Le Monde diplomatique
Traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos y Caty R.
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Domingo 15 de diciembre, Santiago de Chile, 15 horas: el sol está en su
cénit, el cielo límpido y provisionalmente libre del halo de contaminación
aferrado cotidianamente a las faldas de la cordillera de los Andes que domina
la ciudad. Ya ha llegado el asfixiante calor del verano austral. Frente al
edificio del ayuntamiento, en el municipio del barrio de La Florida (al sur de
la capital), destacan un supermercado (en manos de la multinacional Wal-Mart),
un gran mercado de Navidad y el colegio «Bellavista La Florida». Al igual que
durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales del pasado 17 de
noviembre, este establecimiento municipal se ha transformado en centro
electoral. Las personas que pasan miran de reojo a los militares apostados a la
puerta del colegio electoral. Algunos entran más raramente.
Tras una semana de trabajo que suele ser
largo [i], parejas cargadas de bolsas de plástico se toman un respiro a
menos de diez días de las festividades de fin de año. Hay un vaivén continuo
entre las casetas con objetos traídos de China y los puestos de artesanía local
o de guirnaldas de colores. Para gran desconcierto de algunas personas,
continúa cerrado el Centro Comercial Américo Vespucio, justo al otro lado de la
inmensa avenida Vicuña Mackenna: las autoridades han decidido cerrar los
“Mall”, estos templos del consumo en este día de elecciones. No importa: al
mismo tiempo, el barrio Meiggs, muy cerca del centro de la ciudad, se ve
invadido de una marea humana de varios miles de personas venidas a sacar
partido de los comercios de barrio. Hay buenos negocios y un récord de
afluencia: «Aquí no se vota, se compra», indica un cartel en la fachada de una
tienda.
Desde temprano, la página web del
periódico conservador El Mercurio observaba la muy baja
participación. Una vez «cumplido su deber cívico», el presidente saliente
Sebastián Piñera (un riquísimo hombre de negocios que en 2010 logró hacer ganar
a la derecha por primera vez desde que terminó la dictadura en 1989 [ii])
declara solemnemente: « Si un chileno no quiere
votar demuestra una falta de cariño hacia su país ». En
vano.
Se trata de las sextas elecciones
presidenciales desde el inicio de la transición democrática, pero de las
primeras que se llevan a cabo sobre la base del voto voluntario (con una
inscripción automática en las listas). Como ocurre en varios países de América
Latina, hasta entonces los electores inscritos estaban obligados a votar bajo
pena de multa. Ante esto, muchos chilenos, sobre todo jóvenes y personas
pertenecientes a las clases populares, no se inscribían en el censo electoral:
ojos que no ven, corazón que no siente, en una palabra…
Las elecciones municipales de 2012 ya se
desarrollaron siguiendo estas nuevas reglas. La abstención alcanzó el 60%, lo
que provocó escalofríos en los círculos políticos. A pesar de la presencia de
nueve candidatos en la primera vuelta de las presidenciales, acudió a votar
menos de la mitad de los trece millones y medio de electores (de una población
de más de 17 millones de habitantes). Al final de esta jornada electoral, el
resultado no ofrece sorpresas: frente a Evelyn Matthei (derecha, 37,8% de los
votos), Michelle Bachelet será la próxima presidenta con más del 62,2% de los
votos, pero el claro triunfo de la que fuera presidenta entre 2005 y 2010 se
logra con 255.000 menos que en su primer mandato [iii]. Solo han acudido a
las urnas el 41% de los electores: la cifra más baja desde la transición, dato
al que habría que añadir la exclusión del derecho a voto de los más de 850.000
chilenos que viven en el extranjero (una herencia del régimen militar).
Para Laurence Golborne, exministro y
figura de la derecha, «es preocupante que sólo el 25% de los chilenos elija a
la presidenta [iv]». Por el contrario, el director del Servicio Electoral
Patricio Santa María pone de relieve que la fuerte abstención no puede en
ningún caso restar la menor legitimidad a los resultados. La senadora
demócrata-cristiana Ximena Rincón, a la que siguen de corazón una miríada de
diputados, afirma: «El presidente Obama fue elegido con solo el 40% de los
votos y nadie duda de su liderazgo». ¿Obama al rescate de la democracia chilena?
