerza de la juventud con la de la tradición y pureza
de los propósitos originales.
Las elecciones de 2009 y 2010 en la Isla
Redondeando los datos del censo de 2002, habría una población de cerca
de 1.500 indígenas (Rapa Nui, mapuche y yámana) en edad de votar en el
2009-2010. Además, unos 1.000 no indígenas = 2.500.
De ellos, votaron poco menos de 2.000 (80%). Habría más de 500 no
participantes (20%).
La diferencia de votos en segunda vuelta entre Piñera (1.134) y Frei
(750), fue de 484 votos.
A diferencia del continente, fueron más hombres que mujeres los que
votaron por Piñera, y fueron más mujeres que hombres las que votaron por Frei
en segunda vuelta.
Los votos de Arrate (103) y de Enríquez-Ominami (450) sumaron 553. En
segunda vuelta, Frei aumentó sus votos en 248 y Piñera en 262. Suponiendo
hipotéticamente que ningún voto de Arrate ni de Frei fuese a Piñera, unos 145
votos de MEO pasaron a Frei y 262 a Piñera, sobrando 43 votos, que no
concurrieron a segunda vuelta, donde hubo 43 votos menos que en la primera.
Los votos nulos y blancos sumaron 51 en las dos vueltas, entre hombres
y mujeres, con poca variación.
Las políticas públicas concertacionistas, el manejo que esta coalición
hizo del gobierno, especialmente de las demandas del pueblo rapanui, así como
de los habitantes de la isla en general, terminó pasando la factura al
candidato oficialista. La abstención electoral representa un 20%, unos 500
votos, similar a la diferencia de votos entre ambos candidatos.
Cualquier propuesta pública del pueblo rapanui, debe conseguir motivar
la participación electoral de la población no inscrita.
La población indígena, especialmente rapanui, es mayoritaria, respecto
de la no indígena.
Además de los 2.226 rapanui que vivían en la isla en 2002, pertenecían
a este pueblo 2.645 personas repartidas en las comunas del continente. A ocho
años del censo, se puede estimar que la población rapanui está cerca de las
5.000 personas.
Las dificultades para votar en la comuna de origen hacen que el voto
rapanui se disperse. Si sólo votaran unos 3.000 a 3.500 rapanui en su comuna,
elegirían las autoridades que los representasen mejor, entre su propio pueblo.
Una demanda a proponer sería que la población rapanui pueda emitir un
voto dentro de su comuna por un procedimiento electrónico o tal como votarían
los extranjeros residentes fuera de Chile.
La coyuntura actual
Hoy, la situación en Rapa Nui es
delicada, principalmente porque el gobierno de Piñera puede desplegar una y
otra vez su brutalidad concentrada en la actuación de Carabineros.
El movimiento rapanui ha sido
reprimido y criminalizado, con lo que entró aun más en crisis la vinculación de
sectores rapanui a la derecha: los marinos chilenos llegaron en 1888 como
“buenos amigos” pero el trabajo sucio lo hacían las empresas privadas, que
ejercían en el siglo XX la represión, muchas veces recurriendo a asesinar
líderes y miembros de la comunidad rapanui. Hoy el trabajo sucio lo harán
definitivamente el GOPE de Carabineros y otras ramas, lo que ha quedado a la
vista del pueblo rapanui. El consejero ante la CONADI, Rafael Tuki, ha sido
bastante claro y valiente para denunciar la represión y la falta de
cumplimiento de las autoridades chilenas. Según el consejero Tuki, “Todos
sabemos que esta orden ha sido motivada por pacificar la isla de un conflicto
que nace de una pugna entre las facciones de la derecha de la isla. Esta pugna
es la que dificulta la solución del problema de tierras ancestrales en la
isla”.
Hay quienes se preocupan por que
la ciudadanía se decida a luchar por la independencia de la isla respecto del
estado chileno. Sin embargo, no son los “nacionalistas” en la Moneda, los que
están ayudando a resolver los problemas que alejan a los isleños de sentirse
“chilenos”, porque no lo son ni han llegado a serlo, dadas las torpezas con que
las tiranías y las seudo-democracias han tratado a este pueblo. Son éstas las
contradicciones entre decirse “nacionalista” y servir al interés del Gran
Capital como un yanakona útil.
