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martes, 21 de enero de 2014

EE.UU. y transnacionales proyectan nuevo ataque a las libertades

Chomsky: El pacto Transpacífico de Obama es un asalto neoliberal de dominio corporativo

Publicado: 19 ene 2014 | 0:41 GMT Última actualización: 19 ene 2014 | 0:41 GMT RT
REUTERS/Majed Jaber

El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) que la Administración de Obama busca firmar es un asalto a los trabajadores, ya que está destinado a una mayor dominación corporativa, dice el activista Noam Chomsky.
Aunque el Gobierno de Barack Obama —que ha estado negociando desde hace años para ser miembro del TPP, así como otras 11 naciones del Pacífico— todavía no ha firmado el acuerdo, grupos de intereses corporativos estadounidenses ya han manifestado su fuerte apoyo al TPP, que describen como un acuerdo de libre comercio que fomenta el crecimiento económico.

Sin embargo, varios expertos aseguran que ese tratado tendrá efectos negativos sobre todo en el acceso a medicinas, cultura, libertad en internet y en las regulaciones medioambientales. No en vano, los sindicatos de trabajadores y una serie de grupos tradicionalmente liberales, así como ecologistas y defensores de la salud pública, han criticado duramente las negociaciones.

El lingüista, activista y analista político estadounidense Noam Chomsky considera que ese acuerdo busca poner "en competencia entre sí a los trabajadores de todo el mundo para bajar los salarios y aumentar la inseguridad". El experto argumentó en declaraciones al diario 'The Huffington Post' que gran parte de las conversaciones abordan cuestiones fuera del comercio ya que, según él, se centran más en imponer nuevas normas de propiedad intelectual en el extranjero y aumentar el poder político de las empresas.

Por otro lado, Chomsky lamentó que el acuerdo —al que tachó de ser en concreto "una escalada de metas políticas neoliberales"— sea un "secreto para la población, pero no para los negociadores de las corporaciones". 

La población total de los países miembros de la unión sería de unos 800 millones de personas, y su PIB alcanzaría un 40% del índice mundial. Lori Wallach, una de los líderes del grupo estadounidense Public Citizen de defensa del derecho del consumidor, contó a RT que el acuerdo representa una gran amenaza para los países miembros de la asociación y sus habitantes, y que además existe un cierto peligro para algunos países de la zona.






martes, 10 de diciembre de 2013

ESPECIAL MANDELA

Hay interesantes publicaciones sobre Nelson Mandela, en Resumen Latinoamericano.

Para suscribirse y recibir envíos:
Interesad«s, soliciten copia del Especial Mandela a: mapusantiago@gmail.com

Algunas publicaciones llegadas:

Compas queridos,

Esta noche, hora europea, nos deja a los 95 años, NELSON MANDELA “MADIBA”.
Con el ejemplo de estos hombres y mujeres que nos demuestran con su ejemplo que se debe avanzar sin tranzar con el enemigo. Nuestra senda está llena de Madibas, a por ello compañeros!
Avancemos creando el poder popular
¡ AMANDLA!!!! ANC, NI PERDON NI OLVIDO!
Abrazos,
Victoria

UN PEQUEÑO HOMENAJE A UN GRANDE DE LA HISTORIA...
A UN LIBERTARIO DE LA HUMANIDAD: NELSON MANDELA

FRASES Y REFLEXIONES DE DON NELSON MANDELA, LÍDER DE LA LIBERTAD

1.- “Si yo tuviera el tiempo en mis manos haría lo mismo otra vez. Lo mismo que haría cualquier hombre que se atreva a llamarse a sí mismo un hombre”.

2.-  “No es valiente aquel que no tiene miedo sino el que sabe conquistarlo. ... El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo”.

3.- “Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”.

4.- “Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos”.

5.-”Solo los hombres libres pueden negociar (...). Vuestra libertad y la mía no pueden separarse”.

6.- “La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad”.

7.- “Yo no tenía una creencia específica, excepto que nuestra causa era justa, era muy fuerte y que estaba ganando cada vez más y más apoyo”.

8.- “Mucha gente en este país ha pagado un precio antes de mí, y muchos pagarán el precio después de mí”.

9.- “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”.

10. “Siempre parece imposible hasta que se hace”.

11. “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

12. “Porque ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.

13. “La mayor gloria no es caer, sino levantarse siempre”.

14. “Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento”.

A propósito de la muerte de Nelson Mandela

¿De cuál Mandela estamos hablando?

De Madiba a Cuito Cuanevale

MADIBA, significa “padre”, en lengua xoxa, es como hasta sus noventa y cinco años se conocía popularmente a Nelson Rolihlahla Mandela, quien nació un 18 de julio de 1917. Hoy Mandela es un símbolo de la convicción de los mas altos ideales de la humanidad que lo llevaron a prisión en 1962, donde paso 27 años humillantes aislado en una celda sin comunicación con el mundo.

En esa época de combate, de constante lucha contra el Apartheid, nadie daba apoyo a ese antiguo militante y solo Cuba contribuyó a formar el Wunkhoto We Sizwe (La Lanza de la Nación) que era el brazo armado del Congreso Nacional Africano. Para esa época no existían quienes hoy le rinden homenaje, quienes lo buscan para los flashes de los periódicos y medios de difusión o aquellos que buscan parecidos forzados con frases y oraciones bien escritas y estructuradas de sensibilidades falsas.

El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hizo un prólogo al último libro de Nelson Mandela “Conversaciones sobre mí mismo”, un prólogo bien escrito obedeciendo a una estrategia de venta de los editores, pero también es una búsqueda forzosa para compararse con Mandela.

No por casualidad la primera dama de USA, Michel Obama, estuvo en el mes de junio del 2011 en Sudáfrica y hacerse una publicidad anticipando el aniversario de Mandela quien estaba abatido de un cáncer de próstata desde el año 2001. Cuando Obama dice en el prólogo al libro de Mandela que “es un ser humano que eligió la esperanza sobre el miedo, y el progreso en vez de prisión del pasado”, pretende interpretar al estilo muy romántico hollywoodense de que Mandela no tuvo “temor” a morir, y todos tenemos temor, miedo, pero Mandela no tuvo pánico, que es distinto, pues, como dice Pablo Freire, todos en algún momento de nuestras vidas tenemos miedo, pero lo que no debe es envolvernos el pánico y Mandela no lo tuvo, se armó con su fortaleza interna que desde afuera se la daban las luchas de los movimientos de liberación de África, América Latina, el Caribe y el heroico Vietnam, el estímulo de la creación de la Organización de Estados Africanos, con la fuerza de Jomo Kenyata, Kwame Kruma, Sekou Toure, la solidaridad activa cubana, proceso que culminaría con la derrota de la invasión Sudafricana a Angola en 1988 con la Batalla de Kuito Kuanavale donde se selló la independencia total de Angola, Namibia y la desestructuración del régimen del Apartheid que conduciría a la libertad de Nelson Mandela en febrero de 1990, contando con la fuerza militar cubana, la Swapo donde destacan los nombres del angolano General Luis Faceira (con quien hemos conversado sobre estos temas) al igual con el General Cinta Frías (de Cuba), leyendas vivientes que lograron derrotar la “operación del desierto” sudafricana constituida por más de cien mil hombres contra 40 mil entre angolanos, namibianos y cubanos. Y eso no lo reconocen ni lo reconocerán jamás Estado Unidos ni el actual inquilino de la casa Blanca. Hablar de esperanza para el caso de Nelson Mandela es hablar de la esperanza redimida que ese hombre sintió cuando se produjo la derrota del apartheid y la liberación de Namibia, como el mismo lo dijo en uno de sus discursos.