Más allá del baile de cifras, el conjunto de los dirigentes políticos sabe que,
desde hace varios años, el sistema político chileno padece una grave crisis de
representatividad. Un sistema basado en la Constitución heredada de la
dictadura (1973-1989) y consolidado durante los gobiernos de la Concertación,
una coalición entre socialistas, social-liberales y demócrata-cristianos
(1990-2010). En la entrada del mercado de Navidad de La Florida, un anciano de
rostro marcado lanza, con sonrisa irónica: «¡Mejor aprovechar este hermoso
domingo para hacer las compras de Navidad que para ir a votar! De todos modos,
¿a nosotros para qué nos sirve la política? Mañana habrá que levantarse igual
para ir a trabajar».
Concertación 2.0
La victoria de Michelle Bachelet no ha
sorprendido mucho. Al acabar su primer mandato los sondeos le atribuían un
nivel de popularidad superior al 80%.Tras una estancia en Nueva York a la
cabeza de una delegación de la Organización de las Naciones Unidas
especializada en la defensa de la mujer (ONU-Mujer), vuelve a Chile después de
una campaña de comunicación impecable. Su éxito (74,92%) en las primarias del
pasado 30 de junio dejaba esperar una victoria ya en la primera vuelta. Tanto
más en cuanto que ante las críticas que recordaban que la Concertación dirigió
y profundizó el modelo neoliberal cuando estuvo en el poder de 1990 a 2010,
Michelle Bachelet ha sabido forjar un nuevo relato destinado a volver a
encandilar parte de sus electores. En primer lugar, la Coalición ha logrado
integrar al Partido Comunista (PC) y a pequeñas organizaciones socialdemócratas [v],
y crear así la «Nueva Mayoría». A cambio de varias circunscripciones y
argumentando que ahora se trata de crear una vasta mayoría electoral , en torno
a un proyecto mínimo de reformas, el PC (principal partido a la izquierda de la
Concertación) se ha convertido así en un aliado importante en el momento de
defender la imagen progresista de la expresidenta. Así, la organización creada
hace cien años por Luis Emilio Recabarren duplica su representación
parlamentaria. Entre los seis diputados comunistas, hay dos mujeres jóvenes: la
exdirigente de las juventudes comunistas Karol Cariola y una de las figuras del
movimiento estudiantil de 2011, Camila Vallejo (elegida con el 40% de los votos).
Y a pesar del chirriar de dientes de la democracia cristiana (centro derecha ,
DC), el PC ofrece al futuro Gobierno unos intermediarios (limitados) en los
movimientos sociales, en particular a la cabeza de la Central Unitaria de
Trabajadores (CUT) dirigida por la comunista Bárbara Figueroa, que ha llamado
abiertamente a votar a Bachelet. Al día siguiente de las elecciones, el
presidente del PC Guillermo Teillier todavía no podía confirmar una
participación en el Gobierno, pero reafirmaba « su lealtad » al programa
defendido por la presidenta, al tiempo que destacaba la importancia histórica
de esta victoria en las urnas: « el Partido Comunista no había ganado una
elección presidencial desde el tiempo de Salvador Allende [vi]», en 1970.
Aparte del PC, el conjunto de los partidos
de la Nueva Mayoría se han beneficiado de un rendimiento muy notable en las
elecciones legislativas (que se celebraron a la vez que la primera vuelta de
las presidenciales) y obtuvieron una mayoría bastante cómoda en el Congreso,
con 21 senadores de 38 y 68 diputados de 120. Esta posición de fuerza dará al
ejecutivo ciertas mayorías cualificadas para empezar a modificar unas «leyes
orgánicas» e iniciar las prometidas reformas, a pesar de los múltiples candados
legislativos instalados por la «Constitución Pinochet».
¿Un gobierno de reformas?
Michelle Bachelet, que se benefició de un
pletórico equipo de expertos formado por 500 personas, organizó su campaña en
torno a tres ejes principales, con gran profusión de marketing político [vii].
En primer lugar, la promesa de una reforma
constitucional «participativa, democrática e institucional», que requerirá un
acuerdo en el Parlamento con la derecha (para obtener el quórum de los dos
tercios). La discusión podría ir precedida de una consulta a la «sociedad
civil» y ser validada por referéndum: la candidata, reina de la ambigüedad que
además juega con las tensiones internas de su coalición [viii], se ha
negado a pronunciarse a favor -o en contra- de una verdadera asamblea
constituyente y popular (AC), para gran desilusión de los colectivos que
animaron la campaña «Marca tu voto AC» [ix] . El segundo eje es una
reforma fiscal equivalente al 3% del producto interior bruto (PIB), destinado a
aumentar (moderadamente [x]) los enormes beneficios de las principales
sociedades y transnacionales del país. Y, por último, una reforma de la
educación que buscará responder, en parte, a las grandes movilizaciones de
jóvenes de 2011-2012 [xi].