El conflicto, actualmente
reprimido, puede entrar a una nueva fase de agitación, poniendo en riesgo el
control que ejerce el Estado chileno sobre la población, ya que los Gobiernos
chilenos desde 1973 han demostrado un manejo muy torpe y colonialista, frente
al pueblo ancestralmente constituido en esta posesión de ultramar. Las torpezas
del gobierno Piñera pueden llevar a que tenga mayor arraigo un movimiento de
secesión de la isla.
Puede ocurrir que la derecha
gobernante agudice el problema y lo pierda de sus manos, entre las cuales hasta
ahora se ha desenvuelto.
Puede ocurrir que la derecha isleña
deje de ser un factor de peso político y se desintegre, dadas sus propias
contradicciones.
Para los pueblos indígenas, el
ser de “derecha” o de “izquierda” es un tema con varias aristas; como muchos,
optan por la derecha porque han visto de mala forma que la “izquierda”,
groseramente hablando, es la Concertación, con sus mecanismos engañosos, con
sus socialistas tipo Viera-Gallo usando mil triquiñuelas para engatusar a los
pueblos indígenas y burlar el derecho internacional; con personajes como el citado
Hotus, democristiano, que perdió las últimas elecciones y que, como los Ravinet
y otros ejemplos continentales, ya no son lo que fueron en los Ochenta sino
aliados de los grandes poderes.
El pueblo Rapa Nui necesita una
alternativa que surja de los propios isleños, y de la importante presencia de
los y las Rapa Nui habitantes en el continente, que no son pocos, para que su
liberación sea, como debe ser, obra de ellos mismos.
Por mientras, los miembros del
Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores, estamos manifestando a Rapa Nui
nuestro apoyo a la distancia, más allá de concepciones de izquierdas o
derechas, porque por algo pertenecemos a pueblos, todos ellos al sur del río
Grande, unidos en el mapa y en el corazón. Y creemos en la autodeterminación de
los pueblos, que es decir que los Estados se deben organizar de acuerdo a los
intereses de todos los pueblos que han llegado a ser miembros de determinado
país o comunidad estatal.
Nuestras propuestas mínimas
serían:
« Un nuevo ordenamiento para que
los derechos de pueblos como el Rapa Nui sean considerados, es una tarea
imperativa. Una constitución que permita satisfacer los intereses de las
grandes mayorías, donde sea que estén, y también de pueblos-nación
minoritarios, que hasta ahora han quedado a la sombra de un concepto de estado
unitario que no logra dar un buen vivir a los habitantes de los extremos, y
tampoco a los del centro: vivimos en un Estado hecho a la medida de Washington
y que no considera lo propio de Hanga Roa, ni de Punta Arenas, ni de Coyhaique,
ni tampoco es representativo del mundo popular urbano del centro. Un estado que
margina a Pudahuel y La Bandera, a Dichato, a Talcahuano, a Alto del Carmen y a
Alto Hospicio.
« Una nueva relación entre los pueblos,
con respeto a las culturas y reconociendo los derechos inalienables. Y desde
luego, no solo el derecho a danzar y otros intangibles, igualmente imprescindibles,
sino también “donde le duele” al sistema: reconociendo las propiedades
materiales y sus territorios.
« Un nuevo ordenamiento de la
economía, que permita satisfacer las necesidades materiales, en armonía con el
ambiente, la salud comunitaria, los derechos laborales y en general los
derechos individuales que el ordenamiento capitalista vulnera día a día.
“Es Chile un país tan largo, que
todo puede pasar... unámonos como hermanos y nadie nos vencerá”.
Otras informaciones en este blog:
(«) La
parte historiográfica se ha elaborado en el contexto del proyecto DICYT Nº
3030952 SM “Mentalidades y políticas acerca de la ‘cuestión mapuche’,
1970-1990”.
Las afirmaciones del autor no
comprometen a esta institución.
NOTAS:
Comisión Chilena de Derechos Humanos. INFORME Nº
44. SITUACION DE LOS DERECHOS HUMANOS EN CHILE. AGOSTO 1985.
|
Bandera del Pueblo Rapa Nui |
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