No me atrevo a encasillar a Mandela entre la izquierda y la derecha, lo considero un hombre que luchó contra el peor régimen racista que haya conocido la historia colonial y contemporánea en África como lo fue el Apartheid. El es consciente de que la mayoría del apoyo que recibió en los tiempos más difíciles procedió de la izquierda planetaria, no fue del imperialismo norteamericano, inglés, francés o israelí, pues todos ellos fueron cómplices de sus 27 años de prisión.

Fue un hombre que se ubicó en el contexto sudafricano donde 4 millones de blancos por la vía de la fuerza y la represión dominaban 18 millones de Xoxa, Zulu, Koishan entre otros pueblos originarios sudafricanos, más los migrantes hindúes como Mahatma Ghandi, quien sufrió el racismo en Sudáfrica. Si eso es ser de izquierda, Mandela fue de Izquierda. Se opuso a la guerra de Irak cuando acusó sarcásticamente al presidente de Inglaterra, Tony Blair, como una especie de Ministro de Relaciones exteriores de Estados Unidos cuando ese ex presidente justificó, al lado de la ONU, Collin Power y George Bush las falsedades de la posesión de armas nucleares que supuestamente tenía Sadan Hussein para justificar la invasión de parte de la OTAN.

Mandela....un sueño incompleto

La lucha de Mandela dio sus frutos políticos; en primer lugar derribó todas aquellas teorías falsamente científicas y moralmente injustificables de la incapacidad del africano para dirigir su propio país, teorías inventadas por el régimen del Apartheid. En segundo lugar, dejó un camino abierto en el poco tiempo que estuvo en la presidencia (1994-1999), para la reconciliación nacional, avanzar en la derrota contra la discriminación, el racismo, y eso no es nada fácil pues hay que tomar en cuenta que en solo 17 años que lleva el Congreso Nacional Africano en el poder, partido donde milita Mandela, no es posible acabar con la aberración social y psicológica acumulada por más de 400 años, pero se hace el esfuerzo y creemos que Sudáfrica avanzará hacia una sociedad más justa y equilibrada. Esos avances lo vimos cuando visitamos ese país hace justamente una década en el marco de la Conferencia Mundial contra el Racismo celebrada en la ciudad de Durban en el año 2001.

Hoy Mandela, al igual que Chávez y Fidel Castro, es un símbolo para los pueblos del Sur, aunque los occidentales lo han querido momificar y objetualizar, lo han querido convertir en un objeto de consumo y de moda como hicieron con el Che Guevara. Hoy más que nunca debemos revisar los discursos de Mándela y su agradecimiento a Fidel Castro, su condena a la Guerra de Irak, no podemos dejar que lo pongan en el sueño eterno de Martin Luther King con aquel famoso discurso de “Tengo un sueño”. Los sueños de Mandela por una sociedad más justa no se logró en el corto tiempo que ejerció el poder... la incertidumbre en la Sudáfrica postmandela no es muy alentadora. Hoy Mandela, junto con Graza Machel, ex esposa del lider mozambicano Samora Machel, también asesinado por los sudafricanos, son referentes para la reconciliación planetaria.

- Jesús Chucho García, desde Bamako, Mali. (La voz de Afroamérica).


Mandela: político, no santón

Mandela no fue una imitación de Cristo, como se insinúa por estos días. Fue un político. Ser político es inmiscuirse en un mundo en el que para alcanzar fines que se estiman buenos es  inevitable usar medios —la violencia, el engaño, la sorpresa, a veces incluso el crimen— que condenan el alma y ensucian las manos.

CARLOS PEÑA / domingo 8 de diciembre 2013 / El Mercurio

La excepcionalidad de Nelson Mandela deriva del hecho de que fue un político, cuya vida desmiente lo que (en ocasiones con razón) suele creerse en estos días: que ser político siempre equivale a carecer de escrúpulos, o a ser mediocre, o embaucador, o tonto, o flojo.

Un vistazo a las caracterizaciones que del político se encuentran en la literatura ayuda a medir a Mandela. La primera es muy antigua y alcanza uno de sus puntos culminantes en las descripciones de Maquiavelo. 
Según ella, ser político es inmiscuirse en un mundo en el que para alcanzar fines que se estiman buenos es inevitable usar medios —la violencia, el engaño, la sorpresa, a veces incluso el crimen— que condenan el alma y ensucian las manos: apoyar la dictadura para llegar a la democracia; ejercer la violencia para obtener la paz; sacrificar a algunos para poner el bienestar al alcance de muchos. 

 La segunda imagen la sugiere Kant en su escrito sobre la paz perpetua. La política, dice allí Kant, siempre debe inclinarse ante la moral. Nunca al revés. Y el buen político es el que sabe abrirse paso, con astucia y prudencia, en medio de la selva de la realidad para realizar esos principios. El político, como cualquier ser humano, sabe lo que debe hacer y, en consecuencia, lo hace. ¿Siempre obtiene el éxito al seguir su deber? No, por supuesto; pero en esta vida, dice Kant, no se trata de obtener la felicidad, el éxito o el triunfo, sino que se trata de ser digno de ser feliz, exitoso o triunfador (aunque no se llegue a ser ni feliz ni exitoso ni triunfador). No es la búsqueda del éxito entonces, sino la construcción de la dignidad lo que debe guiar al político. 

Ambas imágenes suelen mezclarse en los políticos reales; pero siempre una de ellas prevalece sobre la otra. La primera, por ejemplo, prevalece en Henry Kissinger o, para no ir tan lejos, en Jaime Guzmán. 
La segunda, en cambio, no cabe duda, predomina en Nelson Mandela.

A menudo (especialmente por estos días aliñados por la rara mística que despierta la muerte) se presenta a Mandela como un santón que puso una y otra vez la otra mejilla, como un sujeto movido por el amor espontáneo a los demás, como alguien que después de la purga espiritual de la cárcel, fue capaz de perdonar los crímenes y abusos que se infligieron a él y a su pueblo. Mandela habría estado movido por el combustible de la reconciliación y el perdón, y al modo de un padre amoroso, habría contagiado a todos los demás. Su mérito habría sido el amor y no el deber.  Ese punto de vista hace de la figura de Mandela (como dijo con alegría comercial uno de sus biógrafos) una de esas que surgen cada mil años. Una especie de Jesucristo revivido. Algo notable y excepcionalísimo que casi por un azar histórico difícil de comprender cambió la historia de Sudáfrica.

Pero Nelson Mandela no fue eso. Fue un político. Su gracia consiste en haber sido un político excepcional, no un santón estándar.

Él supo transitar en medio de la jungla de la realidad y del abuso sudafricanos con “astucia de serpiente”. Hasta su discurso en Cape Town en 1990, reconoció la lucha armada como un camino legítimo. Y más tarde, con la “candidez de la paloma” negoció y sedujo (esa fue la expresión que él mismo empleó) a los blancos que dominaban a él y a su pueblo, hasta derrotarlos. Cuando alcanzó el triunfo, fue generoso y convenció a todos, a enemigos y partidarios, a negros y a blancos, que habían estado presos de una misma condena.

