jueves, 2 de marzo de 2017
La trama de Mariana Aylwin, Cuba y la crisis de la Nueva Mayoría
La trama de Mariana Aylwin, Cuba y la crisis de la Nueva Mayoría
Andrés Figueroa Cornejo
1. La política
siempre es relaciones de fuerza, de clase, de poder. Tanto entre opresores y
oprimidos, como entre las distintas facciones entre los propios opresores y los
propios oprimidos.
2. En
Chile y el mundo existe una crisis del régimen democrático representativo
liberal que se manifiesta de manera distintiva según cada sistema político de
cada país. Fenoménicamente, en Chile, como no hay multas por no ir a votar,
entonces el abstencionismo se aproxima al 70% de la población habilitada para
sufragar. ¿Por qué? Porque las mayorías ya saben que las elecciones no cambian
su vida concreta. Ello no significa que la población mágicamente ha cobrado
estadios de auto-consciencia política, social, económica y cultural de sus
intereses. Sólo significa que a la población chilena le da lo mismo quién
administre el orden establecido. El malestar creciente existe y la corrupción
del sistema político ha colaborado con su descrédito. Pero lo estructural como
tendencia, es que ‘no vale la pena’ votar. De hecho, la caída de la
participación electoral de la mayoría social es anterior a la revelación
profusa de la corrupción. De todos modos, en la llamada “historia republicana”
de Chile, el porcentaje de votación ha sido bajo. Por ejemplo, según el
analista norteamericano Paul Drake (“Socialismo y Populismo en Chile
1936-1970”, Inst. de Historia de la UCV, 1992), en la elección de Pedro Aguirre
Cerda en 1938, primer mandatario de los denominados “Frentes Populares”, bastó
que el 5% de la población del país votará por él para que ganará.
La crisis de las democracias liberales se verifican cuando los poderes
Ejecutivo y Legislativo se han vuelto con superior visibilidad en meros
administradores de los intereses empresariales predominantes. Y en Chile, en
particular, el denominado “duopolio” de matices invisibles entre la NM y la
derecha tradicional, son el fiel reflejo del sistema político estadounidense. A
saber, la NM sería el Partido Demócrata y la derecha tradicional el Partido
Republicano. Cualquier parecido a otros sistemas políticos del Continente y del
mundo no es pura coincidencia.
3. Puede
que no pase nada, dicen quienes les conviene que no pase nada, o que pase mucho,
dicen quienes les conviene que sí pase mucho ante el “incidente” respecto de la
decisión soberana de la República de Cuba de no permitir el ingreso a la Isla
de la dirigente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Mariana Aylwin, para que
participara de un acto de provocación con fines sediciosos contra la
Revolución. ¿Qué evento? Uno convocado por la Fundación “Libertad y Vida”
ligada a Oswaldo Payá, fallecido en un accidente el 2012 y declarado
contrarrevolucionario quien llegó a ser vicepresidente de la Internacional
Demócrata de Centro, integrada por partidos pro-fascistas (‘centro derecha’,
según la jerga oligarca liberal-conservadora) de distintas partes del mundo
como el PP de España y la DC de varios países, incluyendo Chile. Al “acto”
también se sumó la organización Red Latinoamericana de Jóvenes por la
Democracia, socia de partidos pro-fascistas en el Continente. Desde ahí se
inventó el premio Oswaldo Payá que entregaría un reconocimiento póstumo a
Patricio Aylwin (papá de Mariana) y a Luis Almagro, actual secretario general
de la Organización de Estados Americanos (OEA) y agente de la CIA (1). Sin
embargo, finalmente “la actividad” no se llevaría a cabo, y eso lo sabía
Mariana Aylwin por aviso previo del propio gobierno cubano (2). Igual la ex ministra
de Educación de la Concertación (y sostenedora de colegios privados
subvencionados (3)) insistió en asistir “como turista” a la casa de una de las
hijas de Payá.
4. La
finalidad nítida de Mariana Aylwin era y es crear un hecho político al interior
de la Nueva Mayoría (NM) para quebrarla. Naturalmente, detrás de Mariana
existen intereses objetivos, no es que sea una ocurrencia sin el aval y
planificación de, por lo menos, la dirección del PDC chileno. Se inscribe en
una estrategia internacional vinculada a los objetivos históricos del
imperialismo norteamericano en contra de la Revolución cubana; de impedir
cualquier reforma redistributiva; de golpear al Partido Comunista chileno
(PCCh); y de castigar cualquier disenso respecto de los intereses pentagonistas
en Chile, Nuestra América y el mundo. El PDC juega a ser el auténtico
testamentario del Imperio estadounidense en el país andino.
