Campesinos en Perú mantienen bloqueo a campamento de minera canadiense:
domingo, 3 de febrero de 2013
Especial CANADÁ
Canadá, un país no tan inocente como lo
pretende...
En lo que se refiere a las
prospecciones minera, en las que empresas canadienses controlan sobre el 50% de
ellas (directamente o por ser contratada para hacerlas por desde otros países)
el gobierno de Canadá permite que estas inversiones sean hechas sin que
se respeten los derechos de los pueblos de dichos países y, cuando hay
represión de ellos porque se hayan opuesto a dichas inversiones leoninas y sin
protección por el medio ambiente (caso de Pascua Lama en Chile y Argentina con
Barrick), no hace nada. El gobierno de Harper ha conseguido bloquear que se
imponga una ley que respete los derechos de los pueblos donde Canadá esté
involucrada. Se puede actuar en forma imperialista sin ser, necesariamente, un
Imperio.
(José Venturelli)
Campesinos en Perú mantienen bloqueo a campamento de minera canadiense:
Los pueblos originarios de
Canadá vuelven por sus derechos
Mario R. Fernández
Una vez más los aborígenes en
Canadá protestan contra el gobierno, esta vez el gobierno liderado por Stephen
Harper. Desde la invasión de los europeos a estos territorios, hace más de 400
años, los pueblos aborígenes vienen sufriendo los más aborrecibles abusos de parte de los "civilizados"
occidentales, siempre tratando de cubrir, de esconder, sus abusos a lo largo de
todo el continente americano donde han hecho verdaderos genocidios y han
saqueado sin distinción a todos los pueblos aborígenes –incluidas, por
supuesto, los Pueblos Originarios (First Nations) canadienses. Pero todas estas
injusticias en contra de estos pueblos no han ocurrido sin que estos
resistieran, una lucha sostenida a lo largo de su historia.
Muchos gobiernos de turno han
llegado con diferentes planes en contra de los Pueblos Originarios en Canadá
sin duda por más de un siglo. Entre los más recientes figuran los planes del gobierno “progresista” de Pierre
Trudeau que en 1969 produce los llamados Papeles Blancos sobre la Política India
(White Papers on Indian Policy) que terminan siendo abandonados, seguidos en la
década de los 80s por un plan similar del gobierno conservador de Brian
Mulroney cuyos planes también terminaron siendo rechazados. Ambos planes tienen
complicaciones jurídicas muy profundas, pero no es por estas complicaciones
jurídicas que son eliminados sino por otros costos que estos planes implican.
Como el más reciente plan de Harper, estos planes tienen características
comunes: asimilación o eliminación del concepto de Nación frente a los
gobiernos provinciales, federal y a la sociedad canadiense toda, terminar con
la protección y los derechos que la constitución canadiense otorga a los
Pueblos Originarios -su soberanía territorial convertida en municipios, sus
reservas en tierras vendibles, la destrucción de sus tradiciones, historia y
tratados firmados con la sociedad blanca.
Esta vez, el movimiento de
resistencia ha comenzado con un grupo de mujeres aborígenes en la provincia de
Saskatchewan –mujeres que tratan de informar a sus hermanos y hermanas sobre
las consecuencias de la nueva ley federal, en especial de la ley C-45 que no es
sino una nueva forma de ataque a sus tierras y a sus derechos de agua en sus
territorios todos, derechos que aplican dentro de la propia Ley de los blancos.
Este llamado de protesta ha empezado a despertar al país todo a través del
movimiento que ellos llaman "Idle No More" (Ya No Más Pasivos)
protestas no sólo por los asuntos de sus territorios sino también por otras
reivindicaciones, otras injusticias, como la falta de compromiso de la justicia
para averiguar lo que ha sucedido con cientos de mujeres aborígenes asesinadas
o desaparecidas, o la negligencia del gobierno federal de proveer documentación
sobre las iglesias canadienses involucradas en las escuelas residenciales o
internados en donde miles de niños y niñas aborígenes sufrieron horrendos
abusos físicos, sicológicos y sexuales de parte de sus “educadores” con la
complicidad de las autoridades y de la sociedad canadiense de entonces. Y por
supuesto un poner fin a la tolerancia de los Pueblos Originarios a la práctica
del gobiernos de tomar decisiones sin consultarlos, de no cumplir con la
entrega de fondos de vivienda y de infraestructura aprobados por gobiernos
anteriores y de continuar con tantas políticas injustas y tanta iniquidad.
El movimiento ha ido tomando
fuerza a partir del 11 de diciembre, fecha en que la jefa (Chief) Theresa
Spence comienza una huelga de hambre en Ottawa. Esta mujer valerosa de la tribu Attawapiskat, pequeño
territorio ubicado en un desolado lugar en el norte de la provincia de Ontario,
con su huelga ha despertado la atención de su pueblo y para mediados de
diciembre las protestas se extendieron, para el 21 de ese mes hubo masivas
manifestaciones en más de 25 ciudades del Canadá, manifestaciones que contaron
con el apoyo de muchos canadienses no aborígenes ni mestizos, incluyendo
ecologistas, luchadores por la defensa de los derechos humanos y grupos y
partidos de izquierda como el Quebec solidaire.