En suma, Mandela probó, en 95 años, que la política puede ser sublime. Pero sublime no por la limpidez de sus medios o la claridad de sus resultados, sino por los fines que la orientan y la dignidad con que se la ejerce.  Mandela merece el recuerdo y la admiración no por ser un santo (que no lo fue) ni por haber prodigado el perdón o la reconciliación a raudales (después de todo, hizo eso una vez que venció) ni tampoco por haber sido una sencilla paloma (a veces se comportó también como serpiente), sino por haber sido un político moral. Moral no porque se golpeara el pecho, se arrodillara para perdonar o hiciera ascos a los caminos torcidos de la política, sino porque mostró a todos que en esta vida no se trata de alcanzar el poder o el éxito sin más, sino de ser dignos del uno o del otro (aunque, como ocurrió en su caso, se demoren en llegar).




OPINION

Madiba, más allá de la leyenda

Por Ariel Dorfman

No puedo evocar bien la primera vez que supe de la existencia de Nelson Mandela. Podría haber sido en 1962, cuando al futuro presidente de Sudáfrica lo condenaron a prisión perpetua en el roquerío destemplado de Robben Island. Podría haber sido en esa fecha, pero no lo fue.

Yo era a la sazón un joven de veinte años que, como tantos de mi generación en Chile, predicaba la revolución. Bajo el menor pretexto local, nacional o internacional, salía, junto a otros estudiantes, a las calles de Santiago a exigir justicia contra un viento y una marea de policías armados. Y, sin embargo, entre esa multitud de protestas no hubo una, que yo recuerde, que se organizara para reclamar la libertad de Mandela. Entendíamos, con borrosa claridad, que el apartheid sudafricano era una lacra racista, el sistema más inhumano y cruel en el mundo, pero su lucha era un mero resplandor lejano frente a la urgencia de una América latina empobrecida y ardiente. Ni siquiera durante los tres años de la presidencia de Salvador Allende –cuyo programa de liberación nacional pudo haber sido calcado de la Freedom Charter de la African National Congress– me llamó la atención la figura de Mandela.

Fue recién en 1973, cuando el golpe militar contra Allende me arrojó al exilio, me dejó sin ancla ni país, que el nombre de Mandela se fue convirtiendo en una especie de hogar y refugio, una llamarada de esperanza que me alentó los días del de-sarraigo con un feroz y tierno ejemplo de lealtad. Su significado creció más todavía debido a la torcida colusión de los dos regímenes parias, el de Pinochet y el de Vorster y Botha, que intercambiaban medallas y embajadores y exportaciones (incluyendo armas y gases lacrimógenos). Esas dictaduras hermanadas en su obsesión por eliminar toda rebeldía, toda disidencia, hicieron crecer aún más mi identificación con el destino de Mandela, hicieron que sintiera yo, como tantos que buscaban un mundo más decente e insobornable, que su lucha era la mía, era la nuestra.

No obstante lo cual, tuvo Chile que recuperar su democracia en 1990 –el mismo año en que Mandela finalmente emergió triunfalmente de la cárcel– para que yo comenzara a comprender que aquel ex preso político era bastante más que un símbolo o un eco. En un momento en que Sudáfrica y Chile y muchos otros países encaraban los dilemas turbulentos de una transición a la democracia, en que nos preguntábamos cómo hacer frente a los terrores del pasado sin ser rehenes del odio que ese pasado seguía engendrando, fue Mandela el que nos sirvió de modelo y guía. Al lograr que su patria se deshiciera pacíficamente del apartheid, al negociar con sus enemigos y mantener, sin embargo, su dignidad inquebrantable, nos dio, a tantos que habíamos luchado durante décadas contra la injusticia, una lección fundacional. Teníamos que aprender que puede ser éticamente más complicado navegar las tentaciones y matices de la libertad que mantener en alto la cabeza y el corazón batiendo fuerte en medio de una opresión que separa, sin ambigüedad, el bien del mal.

Admirable ese hombre que, pese a haber pasado casi treinta años en la cárcel, quizá porque pasó tanto tiempo coexistiendo con sus más enconados adversarios, comprendió que la reconciliación es posible, siempre, nos advirtió que no se traicione la memoria, siempre que se exija el arrepentimiento ajeno. Más que admirable. Porque justo cuando pensamos que no se lo podía venerar más, justo entonces decidió no eternizarse en la presidencia. Decidió dar un ejemplo de probidad y confianza en la democracia. Uno de los hombres más populares del planeta y un ídolo en su país prefirió no acumular todo el poder en su persona, prefirió preparar a su patria para el momento inevitable de su desaparición.

Ese momento ahora ha llegado.

Ahora tendrá el mundo, y en especial Sudáfrica, que poner rumbo al futuro incierto sin su prodigiosa presencia, lo que me atrevo a llamar su luz en nuestra oscuridad.

Y es ahora, por supuesto, que Mandela se nos irá haciendo cada vez más peligrosamente legendario. Si no se pudo defender en vida de la santificación insensata, ¿cómo podrá lograr desde la muerte que se lo trate, muy simplemente, como un ser humano de carne y hueso, alguien que, como todos los seres de nuestro universo, nace y come, come y ama, ama y muere?

Quisiera, entonces, en este instante doloroso en que Mandela se nos empieza a escapar entre los discursos y los encomios, los parabienes y los paramales, los monumentos y las estatuas, quisiera rescatar a ese hombre real, tangible, corpóreo.

Tuve la suerte de encontrarme con Madiba (su nombre de clan) el 28 de julio de 2010 cuando visité Sudáfrica para dar la Mandela Lecture, una conferencia que cada año se pronuncia en su honor. Cuando me cursaron la invitación –la primera a un latinoamericano y a un escritor–, mis anfitriones me dijeron que Mandela nos recibiría a mí y a mi mujer Angélica en su casa para almorzar, siempre, claro, que no estuviera enfermo. Resultó que su salud no permitió tal agasajo, pero sí pudimos juntarnos durante una hora en la sede de la fundación que lleva su nombre. Sería uno de los últimos encuentros de Mandela con una visita extranjera, alguien que no perteneciera a su entorno inmediato.

Me llamó la atención su fragilidad, la lenta precariedad de sus movimientos, la firmeza de su mano cuando empuñó la mía, la forma en que su cara se transformaba, como un sol al amanecer, cuando se ponía a sonreír. Y sus mayores sonrisas eran para Graça Machel, su segunda esposa, que lo ha cuidado en su vejez, a quien le debemos que un hombre tan maltratado en la cárcel haya sobrevivido hasta los 95 años.

¿De qué hablamos? De Allende, por cierto. Y de los ataques xenofóbicos a los foráneos y forasteros que son, según Mandela, una vergüenza nacional. Y de sus esperanzas para Sudáfrica.

Todo lo cual era predecible.

Lo especial viene cuando habla de su padre y su madre. Como todos los hombres de edad avanzada, vive una gran parte de cada día en el pasado remoto y, en esta ocasión, debido a que conversamos acerca de su cumpleaños, él menciona un incidente en que su padre golpeó a su madre, una degradación que no está consignada en ninguna de sus biografías.

De pronto, aparece otro Mandela. Alguien que adora a su padre, pero que lo critica. Alguien que quiere a su madre, pero que queda abochornado por su deshonra. Alguien que, mucho antes de ser el gran protagonista que salvó a su patria y ofreció un ejemplo moral inigualable a nuestra especie descarriada, fue un niño, chiquito e indefenso, dándose cuenta de que la injusticia siempre comienza por los actos más pequeños, los más aparentemente insustanciales. Un niño que presencia ese ataque contra su madre –o quizá se lo cuentan, quizá ocurrió antes de su nacimiento, no es evidente en su relato– y que se pregunta ante la inmensidad desolada del continente africano por qué existe el dolor, se pregunta acerca de un mundo autoritario que parece inalterable y que, sin embargo, necesita rectificarse, necesita ser mejor.