La noche de la victoria, desde el lujoso
hotel Plaza San Francisco, Michelle Bachelet dio las gracias a «la calle», en
particular a los jóvenes, y reiteró su promesa de crear «un sistema educativo
público, gratuito y de calidad». «Hoy, señaló, nadie duda de que el lucro no
puede ser el motor de la educación». En un país donde el mercado de la
educación es enorme y numerosos responsables de la Concertación son los
protagonistas de este jugoso negocio, algunos dudan con cierta razón [xii].
Tanto más en cuanto que reforma que se prevé «gradual» y se hará en seis años
(es decir, más allá del mandato presidencial), dirigida a permitir a los
estudiantes acceder gratuitamente a las universidades por medio de subvenciones
públicas… sin embargo no eliminará la hegemonía de las universidades privadas y
el sistema de colegios particulares subvencionados (sistema que nació en los
últimos días de la dictadura).
Despertar de los movimientos sociales y
fragmentación neoliberal
Como señala el historiador Mario Garcés,
el Chile actual se caracteriza por el «despertar de la sociedad» y la irrupción
de los movimientos sociales[xiii]. El poder de las luchas estudiantiles por la
educación vino precedido de grandes movilizaciones en diversas regiones (como
en Magallanes o Aysen), por importantes luchas ecologistas y también por la recuperación
de las huelgas salariales y diversas luchas sindicales radicales.
En este marco, algunos perciben la
elección de Bachelet más bien como un cortafuegos susceptible de estabilizar el
modelo exportador neoliberal en una coyuntura de aumento de los conflictos
sociales. Entre ellos los sociólogos Felipe Portales y Alberto Mayol. Esta
último analiza la figura incombustible de Bachelet como un fenómeno
«cristológico» que encarnaría en el imaginario colectivo el dolor de la
dictadura (padeció torturas y su padre fue un general legalista asesinado) [xiv],
señalando que esta candidatura permite a una Concertación en declive recuperar
parte de su legitimidad, sin poner en cuestión los equilibrios macroeconómicos
y los intereses de las multinacionales. A respeto, la candidata y su equipo
reiteraron que –sin que se trate de un «acuerdo ideológico excluyente»- será
imprescindible «mantener una relación activa de coordinación económica con la
Alianza del Pacífico [xv]», eje estratégico
apoyado por los Estados Unidos junto a México, Colombia, Panamá y Perú. Apenas
consumada la elección, el presidente boliviano Evo Morales no dudó en desafiar
a la nueva presidenta insistiendo en el carácter «pro imperialista y pro capitalista»
de la Alianza: «Dudo de que [Michelle Bachelet] sea socialista. Y acá voy a
hablar de frente, públicamente: si Bachelet sigue en la Alianza del Pacífico,
quedará definido a quién corresponde, de dónde viene y qué quiere [xvi]».
En la primera vuelta, el 17 de noviembre,
algunos miembros eminentes de la clase patronal no dudaron en apoyar a la
expresidenta. Empezando por un peso pesado del capitalismo local: Jorge Awad,
presidente de la asociación de los bancos chilenos, que señaló hasta qué punto
la reforma fiscal prevista por la candidata sería indolora y que Bachelet ya
había demostrado que sería una garante eficaz de las inversiones extranjeras
(particularmente mineras). Awad no es una excepción: la aportación de las
grandes empresas a la campaña de la pediatra socialista representó el triple de
las sumas dedicadas a Evelyn Matthei, la candidata de derecha presentada por la
Alianza para Chile [xvii]…
Matthei solo ha sido candidata por defecto
debido a sucesivas deserciones en cadenas. Es también hija de un general, pero
de los que apoyaron la dictadura. Militante de la Unión Demócrata Independiente
(UDI), encarna las corrientes más reaccionarias de la coalición, prometiendo
gobernar «con la Biblia en la mano». En frente, el presidente saliente (Sebastián
Piñera) y algunos miembros de Renovación Nacional, el otro partido de la
coalición, siguen acariciando la estrategia de una renovación liberal de la
derecha, con el fin de recuperar el poder en 2017. Pero el fantasma de Pinochet
y de las violaciones masivas de los derechos humanos aún planean sobre la
coalición y el UDI está lejos de ser liquidada: todavía representa la primera
fuerza del Parlamento, especialmente gracias a prácticas clientelistas bien
experimentadas en los barrios más pobres.