Aunque este movimiento ha sido y
es una noticia relevante diaria en los medios canadienses, Stephen Harper con
su habitual arrogancia se ha mantenido indiferente negándole importancia,
estrategia habitual en él. Harper sólo se pronuncia sobre asuntos corporativos,
políticas de agresividad externa y su agenda sobre desmantelamiento del sistema
del bienestar social. Pero, no le quedo alternativa más que dejar de ignorar la
situación y tratar de dialogar con el jefe de los Pueblos Originarios Chief
Shawn Atleo. A esa reunión, sin embargo, muchos jefes se negaron a asistir,
incluyendo a Theresa Spence. El impacto del movimiento puede cobrarle a Harper
algún precio político, razón que explica el cambio de actitud del Primer
Ministro hoy fingiendo disposición a escuchar. Mientras tanto el jefe Atleo,
por razones de salud, ha dejado temporalmente sus responsabilidades.
El movimiento de protesta
continúa, aunque no podamos predecir cómo ha de terminar se están dando
acciones de lucha, cortes de caminos y vías ferroviarias, que crean un espacio
para que el gobierno haga uso de la fuerza, siempre una posibilidad. Agentes
políticos del gobierno y de la oposición intervienen para desarticular el
movimiento acercándose a algunos jefes para persuadirlos de que detengan y
controlen las protestas. Por otro parte hay que destacar que el descontento con
muchos de sus jefes en las comunidades originarias es real, se los acusa de
negligencia, personalismo y oportunismo. En las últimas décadas, y favorecido
por el acercamiento de muchas tribus involucradas en gestiones empresariales de
servicios, casinos, y recreación, jefes y administradores se han hecho
vulnerables a la corrupción reinante en el mundo de los negocios –común al
resto de la sociedad canadiense.
Las mujeres aborígenes, sin
embargo, no se han beneficiado de este proceso sino que han sufrido
personalmente la falta de recursos, el abuso y las consecuencias de políticas
nefastas imbricadas con el machismo en la sociedad canadiense general y en sus
comunidades y hogares. Cada lucha de los movimientos de protesta de los
aborígenes en Canadá enfrenta no sólo sus propias debilidades sino también la
actitud hostil de la mayoría de los canadienses, incluidos los medios de
comunicación que no pierden oportunidad de desacreditarlos culpándolos de su
pobreza, los problemas sociales, de salud y disfuncionalidad familiar que
muchos padecen. Hostilidad, y racismo,
que trata de justificar un pasado y un presente de opresión y saqueo en contra
de los Pueblos Originarios y que nunca ha sido totalmente cuestionada por la
mayoría de la sociedad canadiense y sus instituciones políticas, sociales y
jurídicas.
Idle No More: Las naciones indígenas de Canadá toman las
calles
Por Fuente:
otramerica.com - Thursday, Jan. 17, 2013
info@otramerica.com
Miércoles 16 de enero de 2013
No se trata de un Occupy, ni de indignados. Canadá se ha
visto sorprendida por la irrupción de un movimiento plural, originario y
vibrante: Idle No More (No más inacción). Los pueblos originarios reclaman su
soberanía territorial y política y lo están haciendo en las calles.
Imagen del corte del puente
internacional entre Canadá y EEUU el 5 de enero. Fred Chartrand / Tje Canadian
Press
“Lo que queremos es ser libres:
libres de gobernarnos como nos parezca, libres de gozar de nuestras
identidades, culturas, lenguas y tradiciones”
Por Equipo Otramérica / Varias
fuentes
El año 2012 terminó con un
nacimiento en Canadá. Al mismo tiempo que Theresa Spence, la jefa de la nación
Attawapiskat, comenzaba una huelga de hambre en contra de la política de
asimilación del primer ministro, Stephen Harper, el movimiento Idle No More (No
más inacción), que agrupa a pueblos de las Primeras Naciones, los Inuit y los
Metis, comenzaba a asomar la cabeza. En enero, ya era imparable.
Activistas cortaron el puente
internacional que une Canadá con Estados Unidos, cerca de Cornwall Ontario el 5
de enero; el día 13 hubo acciones de Idle No More en diversos puntos de Canadá
y se contagió a Estados Unidos, como la concentración en Madison (Wisconsin).
Hoy, 16 de enero, hay un llamado a la acción en todo el territorio canadiense
con marchas y concentraciones. De hecho, ya se han registrado cortes de calles
en el centro de Otawa y están previstas manifestaciones en el Ambassador
Bridge, que une el estado de Ontario (Canadá), desde Windsor, con Míchigan
(Estados Unidos), en las cataratas del Niágara, o frente al consulado británico
en Toronto, entre otras.
A pesar de que algunos medios de
comunicación han querido insinuar un plan violento por parte del movimiento,
algunas de las personas que ejercen como portavoces, así como en un comunicado
en su sitio oficial en Facebook, Idle No More ha insistido en el carácter
pacífico y masivo de sus acciones:
“Idle No More tiene la responsabilidad de
resistir las políticas actuales del Gobierno en forma pacífica y respetuosa. Se
puede hacer. Se puede hacer sin agresión o violencia. Este es un momento
energético, emocionante y transformador. Este movimiento se ha guiado por los
ancianos espirituales, por sueños, visiones y por los valores fundamentales de
nuestros pueblos. Estamos aquí para asegurar que la tierra, las aguas, el aire
y las criaturas y, de hecho, cada uno de nosotros, volvamos al equilibrio y
dejemos de perjudicar los unos a los otros y a la madre tierra”.
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