Ese es el Mandela del que me quiero acordar.

El que vivió día a día su siglo terrible y no salió dañado de su cautiverio.

El que cultivó un jardín en la cárcel.

Gozaba plantando y cosechando bajo la lluvia y bajo el sol, sabiendo que tal como ejercía un mínimo control sobre esa parcelita de tierra, también podía controlar su dignidad y sus memorias y la fidelidad con sus compañeros. El que compartía fruta y vegetales con los otros presos, pero también con sus carceleros, prefigurando el tipo de nación que deseaba y soñaba.

Es así como quiero recordar a Madiba.

Como un jardín que crece, así como crece la memoria. Como un jardín que crece como debería crecer la justicia. Como un jardín que nos reconcilia con la existencia y la muerte y las pérdidas irreparables. Como un jardín que crece, como crece Mandela adentro de todos nosotros, adentro del mundo que él ayudó a crear y que tendrá que encontrar a tientas un modo de serle fiel.

CON AGRADECIMIENTOS A:
Victoria Herrera
Carlos Aznárez


lunes, 29 de abril de 2013

Falsa acusación: persecución política contra Mapuche


Falsa acusación evidencia persecución política contra Mapuche de comunidad Nicolás Calbullanca
Es urgente denunciar esta nueva táctica de persecución del estado chileno y la colusión de los políticos tradicionales.

La persecución política contra el Mapuche aumenta y solo se basa en montajes y mentiras... mientras, el Estado defiende el despojo y ejerce la represión contra las comunidades y la juventud Mapuche. Esto persigue amarrar a los jóvenes hacia el futuro, mantenerlos en torno a un aparato judicial incompetente y coludido con el poder. Las elecciones que se vienen, pareciera que todos los sectores oficialistas (Concertación, UDI, Renovación) han exigido que "les limpien el camino de luchas por los derechos que aumentan por parte del pueblo Mapuche y de la sociedad civil". De ese modo podrán dedicarse a su eterno "mejoramiento y fraudes" que permite el modelo de la dictadura. Nada, absolutamente nada, se escucha de los candidatos oficialistas como medidas de negociación, de reparación, de fin de la guerra sucia y de soluciones de acuerdos a los acuerdos internacionales que las permitirían. Los candidatos muestran el oportunismo de los politiqueros tradicionales, herederos y continuadores del sistema anti democrático de Chile.
A los perseguidos les va quedando cada vez como única salida el no aceptar las acusaciones y escoger una clandestinidad. La violencia del sistema busca presos, desapariciones o, si les sirve, asesinatos impunes como Matías Catrileo, Jaime Mendoza o Alex Lemun. Y esto va de la mano con las amenazas que el gobierno, directamente, hace contra las personas y organismos de derechos humanos.
El poder socio-económico usa a sus fuerzas represivas para asegurar que su despojo seguirá seguro. Es la amenaza de más violencia y que debemos parar.

Ver el vídeo que acompaña esta noticia con la discusión en los Tribunales y las declaraciones del abogado Nelson Miranda y de los familiares.

«Difundir


José Venturelli, Pediatra
Vocero del Secretariado Exterior de la Comisión Ética Contra la Tortura  (Chile)
Vocero Internacional del Departamento de Derechos Humanos del Colegio Médico de Chile.


¡¡ LIBERTAD AL/LA MAPUCHE POR LUCHAR !!

Informaciones sobre presos lautarinos


Informaciones de prensa alternativa sobre pres«s polític«s lautarino«s y datos conexos.


En vista del interés del público en general, por todo lo relacionado con el Movimiento Juvenil Lautaro MJL, está bien volver a hacer circular algunas informaciones de prensa oficial (especialmente La Nación) de años anteriores, para que se sepa cómo ha sido la vida para l«pres«s polític«s lautarino«s, cómo se gestionó un indulto y porqué much«s de ell«s han tenido que volver a la clandestinidad.

Que haya pres«s hoy en día como Juan Tapia, Delfín Díaz e Ilse Jofré, es resultado del incumplimiento de los beneficios carcelarios y del acuerdo de indultar delitos subversivos, es decir de origen político.
No se les ha dejado rehacer sus vidas, se burla y frusta la "reinserción", ya que cuando logran sobreponerse a la prisión, dedicarse al trabajo, criar hij«s, los vuelven a aprisionar y se les aplican las condenas iniciales. Como los deudores al sistema financiero, que nunca terminan de pagar y siempre se les cobra la deuda completa.
Hay una deuda social con quienes se alzaron contra la dictadura y comprendieron que el gobierno civil iniciado en 1990 no era sino la continuación de lo anterior. Piense uno lo mismo o algo distinto, hoy hay un problema social y de rango humanitario, reconocido hasta por parlamentarios de la derecha, lo que motivó a que se aprobase un indulto en 2005. Ahora se trata de que l«s que ya pagaron con cárcel puedan acogerse a estos beneficios.


Libertad

Nana Mouskouri

Cuando cantas yo canto con tu libertad
Cuando lloras también lloro tu pena
Cuando tiemblas yo rezo por tu libertad
En la dicha o el llanto yo te amo
Recordar días sin luz de tu miseria
Mi canción olvidó por un tiempo quién eras
Cuando cantas yo canto con tu libertad
Cuando tú estás ausente yo espero
Es tu religión o quizás realidad
Una idea que a todos nos cambia
Creo yo que eres tú la única verdad
La nobleza de nuestra humanidad
Por tenerte se debe luchar
Esperarte sin desfallecer
Cuando cantas yo canto por tu libertad
En la dicha o el llanto yo te amo
La canción de esperanza
Es tu nombre y tu voz
Y la historia nos lleva
Hacia tu eternidad
Libertad libertad




 Fuente  de las informaciones:


Domingo 11 de noviembre de 2007    
Por Ana Verónica Peña / La Nación Domingo
Guillermo Ossandón, el líder más emblemático del movimiento

“El Lautaro todavía existe”
El que fuera en los noventa el hombre más buscado de Chile por la policía se transformó esta semana en uno de los más buscados por la prensa nacional. Condenado a cadena perpetua, fue uno de los favorecidos por la ley de rebaja de penas aprobada en 2004. Ahora, en exclusiva para los lectores de LND, habla por primera vez sobre sus compañeros acusados del asalto al Banco Security, de los acuerdos que les permitieron salir de la cárcel y de la lucha actual de su grupo.

Esta fue una semana loca. Una semana que empezó con una cacería brutal de cuatro personas, una cacería tan desatada que perfectamente podía terminar en muerte, violando todas las garantías del llamado Estado de Derecho", dice Guillermo Ossandón Cañas, quien saltara a las portadas de la prensa nacional en la década de los noventa como el hombre más buscado de Chile, el jefe del Lautaro. Una semana tan loca, ejemplifica, que "un asalto, como titula La Tercera este miércoles, termina derribando un acuerdo para indultar a militares; una idea bacán, por cierto, pero que demuestra el grado de descontrol del Gobierno y de las policías".

Ossandón acusa que los ahora sindicados como autores del asalto al Banco Security, los más buscados de los últimos días, "han sido juzgados e incluso condenados mediáticamente".

"El jueves, familiares y amigos de los buscados, en conferencia de prensa defienden el derecho a la inocencia hasta que se pruebe lo contrario. Me parece que es una demanda del todo justa, no entiendo cómo el Gobierno es capaz de actuar de manera tan irreflexiva, por decirlo de alguna manera", agrega.

