DELFÍN ENRIQUE DÍAZ QUEZADA
Nacido un 9 de diciembre de 1959, de un matrimonio
modesto, él obrero de la papelera y ella empleada doméstica. Creció en la
población de la CMPC (Papelera) en Puente Alto.
Cristiano de izquierda: “me hice subversivo porque
mi compromiso de iglesia me motivó a ello, estamos hablando de los años 75, 76,
77...”. Fue presidente del centro de alumnos del liceo de Puente Alto en 1976.
“El 78 por intermedio de Yulo conocí al hoy senador
Carlos Montes, eran tiempos de clandestinidad y reorganización del MAPU, iba a
todas... Era de la Resistencia del partido. Mi primera detención fue en una
marcha, algo espontánea de los familiares de los ejecutados políticos en el
invierno del 78. También conocí a Jorge, mi
hermano putativo. Conocí a Rosa que luego sería mi esposa, en una jornada de
jóvenes cristianos”.
“El 4 de septiembre de 1979 caí preso nuevamente
junto a otros 80 más. Fue en una manifestación conmemorando la elección de
Allende, a la iniciativa nos convocó Carlos Montes. Pronto serán 35 años de
ello, hoy él es senador y yo preso político, de su gobierno, de la Nueva
Mayoría; ¡¡cosas de la vida!! El 79 también fue la huelga de la papelera y
también estuvimos ahí, sacamos un informativo que llamamos EL GRILLO”.
En 1980 se casó con Rosita y fue padre. Después
nacieron otros dos hijos.
En febrero de 1981 ingresó al partido MAPU, desde
la sindical de Maipú.
“El 82 participé de la creación del Mov. Juvenil
Lautaro que salió en diciembre de ese año a la luz pública.
El 83 ya éramos una realidad local reconocida y
junto a muchos levantamos, en las protestas a Lautaro como un referente de
lucha social, joven y popular”.
En 1985 pasó a formar parte del comité central del
MAPU. En 1990, de la Comisión Política. En 1992 toma más responsabilidades y en
1993 cayó detenido.
“Entre el 93 y el 2002 pasé por cinco cárceles, San
Miguel, Penitenciaría, Colina 2, Temuco, cárcel de Alta Seguridad, y en todas
viví la prisión combatiente, trinchera subversiva de esos años, hice 14 huelgas
de hambre y cumplí con una condena de diez años y un día por asociación ilícita
terrorista y creación de grupos de combate, quedando en libertad bajo fianza
por las condenas que hoy estoy cumpliendo otros diez años”.
Condenado por un proceso iniciado por hechos sucedidos
en 1992, fue preso en noviembre de 2012.
“Hoy soy un preso político de la Nueva Mayoría, por
nada que se precie como punible, tal vez alguna vez tuvo sentido, hoy, después
que en el 2004 se legisló para terminar con la PRISION POLITICA SUBVERSIVA el que
se RESTITUYA con nuestra prisión NO CABE y se TORNA ARBITRARIO y VIOLENTADOR de
los DD.HH. míos como los de mi familia y comunidad”.
JUAN ENRIQUE TAPIA OLIVARES
Nació el 7 de mayo de 1965.
Casado con Débora Álvarez Riquelme, padres de cuatro hijos: Karen,
Sebastián, Juan y Paloma.
“Crecí en dictadura como tantos otros, forme parte de aquellos sueños
personales y colectivos de hombres y mujeres valientes, que creímos interpretar
los deseos de libertada justicia e igualdad y democracia para nuestro pueblo,
como adolescentes asumimos la responsabilidad a costa de proyectos personales y
de nuestras propias vidas, personal y colectivamente fuimos construyendo esa
otra realidad que decía a gritos en muros y panfletos que era posible derrotar
el miedo de la dictadura, como jóvenes y cristianos comprometidos, hicimos de
este el cometido de nuestras vidas”.
“Detenido en el año 1993, en una emboscada preparada por carabineros fue
herido de bala y resultó fallecida Norma Vergara Cáceres, en ese entonces
adheríamos al Movimiento Juvenil Lautaro. Este es el único hecho de sangre que
me tocó presenciar en el corto periodo en el que participé en el MJL, jamás
dañé a terceros”.
Estuvo en la Posta y 8 meses en la ex penitenciaria de Santiago.
Trasladados a la cárcel de alta seguridad, donde pasó cuatro años.
“En octubre del año 1997, se me concedió la libertad bajo fianza.
Regresé a mi familia a mis hijos y junto a mi esposa nació Paloma que ahora ya
tiene 9 años, me dediqué exclusivamente a trabajar para los míos, no fue fácil
y no tiene porqué serlo, aprendí el oficio de maestro yesero y pintor, me hice
parte de esa multitud trabajadora, que reflexiona permanentemente hacia la
historia reciente de Chile”.
“Fueron doce años de amor de tranquilidad y de esperanza al saber que
todos los presos políticos de la cárcel de alta seguridad, iban progresivamente
abandonando la prisión, incluso los de mayor condena. Creí que este capitulo se
cerraría definitivamente.
Fui detenido el 24 de octubre del año 2010, en la ciudad de Copiapó, un
día domingo después del trabajo, en un control de identidad rutinario, fui
trasladado a la fiscalía militar de Copiapó, entregado a gendarmería y
trasladado a Santiago. Luego me trasladan a la fiscalía para notificarme una
sentencia de 15 años de prisión.