5. Desde
que el Partido Comunista chileno ingresó a la componenda en el gobierno (por
eso de llamarse Concertación, ahora es Nueva Mayoría), las reyertas abiertas e
implícitas entre esa tienda y el PDC han sido más o menos habituales. Si bien
el sistema político dominante en Chile es nepotista, corrupto, castizo,
profesionalizado, etc., que Mariana sea hija del que fuera presidente del PDC
durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, uno de los
golpistas clave de 1973 y primer presidente de los gobiernos civiles pos
régimen cívico militar, Patricio Aylwin, no se resuelve mediante una cuestión
de genética política. Para no ir muy lejos, uno de los hermanos de Patricio
Aylwin, Andrés Aylwin, es la antítesis política de Patricio sobre todo en
materia de DDHH. La estatura ética de Andrés Aylwin a favor de las víctimas de
la tiranía encabezada por la junta militar entre 1973 y 1990, superó con creces
la conducta de muchos dirigentes de los propios partidos políticos “de
izquierda” de donde provenían las víctimas. Y Andrés Aylwin no es ni fue un
“agente” de la inteligencia cubana. Sólo es y fue un agente de la inteligencia
humana.
El caso de Mariana es distinto. Aquí sí, en efecto, ella es una perfecta
hija de su padre.
6. ¿En qué
consiste la trama de Mariana? En términos locales e inmediatos aquí ya se
aventuró la hipótesis de quebrar a la Nueva Mayoría, o, al menos, conseguir un
mejor posicionamiento del PDC en su interior. ¿Qué significa un mejor
posicionamiento al interior de la Nueva Mayoría? Obtener más cupos
parlamentarios para el PDC y que la candidata presidencial para fines de 2017
sea Carolina Goic, actual senadora y presidenta del PDC, su ahijada política. O
hacer trizas a la NM para integrarse a la derecha tradicional. O que los demás
partidos de la NM expulsen al PCCh, haciéndole perder una de sus franjas más
francamente reformistas. O modificar sustantivamente el incipiente programa
reformista del precandidato en curso de la NM, Alejandro Guillier. O que,
mínimo, el Partido Comunista chileno califique de “dictadura” al gobierno
cubano. O todas las anteriores más otros objetivos probables que ya aparecerán
en el camino.
7. Por
otra parte, al interior del PDC existe el grupo de interés y de poder “los
salvadoreños”, cuyos rostros más visibles son Gutenberg Martínez y Soledad
Alvear, entre otro/as. ¿Por qué se les llama “los salvadoreños”? Debido a la
colaboración estratégica que prestaron a la CIA norteamericana en la guerra de
El Salvador en la década de los 80 del siglo XX. Entonces, la insurgencia
revolucionaria y popular tuvo en las cuerdas a la tiranía del capital
transnacional de EEUU. Por razones que no vienen a cuento explicar aquí, las
fuerzas revolucionarias llegaron a una suerte de “empate estratégico” ante la
ayuda material, política y militar protagónica del Pentágono al Estado
salvadoreño. En medio de esa “colaboración” norteamericana, por su experiencia
tanto en el golpe de Estado en Chile de 1973, como por su “auxilio generoso” a
la Central Nacional de Informaciones (CNI) de la tiranía, acudió esa fracción
del PDC a El Salvador a aportar con sus experticias contrainsurgentes. De allí el
apodo “los salvadoreños”. Asimismo, estos mismos chicos/as jugaron un papel
cardinal en imponer como primer candidato a la presidencia de Chile de los
gobiernos civiles pos tiranía cívico militar, a Patricio Aylwin en vez de a
otro dirigente del PDC, Gabriel Valdés, quien contaba con mayor popularidad y
una posición más progresista que Aylwin. Forzudos “los salvadoreños”.
Implacables.
Ni siquiera es preciso recordar que el PDC emergió como una fracción
social-cristiana del Partido Conservador chileno (la “falange nacional”,
inspirada en el fascista español José Antonio Primo de Rivera), que con el
tiempo reemplazaría al Partido Radical (tienda preeminente en los tiempos de
los “frentes populares”) en el denominado “centro político” (pendular y
permeado por la lucha de clases). En las elecciones presidenciales de 1964, el
candidato del PDC, Eduardo Frei Montalva (papá del ex presidente
concertacionista del mismo partido, Eduardo Frei Ruiz-Tagle), recibió recursos
de EEUU para su campaña y luego heredó la línea política de la época: la
Alianza para el Progreso (4), estrategia imperialista anclada en la OEA con el
fin de contrarrestar el ejemplo emanado de la joven Revolución cubana.