En una entrevista en la revista "Página Abierta", en 1991, dijo que usted era el jefe del Lautaro, de las Fuerzas Rebeldes y de todo "este complejo mapucista-lautarista". ¿Todavía existe ese complejo?

Existe el Lautaro. Ya no soy el jefe, porque hay que abrirle paso a las nuevas generaciones, pero el Lautaro todavía existe. Lo que pasa es que ahora tiene una nueva modalidad, otra manera de hacer las cosas. Estuvimos el 8 de octubre con el "Che", estuvimos el 12 de octubre, para el Día de la Raza, en un trawun con los mapuches de la zona de Lleu-Lleu, y estuvimos el 30 de octubre en el aniversario de la población La Victoria. Somos unos subversivos y soñadores sin vuelta.

¿Qué capacidad de incidir políticamente tiene ahora el Lautaro?
No pretendemos dirigir absolutamente nada. Nuestra capacidad, obviamente, no es para dirigir nada. Estamos buscando un camino nuevo que no lo hemos encontrado aún. La onda es el contacto y, en ese marco, nuestra lucha hoy día tiene dos sentidos: uno, de carácter estratégico, es el contacto entre el pueblo mapuche y el pueblo chileno. Estamos muy comprometidos con la libertad de los presos mapuches, que son hoy día, como antes lo fuimos nosotros, los presos de la democracia. El otro contacto es al interior de nosotros y el movimiento popular urbano, en torno al descontento de la gente por las alzas, por el problema del Transantiago, los pingüinos, las forestales, los subcontratistas. Esa es parte de la búsqueda que estamos haciendo con esos movimientos sociales.

¿Pertenecen a la Coordinadora Arauco-Malleco?
No, esa es una organización mapuche. Nosotros no somos mapuches. Nosotros somos chilenos. Pero sí estamos comprometidos con la desmilitarización y la preservación de Lleu-Lleu, porque la desaparición de Lleu-Lleu sería la derrota definitiva del pueblo mapuche, rompería con toda su cosmovisión. Son cuestiones serias, son problemas de fondo en los que estamos involucrándonos y con los cuales estamos comprometidos.

¿Qué es eso de la desmilitarización de Lleu-Lleu?
Bueno, ese es un proceso que comenzó hace como tres años y que ha ido in crescendo, en el que las fuerzas policiales se han puesto al servicio de las forestales, cuidando sus plantaciones y, simultáneamente, hostigando de manera cotidiana a las comunidades locales. Son fuerzas policiales instaladas de manera permanente en al menos diez puntos de la zona. Hablamos de retenes, de fuerzas del GOPE, las fuerzas especiales de Carabineros, de personal de Inteligencia, de fuerzas de Investigaciones y de la Marina. Esta militarización es inédita y responde a una verdadera estrategia de guerra. Las comunidades están resistiendo esta pelea, y nosotros apoyamos esta lucha.

"CIERTAMENTE, NO GANAMOS"
Usted, en esa misma entrevista que dio mientras estaba en la clandestinidad, sostenía que no lo querían vivo, que si lo encontraban lo iban a matar.
No me mataron. Efectivamente estoy vivo. Pero si no me mataron es producto de las circunstancias y no es culpa mía. Estar vivo es un gran logro.

Tener que firmar una solicitud para acceder a una Ley de Indulto, comprometerse a dejar las armas y someterse a las normas de vigilancia de Gendarmería para recuperar la libertad, ¿no es una derrota?
No, en ningún caso. No es una derrota. Los indultos se dan en 2004 y nosotros decidimos dejar de pensar la realidad en términos político-militares en 1998, después de una reflexión política que se hizo en prisión. Cuando se concreta el proceso del indulto y se plantea como requisito firmar un papel en el que nos comprometíamos a no usar más las armas, fue un trámite más, sin ningún costo, porque nosotros ya habíamos hecho nuestra opción en 1998. La cosa está clarita, entonces.

¿Es un éxito, entonces?
Nosotros peleamos una guerra y estamos orgullosos de haberla peleado. Peleamos esa guerra y ciertamente no la ganamos. Ahora, si nos ganaron a nosotros o no, eso es relativo; murió mucha gente, y los que quedamos, bueno, terminamos todos presos. Pero haber peleado esa guerra nos llena de orgullo. Estamos aquí, cuando la intención era hacernos mierda.

¿Se puede ser subversivo sin usar las armas?
No hay ninguna contradicción. Se puede ser subversivo con armas y sin armas.

Pero en el conflicto mapuche sí existe una lucha armada.
Yo no sé de lucha armada de los mapuches. Pero si así fuera, ellos son libres de elegir las formas que se les ocurran. Nosotros apoyamos su lucha.

¿El Lautaro no volverá a tomar las armas?
Esa es una pregunta hipotética, cuya respuesta también es hipotética. Claro, si mañana nos invaden los estadounidenses, nosotros volveríamos a tomar las armas dice con un tono de sarcasmo. LND

“Aliste y yo fuimos grandes amigos”

–¿Juan Aliste Vega firmó el papel para acceder a la Ley de Indulto que aprobó el Congreso?

–No existía un formulario que firmar, era una carta que cada uno de nosotros tenía que escribir solicitando el indulto y asumiendo sus compromisos. Aliste no firmó ni escribió nada, porque cuando se concretó el indulto él no estaba preso y además ya no pertenecía al Lautaro. Aliste había dejado el Lautaro en 2003. Es cierto lo que decía en su diario el otro día, Aliste y yo fuimos grandes amigos, le tenía mucho cariño, estuvimos presos juntos y lo conocí bastante, conocí a su familia. Me acuerdo perfectamente de su situación. En 1999, Aliste fue trasladado a Buin, de ahí salió porque cumplió su condena. Cuando volvió a caer preso en 2003, acusado de varios asaltos, tengo entendido que los tribunales lo absolvieron. No fue indultado.

–¿Cómo se entiende, entonces, que se haya instalado como un hecho cierto que Aliste fue indultado?

–Eso se entiende sólo porque [Felipe] Harboe es un chanta. Esta no es la primera vez que se equivoca, porque se apresura en tratar de aparecer. Todos recordamos el patético show que hizo con los sables de utilería que encontró en la Usach. Harboe es un incompetente, por eso ahora lo han sacado de escena. Aliste no fue indultado y el propio obispo [Alfonso] Baeza lo ha aclarado.

–¿Y los otros sindicados como autores del asalto al Banco Security?

–Aliste fue lautarista hasta 2003; Villarroel lo fue hasta 1996, cuando un grupo de lautaristas se fue para formar un grupo de carácter anarquista, pero de eso yo no sé mucho, porque no me interesa.
Gutiérrez fue lautarista hasta que salió de la cárcel, no me acuerdo si el 2001 o el 2002, pero tampoco estaba preso cuando se concretó el indulto. De Fuentevilla no sé nada, nunca fue lautarista y hasta donde sé tampoco estuvo preso con nosotros, sino el que estuvo preso fue un hermano de él, que de todas formas nunca fue lautarista. De “Danny Devito”, ése sí que nunca tuvo contacto con nosotros, y lautarista no fue jamás. El único de ese lote que estaba preso cuando se concretó el proceso del indulto era Villarroel. Él fue el único indultado, aunque ya no era del Lautaro.

Domingo 11 de noviembre de 2007    
/ La Nación Domingo
Ossandón cuenta cómo se gestó la Ley de Indulto de 2004
El largo camino hacia la libertad

“Es necesario destacar la coherencia, firmeza y seriedad del entonces ministro del Interior, José Miguel Insulza, ya que él monitorea personalmente la evolución del asunto hasta lograr las mayorías parlamentarias necesarias”.