Fui procesado y condenado por un tribunal militar. Fiscalía que a la luz
de los hechos no investigó lo suficiente, por el sesgo político e ideológico,
(bando antagónico), te consideran enemigo, con todos estos considerandos la
aplicación de la justicia se torna un acto vengativo.
Si las orientaciones, las coyunturas, la socialización que el individuo
ha experimentado confirma un ser humano distinto, ¿Qué se gana encarcelándolo?
¿Que sentido de la justicia prevalece al encarcelar a un individuo que
años atrás, desde la adolescencia luchó contra un sistema que hoy la sociedad
casi en su totalidad reconoce injusto?
¿Si el supuesto ilícito fue cometido hace 17 años, ¿A quién se encarcela
hoy? ¿Al hombre de hace 17 años, ¿Al maestro yesero y pintor?, ¿Para qué?
¿Qué logra la justicia encarcelando a un hombre que se ha integrado
plenamente a la sociedad 17 años después del supuesto ilícito?”
Juan Tapia Olivares lleva casi cinco años en la ex Penitenciaría de
Santiago.
Coordinemos
la solidaridad con Juan Tapia y Delfín Díaz, presos políticos:
http://mapuenlalucha.blogspot.cl/2013/04/informaciones-sobre-presos-lautarinos.html
Comunicado:
Bien. Ninguno de nosotros es, ni sería posible sin el otro desde
el momento de la concepción hasta el último suspiro panteonero.
Nada de lo que hacemos desde que nos despertamos por la mañana
hasta que anochece y conciliamos el sueño escapa a esta posibilidad que es un
verdadero regalo de la vida.
Desde lo fácil a lo complejo, desde lo simple a lo esencial
necesitamos y somos a la vez ese otro u otra con quien hacemos camino,
compartimos y soñamos, como en este caso vivimos y morimos. Me refiero a
aquellos que dejaron sus cuerpos, sus vidas sobre el asfalto. Sus miradas
volando hacia el cielo en generosa entrega, esquivando el miedo pero no las
balas, enmarcándose para siempre en ese instante infinito.
Con dolor y conmoción, convicción “la lucha continua”.
La realidad del tiempo, las circunstancias, dijeron otras cosas y
aunque jamás les olvidamos (están siempre en mis oraciones) tengo la sensación
de que hemos contribuido a poner una lápida sin fecha ni nombre (el 26 de
marzo, Norma Vergara Cáceres por ejemplo).
Lecturas y lecciones de una experiencia y esfuerzo humano
colectivo como este, habrá diverso, designándoles cada cual su
momento histórico.
Yo soy uno más de aquellos locos soñadores del siglo XX, que se
sintió con la responsabilidad de tomar las riendas de su destino y avanzar.
¿Recuerdas esos días alucinantes y hechiceros? Amor y convicción, compañera,
compañero, conciencia, compromiso, revolución, sentido de pertenencia, clase y
partido, subversión e ideas, rebeldía, dignidad, alegría, justicia, poder
popular, libertad, felicidad plena. Vivimos con la esperanza y la vida
expuesta. Vivimos la intensidad de asfalto en las calles y la prisión (lugar en
el que hoy resido por mi pasado militante).
Han pasado más de 20 años y ya sea la prisión o la emoción de la
gente en las calles (estudiantes y otra/os) es que no puedo dejar de
preguntarme por cada una de aquellas palabras que nos animaron a construir las
realidades.
Quizás, sea el momento de salir corriendo a su encuentro como el
padre en la parábola del hijo prodigo; abrazarlas resinificar
las (pues aquellas viejas y actuales razones jamás han sido derrotadas).
Lejos de toda resignación, representan un camino nuevo cuyos
aportes harán posible la integridad en este caminar desde una
sociedad piramidal a un reino de hermanos.
Con el anhelo de solidaridad, amor, justicia y libertad.
Les saluda agradecido y dignamente.
Juan Tapia Olivares prisionero político
CDP Santiago Sur módulo D.
Informaciones de prensa alternativa sobre pres«s polític«s lautarin«s y datos conexos.
En vista del interés del público en
general, por todo lo relacionado con el Movimiento Juvenil Lautaro MJL, está
bien volver a hacer circular algunas informaciones de prensa oficial
(especialmente La Nación) de años anteriores, para que se sepa cómo ha sido la
vida para los presos políticos lautarinos,
cómo se gestionó un indulto y porqué much«s de ell«s han tenido que
volver a la clandestinidad.
Que haya pres«s hoy en día como
Juan Tapia y Delfín Díaz, es resultado del
incumplimiento de los beneficios carcelarios y del acuerdo de indultar delitos
subversivos, es decir de origen político.
No se les ha dejado rehacer sus vidas,
se burla y frusta la "reinserción", ya que cuando logran sobreponerse
a la prisión, dedicarse al trabajo, criar hij«s, los vuelven a
aprisionar y se les aplican las condenas iniciales. Como los deudores al
sistema financiero, que nunca terminan de pagar y siempre se les cobra la deuda
completa.
Hay una deuda social con quienes se
alzaron contra la dictadura y comprendieron que el gobierno civil iniciado en
1990 no era sino la continuación de lo anterior. Piense uno lo mismo o algo
distinto, hoy hay un problema social y de rango humanitario, reconocido hasta
por parlamentarios de la derecha, lo que motivó a que se aprobase un indulto en
2005. Ahora se trata de que l«s que ya pagaron con cárcel puedan acogerse a estos beneficios.
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