¿Qué quiere decir lo anterior? Que la dirección del PDC tiene un largo
prontuario de internacionalismo fascista e imperialista en Chile y el mundo. Y
en consecuencia, no es extraño el movimiento de Mariana Aylwin.
8. En
tanto transcurre pesadamente el Festival de Viña del Mar, las reacciones del
sistema político dominante no se han hecho esperar. Los dirigentes del PDC ya
hablan de quiebre con el PCCh y la imposibilidad de cohabitar en la NM.
Mientras que el PCCh comunicó que emitirá una respuesta oficial en los próximos
días, el primer vicepresidente del PDC, Matías Walker, afirmó que “con estas
actitudes se hace muy difícil formar una nueva coalición política con el PC”.
Por su costado, el secretario nacional del PDC dijo que “Existiendo una
contradicción absoluta en nuestros conceptos de democracia, es muy difícil
mirar hacia adelante. Hay una diferencia insalvable respecto de qué es un
sistema democrático”. Y el senador de la misma tienda, Ignacio Walker, indicó
que “El incidente producido y las declaraciones públicas de la Embajada de Cuba
y del PC, a mi juicio, marcan un virtual punto de quiebre en las relaciones
entre la DC y el PC”.
El Partido Socialista, mediante una declaración pública trémula, aseguró
que “en ningún caso, es apropiado mezclar situaciones de diferencias
diplomáticas para fines de política interna chilena”.
¿Quedó claro?
9. Sincrónica
y contradictoriamente (en la superficie, claro), la presente administración
ejecutiva del Estado chileno, desbaratando con hechos su crítica a la decisión
soberana adoptada por el gobierno cubano, y sólo para hacer referencia a los
tiempos recientes, impidió el ingreso a Chile de la lideresa por los DDHH y ex
senadora liberal de Colombia, Piedad Córdoba, a comienzos de octubre de 2016
(5), arguyendo la “vulneración a la Seguridad Nacional”.
De igual modo, a fines de enero de 2017, dos jóvenes peruanos de
suscripción libertaria fueron expulsados del país andino a través de la
aplicación del Decreto 2601, emitido en 1975 por la dictadura de Pinochet, que
impone la prohibición de ingreso para quienes “propaguen o fomenten de palabra
o por escrito o por otro cualquier otro medio, doctrinas que tiendan a alterar
el orden social”. Como pruebas, acusaron la posesión de literatura anarquista
(6).
Y la primera semana de febrero del año en curso, esta vez fue expulsado
de Chile el periodista italiano Lorenzo Spairini, acusado de haber “sido
detectado en diversas actividades anti sistema, alterando el orden social del
país y constituyendo de esta manera un peligro para el Estado”. Spairini estaba
becado por la Unión Europea para realizar asesorías comunicacionales a
organizaciones sociales y sindicatos (7).
Un capítulo aparte comportaría el listado sin prensa de grupos
musicales, intelectuales, dirigentes sociales y personas extranjeras que han
viajado a Chile para visitar a las comunidades mapuche en resistencia por su
autonomía y autodeterminación, y que ni siquiera han tenido el “honor” de ser
expulsados. Simplemente no los han dejado ingresar al país en la frontera
misma. Por supuesto, la lógica del poder teme que se informe sobre las luchas
mapuche y además no logra entender que las comunidades mapuche pueden
auto-organizarse sin asesoría de nadie. Los lectores más antiguos recordarán
que las primeras versiones oficiales del ajusticiamiento fallido del Frente
Patriótico Manuel Rodríguez en contra del dictador Augusto Pinochet en 1986,
hablaron de “agentes extranjeros” provenientes del “comunismo internacional”,
cuando en realidad los fusileros fueron chilenas y chilenos comunes y
corrientes, puestos en una situación extraordinaria. El miedo de la
oligarquía y el imperialismo a la organización propia de los oprimidos/as es
tan profunda que produce relatos extraterrestres para explicar las realidades
que no pueden tolerar.
En fin. El pueblo y el gobierno cubanos conocen muy bien sus fortalezas
y desafíos, sus conquistas y debilidades. No será el autor de este artículo
quien salga a defender lo que tan bien ha sabido hacer un pueblo entero, sus
dirigentes, su historia.
Notas
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