"El indulto fue un proceso largo y no se da por casualidad. En rigor son dos procesos paralelos, que van de a poco coincidiendo en el tiempo. En primer lugar están los sucesos de lucha en prisión, dirigida por Lautaro, y el rol de nuestros familiares en libertad, muy particularmente el jugado por Irma Véliz, que encabezó este proceso de principio a fin. El otro es el armado del rompecabezas de apoyos políticos y eclesiásticos que terminaron configurando el proyecto de ley y las votaciones respectivas en la Cámara y el Senado. El trasfondo inicial, que da cuerpo a todo esto, son las múltiples aberraciones jurídicas cometidas en nuestros enjuiciamientos y condenas por la mal llamada justicia militar. Y, en el caso específico de los lautaristas, las brutalidades contenidas en el llamado caso Dreyse".

"El proceso del indulto comienza en 1998, cuando Jaime Castillo Velasco decide presentarle a Irma a Francisco Cumplido, que se reunió con ella y revisó nuestros casos. La respuesta de Cumplido vino poco después: dijo que en nuestros casos existían claros vicios jurídicos. En particular cuestionó el concepto de terrorismo, afirmando que no era aplicable a nuestra situación. Cumplido había sido el ministro de Justicia que había creado la Cárcel de Alta Seguridad [CAS], y fue a vernos a la cárcel, donde tuve una reunión con él en la que reiteró sus afirmaciones. Con estos antecedentes, Irma solicitó una entrevista con el cardenal Errázuriz, quien, después de revisar los antecedentes y las afirmaciones de Cumplido, decide comprometer a la Iglesia de Santiago con nuestra situación. Errázuriz nomina a monseñor Baeza como su delegado personal, que nos acompaña hasta el día de nuestra libertad".

"El cardenal Errázuriz visitó la CAS en Semana Santa de 1999 y ahí pudimos conversar directamente con él. En 2000 se realiza la primera reunión con un grupo de parlamentarios, a la cual asiste Cumplido, además de Baeza, Irma y otros familiares, y ahí se empieza a conformar el primer grupo de apoyo a nuestra libertad, en el que están Gabriel Valdés, Hernán Larraín, José Antonio Viera-Gallo y otros".

"En 2002 se hacen los primeros borradores del proyecto de ley, y en el 2003 el Gobierno entra de lleno a buscar su resolución positiva. Es necesario destacar la coherencia, firmeza y seriedad del entonces ministro del Interior, José Miguel Insulza, ya que él monitorea personalmente la evolución del asunto hasta lograr las mayorías parlamentarias necesarias. Insulza actuó como un verdadero panzer con nosotros, lució sus mejores dotes de negociador, sabía perfectamente cuándo debía votarse el proyecto, sabía a quién había que presionar, a quién apretar, aseguraba la asistencia a la sala aunque tuviera que ir a buscarlos al baño. Insulza fue clave".

"En 2004 se llega a una resolución positiva, conocida como el actual indulto, aunque no en los términos que nosotros queríamos, que abarcara las calificaciones terroristas. No alcanza el quórum para aquello, dada la mezquindad de la derecha. Sólo Larraín y [Antonio] Horvath votan a favor del proyecto. Entonces, el indulto son seis años, y supone una movilización permanente y varias huelgas de hambre de los prisioneros y de los familiares. Y también la suma de voluntades externas a nosotros, que se van convenciendo de la justeza de este tipo de soluciones. No olvidemos que el piso básico que se exige para esta clase de libertad son diez años de prisión. El indulto no fue gratis. Para nosotros, el mismo es una victoria, y nuestra libertad nos la ganamos con creces".

Domingo 11 de noviembre de 2007

Los subversivos que no fueron indultados temen volver a la cárcel:
Las razones por las que los lautaristas están retomando la vida clandestina

Claudia Guzmán

Llevan meses en estado de agitación. Pasaron años en libertad condicional, se reinsertaron y ahora la justicia militar comenzó a dictar sentencias por causas abiertas hace años. Los ex subversivos interpretan esta oleada de condenas como una nueva persecución. Algunos han vuelto a la clandestinidad y otros llegan a explicarse acciones delictuales como las del Banco Security.

Los datos que maneja la Corporación de Asistencia Judicial hablan de no más de una decena. Pero ellos dicen que llegarán a 40.

En el último año, los ex miembros del Movimiento Juvenil Lautaro han retomado el contacto para reaccionar ante lo que consideran una nueva persecución: la justicia militar comenzó a cerrar causas que mantenía abiertas desde inicios de los 90 y que -como no corresponden a los delitos indultables por la hoy cuestionada ley 19.965 de 2004- han significado condenas de prisión para ex subversivos que llevaban años en libertad condicional.

Es el caso de Flora Pavez, quien desde 1992 pasó 5 años y medio recluida por atentar contra carabineros. Salió con libertad condicional en 1998 y ahora, tras la sentencia por otro caso, está recluida desde el pasado 4 de septiembre en la cárcel de mujeres.

Más esquiva resultó Ilse Jofré. Fue detenida en Osorno en julio de 1994 por atentar contra un templo mormón y contra las instalaciones de una empresa de TV cable en Temuco. Tras pasar 5 años en la cárcel de San Miguel, recibió el beneficio de la libertad condicional. Pero este año, tras siete de libertad, se dictó sentencia en su contra condenándola a otros 13 años de presidio. "Es un caso lamentable. Ella tenía un trabajo estable y había formado una nueva familia", comenta el abogado del departamento de DD.HH. de la Corporación de Asistencia Judicial, Julio Barría. "Hoy tiene una orden de aprehensión pendiente y no la hemos vuelto a ver", agrega.

Los ex lautaristas Víctor Zapata, Juan Tapia y Pablo Contreras estarían en la misma situación de clandestinidad. "Qué más les puedes pedir a cabros que han crecido en la rebeldía. Obviamente vuelven a ser rebeldes", comenta una fuente del movimiento.

Julio Barría cree que la decisión de volver al ocultamiento tiene más que ver con el grado de conciencia en que cada persona siguió sus procesos: "Hay dos grupos de personas: los que se lo toman mal y los que saben en qué situación están y entienden que existe una posibilidad de resolverlo bien".

El abogado cita el caso de Delfín Díaz Quezada, quien en 2004 fue favorecido por el indulto, pero que en octubre de 2006 fue condenado por el Segundo Juzgado Militar de Santiago a 10 años de cárcel por el robo de unos fusiles ocurrido en 1993 (Rol N° 190-04). "Es un delito indultable, así que hicimos la presentación ante la Justicia Militar y se dejó la orden de detención sin efecto mientras se resuelve", cuenta Barría.

El caso Security detona la reorganización

Los ex lautaristas han seguido con preocupación las consecuencias del asalto al Banco Security y del asesinato del cabo Moyano. Los más combativos parten por poner en duda que sean efectivamente ex miembros del movimiento quienes participaron en el hecho. Sobre las publicitadas imágenes de Juan Aliste, Marcelo Villarroel, Carlos Gutiérrez y Freddy Fuentevilla comentan: "El aparato represivo del Estado puede trucar las fotos".

Aún así, hay quienes creen que "retomar la actitud rebelde es entendible en este contexto de persecución".

De hecho, fuentes ligadas a la investigación cuentan que dentro de los sospechosos que hoy se mantienen prófugos hay uno que tenía una orden de aprehensión pendiente. Se trata de Carlos Gutiérrez, quien en 2006 fue condenado a 5 años por un robo con intimidación cometido en 2003 y quien además tiene un proceso en la justicia militar por infracción a la ley de armas y explosivos en 1993.