Y ahora qué...
La señora Vázquez es vendedora ambulante
de ropa. Viviendo pobremente y a la cabeza de una familia numerosa, no se
siente «representada ni por Matthei ni por Bachelet». Opina que la victoria de
esta última anunciaría «nuevas huelgas y manifestaciones en todos los sentidos.
Seguramente volverán los tiempos de la Unidad Popular y habrá destrucción y
violencia. ¿Y quién pagará los platos rotos? Está claro, nosotros, el pueblo».
Muchos sindicatos y colectivos militantes están efectivamente en pie de guerra,
pero más bien para intentar reconstruir el tejido social y con la perspectiva
de exigir más al Gobierno. En una sociedad que sigue siendo una de las más
desiguales de América Latina y en la que reina la precariedad en el mundo
laboral, no es tarea fácil [xviii].
Muchas señales soterradas confirman sin
embargo que el año 2014 podría ser «caliente». Recientemente, la presidencia de
la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) ha sido ganada
por la lista libertaria «Lucha». Su dirigente, Melissa Sepúlveda, rechazó votar
en la segunda vuelta de las presidenciales y se pronunció contra la
«parlamentarización de las luchas», una pica a Camila Vallejo y Karol Cariola,
así como a los demás diputados procedentes del movimiento estudiantil: Gabriel
Boric (Izquierda Autónoma) que ha ganado su apuesta de acceder al Parlamento
sin el apoyo de la Concertación, y Giorgio Jackson (Revolución Democrática), de
25 años, aliado autónomo de la Nueva Mayoría y elegido diputado por Santiago.
Por su parte, el periódico El
Mercurio, después de haber hecho campaña a favor de Evelyn Matthei,
ahora señala que uno de los objetivos del nuevo Gobierno será «la contención de
las expectativas que se despiertan, para canalizarlas [xix]».
Franck Gaudichaud es académico de la
Universidad de Grenoble (Francia) y miembro del colectivo editorial de
Rebelión. Su último libro es: Chili, 1970-1973. Mille jours qui
changèrent le monde, Presses Universitaires de Rennes, Coll. Des Amériques,
2013 ( www.pur-editions.fr/detail.php?idOuv=3265 ).
Articulo publicado por Le Monde
Diplomatique – France:
[i] Muchas personas son asalariados
que trabajan 45 horas a la semana, seis días a la semana, como permite el
código laboral, heredado de la dictadura.
[ii] Véase «Au Chili, les vieilles
lunes de la nouvelle droite», Le Monde Diplomatique, mayo de 2011.
[iii] Resultados oficiales:
[v] Se trata de la Izquierda Ciudadana
(IC), surgida de la Izquierda Cristiana y del Movimiento Amplio Social (MAS)
del exsenador socialista Alejandro Navarro.
[ix] Algo más del 10% de los
electores de la segunda vuelta marcaron su papeleta de voto con la inscripción
«AC» para señalar su adhesión a la perspectiva de una asamblea constituyente ( http://marcatuvoto.cl/ ).
[x] Como señalaba el exministro de la
Concertación y alto funcionario del FMI Nicolás Eyzaguirre con el fin de
asegurar los «mercados»:
[xii] Los vínculos entre la
Concertación y el mercado de la educación han sido confirmados por la última
investigación de la periodista María Olivia Mönckeberg : Con fines de
lucro: la escandalosa historia de las universidades privadas en Chile, Santiago,
Debate, 2013.
[xiii] Mario Garcés, El despertar
de la sociedad . Los movimientos sociales de América Latina y
Chile, Santiago, LOM, 2012.
[xiv] Se puede recalcar que Bachelet
buscó encarnar más bien una figura mariana y maternal (mucho más que cristológica),
protectora, abierta y consensual, infantilizante incluso del pueblo chileno.
[xvii] El Mercurio , 18
de noviembre de 2013.
[xviii] A pesar de un crecimiento anual de más del 5% del PIB, el 5%
de la población más rica gana 275 veces la renta del 5% de los más pobres. Ver
las encuestas de la fundación Sol : www.fundacionsol.cl .
[xix] El Mercurio , 16 de
diciembre de 2013.
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