Los ex subversivos insisten en que no se ha probado que sean ellos. Otros alegan que no todos los sospechosos son legítimos Lautaro. Pero en lo que todos coinciden es en que se les terminó por perjudicar a todos por igual: "Con esta condena pública que se hace de ellos se terminó por desatar una nueva caza de brujas".

Los otrora Lautaro han sentido en estos días cómo las policías han empezado a rastrearlos nuevamente. Por ejemplo, los registros comerciales de ex subversivos como Pablo Contreras comenzaron a ser consultados por Carabineros el 21 de octubre, tres días después del asalto. Y los padres de Ilse Jofré -que aseguran no saber de ella hace meses- fueron visitados por la fuerza policial este jueves en la localidad de Lautaro. "Pero no fue un allanamiento. Vinieron sólo a preguntar", precisa el padre.

"Hemos decidido realizar acciones para informar nuestra situación", cuenta una fuente ligada al movimiento. Están preparando una comunicación pública para dar cuenta, caso a caso, de su realidad: "La mayoría nos hemos reinsertado, hemos estudiado en la universidad gracias a becas que nos dieron en la cárcel. Y hoy, cuando tenemos trabajo y familia, nos dicen que estos 15 años no sirvieron de nada".

Felipe Harboe, subsecretario de Interior: "Los más perjudicados con esta acción delictual son los reinsertados"

El Gobierno dice estar al tanto de la situación de los ex subversivos que se habían reinsertado y que, en el último año, comenzaron a recibir condenas pendientes en la justicia militar. Así lo confirma Felipe Harboe, subsecretario de Interior.

-¿Saben que varios están volviendo a la clandestinidad?

-Efectivamente. Entendemos que es porque se han reinsertado y ven estas condenas como algo desfasado en el tiempo.

-¿Es esta la explicación de hechos violentos como el del Security?

-No lo creemos. Aunque no descartamos ninguna hipótesis, pensamos que los más perjudicados con esta acción delictual son los que efectivamente se habían reinsertado. Porque esto acaba con la posibilidad de que se reconsiderara su situación.

-¿El Gobierno pensaba hacer algo por ellos?

-No, no corresponde.

Harboe comenta que la única vía de solución para ellos sería lograr un acuerdo parlamentario similar al cuestionado indulto de 2004. Y, según entienden en Interior, algunos ex lautaristas ya han tomado contacto con legisladores para conseguir que se revise su situación.

Frente a este escenario, el senador Alberto Espina adelanta que no estará disponible para reconsiderar la situación de nadie que haya cometido delitos en democracia: "En RN hemos tenido una sola línea en este sentido. El único indulto que aprobamos fue en 1990 para delitos cometidos en una situación excepcional, como el régimen militar. Creemos que todo delito en democracia es delincuencia común, por eso no participamos en el indulto de 2004 como sí hicieron, de muy buena fe, senadores como Hernán Larraín (UDI)".

Espina comenta que piensa pedir antecedentes de todos los ex subversivos que mantienen casos abiertos o que, estando en libertad condicional y habiendo recibido condenas recientes, decidieron volver a la clandestinidad.

Esta semana el senador ya impulsó que la comisión de Constitución del Senado oficiara al Gobierno para pedir información sobre la situación actual de los 23 indultados, entre los que se encontraba Juan Aliste Vega, supuesto autor material del asesinato del cabo Moyano.

SERGIO GONZÁLEZ, EX LAUTARISTA: "La muerte del carabinero es horrible"

RODRIGO BARRÍA REYES

Sergio Manuel González González tiene hoy 40 años, está casado, es padre de 5 hijos y trabaja como artesano en metales en un taller de Puente Alto.

Nacido y criado en la zona sur de la capital, Sergio pertenece a una familia humilde, encabezada por un padre obrero más cuatro hermanos.

Sergio tenía apenas 14 años cuando ingresó al Movimiento Juvenil Lautaro (MJL). Pintó murallas y llegó a asaltar cuarteles policiales.

A los 19 años, el muchacho pasó definitivamente a la clandestinidad.

Cuatro veces cayó detenido. La última fue el año 1994, cuando ingresó a la Cárcel de Alta Seguridad.

Seis años estuvo encerrado en el penal junto a otros lautaristas, entre ellos, algunos de los sospechosos de participar en el asalto al Banco Security en el que murió el cabo Moyano.

"Estuve con Aliste y otros presos. Los conocí mucho. Me cuesta pensar que hasta por un problema económico puedan haber recurrido a una acción de este tipo. La muerte del carabinero es horrible. No tiene justificación alguna. Y lo sé porque así murió también mi hermano, que perteneció al Frente Patriótico Manuel Rodríguez. A veces el silencio es el máximo respeto que podemos expresar", dice convencido.

Encerrados, ahora cada uno hace y piensa lo que quiere según lo que más le conviene.

"Cobraba más importancia lo que sentíamos como personas, y ya no tanto lo doctrinario o político", aclara.

El lautarista salió un día de marzo de 2000.

González comenzó el duro trabajo de reinsertarse, buscar trabajo y encabezar una familia que no paró de crecer.

Junto a su pareja se endeudó en una casa, e inició un proyecto de arte asociado al reciclaje del hierro.

"Es reconfortante seguir soñando con una vida más acogedora de la que nos ha tocado vivir", reflexiona.

De los viejos ex compañeros, apenas sabe de ellos.

"No me gusta eso de juntarse con ex presos. Algunos hasta se quedaron con eso de seguir tomando mate como costumbre de cárcel. No me gusta", aclara.

Pese a su nuevo espíritu, González está en libertad bajo fianza y con procesos aún abiertos.

Hoy, Sergio González no puede votar, ser elegido, debe firmar cada mes en Gendarmería (cosa que cumple en realidad cada dos o tres meses) y tampoco puede salir del país.

Postulando a proyectos Corfo para convertirse en microempesario, González intenta llevar adelante su idea llamada "Reciklarte", una iniciativa de artesanía industrial que ya ha comenzado a exponerse en algunos centros culturales.

"Ahora lo que me interesa es compartir mis nuevos sueños con otra gente", comenta esperanzado.

González está en libertad bajo fianza y con procesos aún abiertos. No puede votar, ser elegido, debe firmar cada mes en Gendarmería y tampoco puede salir del país.

TÉRMINOS: Nomenclatura subversiva del Lautaro

El Mapu Lautaro surgió a mediados de los años 80 para luchar contra el régimen militar con organización armada y trabajo en las poblaciones, y continuó su acción en democracia hasta 1994, año en que fue desarticulado tras la detención de su líder, Guillermo Ossandón Cañas, quien fue detenido en Cartagena, condenado a cadena perpetua y luego indultado en 2004.

Las acciones que el propio movimiento reconoce de su autoría están recogidas en el libro "Rebeldía, Subversión y Prisión Política", de Pedro Rosas.

Entre ellas destacan cerca de un centenar de asaltos a bancos, más de 30 ataques a cuarteles de Carabineros e Investigaciones y recuperaciones a camiones de pollo, leche o cecinas. Eso además del asesinato de veinte "agentes del Estado", entre los que se cuentan gendarmes, carabineros y detectives.

La nomenclatura más característica del grupo subversivo era la siguiente:

Copamientos territoriales armados (CTA):

Eran acciones que concentraban la totalidad de la fuerza político militar. Se realizaban en un solo momento y lugar por medio del control armado territorial. Estas acciones se efectuaban preferentemente en un área comercial y central de una comuna, sustrayendo productos para ser llevados a otro lugar y distribuidos entre el público del cual se espera simpatía, colaboración y que eventualmente reproduzca por sí solo este tipo de actividades.

El CTA surgió de las acciones de saqueo a lo locales de zapaterías y la repartición de sus productos durante 1988 en Santiago.

Levantamientos populares:

Se implementan a partir de 1991 y constituyen una variante más compleja de CTA. Se realizaban en sectores considerados "Frentes o Territorios Bastión", donde por las condiciones sociales o políticas del lugar, existiría mayor apoyo, receptividad y colaboración de la población.

Combates estratégicos:

Operaciones político-militares urbanas, tipo comando, de acción rápida y alto impacto, realizadas por unidades especializadas y con experiencia. Significaban una elevación del nivel de la "Guerra Insurreccional de Masas" (GIM), impulsando a otros sectores del pueblo y otros grupos rebeldes a elevar su combatividad. El grupo operativo principal se componía de no más de cinco militantes o combatientes que se desplazaban en un mismo vehículo. En estas acciones se utilizaba todo tipo de armamentos y era frecuente el enmascaramiento (ocultamiento) y la caracterización (disfraz).

El rescate del lautarista Marco Ariel Antonioletti del Hospital Sótero del Río, en 1990, se considera el primer "rescate estratégico" del grupo. En la acción fueron asesinados 4 gendarmes.

Recuperaciones:

Se trataba de la obtención bajo compulsión armada de diversos elementos y recursos considerados necesarios para el desarrollo de la lucha rebelde o para su distribución en la población. Entre este tipo de acciones se cuentan: asaltos a entidades bancarias y financieras; extracción de armamento a fuerzas policiales; intercepción y sustracción de camiones con alimentos y otros productos, entre otros.

Propaganda armada:

Transmisión de una proclama a una población por diversos medios. Fue muy característico de los lautaristas la repartición de condones, ropa, dulces, panfletos en asaltos bancarios y otras acciones.

Preparativos y concentraciones:

Eventos breves o prolongados (de minutos o varios días), de bilaterales a grupales, como puntos de contactos para comunicaciones, planificaciones, normalizaciones y traspaso de elementos de información, propaganda o combativos, además de reuniones de dirección política, ampliados, plenos de Comité Central y Congresos.

Domingo 11 de noviembre de 2007

Testimonio exclusivo de detenido por el robo al banco Security

Cristián Gómez: "Se ha comprobado que no tengo participación"

ÓSCAR SAAVEDRA

Tras recuperar la libertad, revela detalles de su detención, de su amistad con el prófugo Freddy Fuentevilla y del proceso judicial que enfrenta.

Veinticuatro horas demoró en entregar sus respuestas el profesor Cristián Gómez Canales (33), el presunto colaborador del grupo criminal que dio muerte al cabo segundo de Carabineros, Luis Moyano.

Ayer lo hizo en su domicilio en Peñalolén. Tras quedar en libertad, el dueño de la motocicleta amarilla en que huyeron los lautaristas, respondió un cuestionario que "El Mercurio" le hizo llegar a través de su defensa.

"Esta es mi verdad", dijo el profesor.

-¿Obtiene la libertad por falta de méritos o por su inocencia?

"Yo siempre lo fui (inocente) y todo el proceso señaló que soy absoluta y totalmente inocente".

-¿Qué piensa al quedar libre?

"Estaba feliz porque al fin terminaba esta pesadilla".

-¿Qué recuerda de su detención?

"Pésimas noches, durmiendo sentado y esposado. También en el suelo y con luz artificial. Recuerdo interrogatorios interminables, una gigantesca presión psicológica y jornadas de hambre".

-¿Cúando y cómo es detenido?

"Fui detenido el viernes 2 de noviembre, en la casa de mis padres. Allanaron su domicilio en busca de la moto, sabiendo que no la tenía. Un capitán me dice que estoy retenido sólo para prestar declaración. Sin embargo, una vez que la firmé, me indicó que estaba incomunicado hasta el 7 de noviembre".

-¿Que explicación le da usted?

"Mi detención se explica porque fui a Carabineros a informar que mi moto correspondía a las características de la que buscaban. Entiendo razonablemente que sospecharan de mí, atendiendo a la enorme connotación pública del evento. Es entendible la detención, pero es injustificable el tratamiento que se me dio como a un delincuente".

-¿Se imagina que es sospechoso del robo al banco Security?

"Nunca me vi en esa situación, por cuanto jamás se me imputó delito alguno. Es más, mi declaración es como testigo y nunca como imputado".

-¿Qué siente al ser acusado?

"Impotencia por la difamaciones. Fui tratado como delincuente y no como inocente, como lo ordena la Constitución.

-Tras resultar libre, ¿la justicia queda en deuda con usted?

"En lo absoluto, es ella quien resuelve mi libertad".

-¿Qué antecedentes lo vinculan con el robo al banco?

"Ninguno; si hubiese alguna relación, me habrían interrogado como imputado y no como testigo".

-¿Tiene vínculos con movimientos subversivos?

"No, pero tengo arraigados profundos principios democráticos y soy sensible a las desigualdades sociales. Y mientras estuve en la universidad, fui un activo partícipe del movimiento estudiantil".

-¿Es amigo del lautarista Freddy Fuentevilla? ¿Cómo lo conoce?

"Freddy jamás ha sido ni es miembro lautarista. Tiene una filosofía de izquierda, como todos los que participábamos del movimiento estudiantil universitario. Nos conocimos a mediados de los noventa, en ese contexto".

-¿Es víctima de la confianza que le tuvo?

"Si Freddy participó en el asalto con mi moto, obviamente me sentiría absolutamente defraudado".

-¿A qué se dedica Freddy?

"Tengo entendido que trabajaba en artesanías en madera".

-¿Cuando conversan por última vez? ¿Sobre qué? ¿Le advierte algo?

"El 17 de octubre en la noche. Quería invitarme a tomar una cerveza, que no acepté por ser día de semana. Tenía que estudiar y levantarme temprano a trabajar. No me advirtió nada".

-¿Qué le diría a Fuentevilla?

"De comprobarse su culpabilidad, que me da pena, que siento mucha decepción y que debe pagar su deuda por el delito cometido".

-¿Por qué su motocicleta aparece relacionada con dos robos a bancos?

"Lo ignoro, es parte de la investigación policial".

-¿En qué circunstancias entrega su vehículo? ¿A quién?

-"Se la entregué al mecánico 'Jimmy' González para que reparara la moto que tenía un desperfecto".

-¿El mecánico tiene alguna relación con Fuentevilla?

"Pensaba que no tenía vínculos con él, pero ahora tengo mis dudas".

-¿Conoce usted a los otros lautaristas miembros de la banda?

"No, a ninguno. No existe relación".

-¿Teme ser condenado injustamente en el asalto al banco?

"Para nada, porque se ha comprobado que no tengo participación en eso".

-Sin ser parte de la banda, ¿Qué le diría a la viuda del carabinero?

"Lamento profundamente su pérdida. Soy profesor de colegios en riesgo social y sé bien lo que es la vocación de servicio. Valoro enormemente la labor de los carabineros. Que confíe en la Justicia"


Bernales a ex lautaristas: "Les recomiendo que se entreguen"


¿Y SI NO QUE?
Jefe policial advierte que si los delincuentes se resisten, sus hombres están autorizados a disparar.