domingo, 5 de octubre de 2014
¿Dónde están los verdaderos socialistas en Chile?
¿Qué ocurrió con ellos?
Desde octubre
de 1973 a la fecha muchos socialistas, miristas y
trotskistas, se transformaron en entes recauchados, serviles al modelo
neoliberal y “tapagoteras” de los abusos e ilícitos cometidos por la
dictadura
LA LIBERTAD DE prensa, en estricto rigor, nunca ha existido en Chile
como tal, pues ella ha sido sólo el tipo de información, contenido y mensaje
que el grupo económicamente dominante estableció como “legal, civilizado y
moderno”, tornándolo lúdico y recreacional a fuerza de burdas crónicas y
múltiples amaños de las noticias mismas, con lo cual logra aprehender el
pensamiento de la sociedad y, con ello, direccionar la opinión de las masas
hacia objetivos que son vitales para quienes poseen el control de la férula. A
todo lo anterior, tales mandantes lo han bautizado con el pomposo título de
“libertad de pensamiento y expresión”.
Por cierto, los comerciantes propietarios de los medios de comunicación
hacen ingentes esfuerzos para mantener a sus clientes absortos en una de las
mentiras mejor estructuradas en nuestra corta Historia, cual es obnubilar la
capacidad de reflexión de los lectores con el mito de que en Chile existe una
absoluta y envidiable libertad de información. Aquello de ‘envidiable’
-que obviamente corresponde a una ironía- dice relación con un inefable lugar
en el ranking continental respecto de las libertades, ya que nuestras
autoridades (y también nuestra prensa oficial) han sido tenaces en el
insistente afán de desacreditar a determinados gobiernos de países hermanos en
estas materias, acusándolos de “asfixiar el derecho a la libre expresión”, pese
a que en esas naciones la prensa cuenta con una multiplicidad y variedad tal de
medios de comunicación que ellos completan el arcoiris de la política
partidista.
En cambio, en nuestra república austral esa maravilla se encuentra
distante y ausente. No obstante, tozudas y frescas de cutis, las autoridades -y
gran parte de la supuesta oposición- lenguajean destacando como
‘excepcionalmente bueno’ su inefable panorama mediático, y lo hacen hasta los
límites del ridículo, pues precisamente quienes más mienten y falsean la verdad
son quienes llevan décadas asociados en el saqueo a la patria y en la venta de
la misma, así como internacionalmente son criticados por su entreguismo al
capital transnacional y a intereses económicos y geopolíticos de naciones que,
por siglos, han impedido el desarrollo y crecimiento latinoamericano.
Esto último no es un problema (y gravísimo, a decir verdad) que ocurra
en Chile solamente. Si miramos hacia el norte veremos que el noble pueblo
venezolano –al que miles de chilenos le deben no sólo su tranquilidad económica
sino también la vida- sufre, en menor medida pero igual enjundia, de un tumor
similar a través de una prensa derechista –que allá no sólo existe en gran
cantidad sino, también, tiene libertad absoluta para escribir y publicar lo que
le venga en ganas- cuyo único objetivo, lejos de informar, radica en la
sedición y el complot como paso previo a la indigna decisión de abandonar las
raíces patrias para volver a entregarse a la avaricia norteamericana. Es en
este punto donde algunos “eméritos políticos chilenos” han tenido destacada
participación en orden a coadyuvar con la sedición golpista de la ultraderecha
llanera. Ha sido el caso de Ricardo Lagos Escobar, un individuo cuyo
‘tartufismo’ en política alcanza niveles de aberración, mientras aún muchos
chilenos –erradamente- le siguen considerando no sólo un ‘izquierdista de tomo
y lomo’ sino, además, estadista de excepción, pues no han logrado (o no han
querido) informarse respecto de cuán neoliberal y déspota es el susodicho ex
Presidente. Ver:
Nuestra ‘independiente y objetiva’ prensa nacional dem oró décadas en
reconocer que “algunos de sus asociados” habían cometido serios ilícitos
apoyando –con su silencio y/o con sus abiertas mentiras- los crímenes y robos
ejecutados por militares en ejercicio y ciertos agentes del estado durante los
años de dictadura. Recientemente, el Colegio de Periodistas ha avenido a
ratificar el comentario anterior mediante una publicación que ahorra cualquier
comentario e inhabilita toda posible argumentación que pretenda establecerse en
defensa de los delincuentes dictatoriales y sus adláteres.
“El Tribunal de Ética y Disciplina del Consejo Metropolitano del Colegio
de Periodistas confirmó el fallo del fiscal y presidente de esa instancia,
Alfredo Taborga, y condenó a ex directores de “El Mercurio”, “La Segunda”, “Las
Últimas Noticias” y “La Tercera” y a una periodista, por falta a la ética y no
cumplimiento con el deber “de entregar la verdad a la ciudadanía”, en las
publicaciones que esos medios realizaron en los primeros años de la dictadura
acerca del secuestro y desaparición de 119 prisioneros políticos en el montaje
conocido como Operación Colombo.”
Pero ello es sólo una muestra, un ejemplo, un hecho individual, dentro
del cúmulo de acciones anti libertarios y antidemocráticos que a diario realiza
la prensa chilena, asuntos que por cierto no podrían ser realizados sin el
concurso y apoyo del poder político. No se trata ya solamente del visto bueno
otorgado por las tiendas derechistas –perennes totalitarias y clasistas- pues
desde hace dos décadas se ha sumado el concurso de un bloque conformado por
antiguos partidos políticos autodenominados “progresistas” (e incluso
‘izquierdistas’, en algunos casos, como el Partido Socialista) aglutinados en
una coalición que hemos conocido con el nombre de Concertación de Partidos por
la Democracia.
Esta nueva sociedad de intereses –Alianza/Concertación- ha hecho piel el
non plus ultra ideológico de los dirigentes del imperialismo neoliberal,
Estados Unidos de Norteamérica, al esquematizar la libertad de prensa
asociándola exclusivamente con el pensamiento capitalista. De esa laya, todo lo
que no corresponda al canal economicista y de libre mercado que esa ideología
propugna, será considerado enemigo por la prensa que está en manos de
directores y editores colocados en los cargos de máxima responsabilidad
mediática por los gremios empresariales y los mandamases políticos. Resulta
fácil entonces comprender los cambios de actitud y opinión que ciertos
periodistas, conductores de televisión y comentaristas políticos, exteriorizan
sin empacho ni rubor de un día para otro, como ha ocurrido, por ejemplo, a
conocidos “hombres de prensa”. Tal es el caso de Fernando Villegas, Matías del
Río, Patricio Navia, y muchos otros que han trocado opiniones y posiciones
según sea el nuevo patrón, o respondiendo sin chistar a los vaivenes e
intereses manifestados por el jefe de turno, el que generalmente resulta ser un
megaempresario o un político, pero jamás (y reitero el término, “jamás”) un
colega suyo, un periodista, pues tal cual lo aseguré en artículos anteriores,
la prensa chilena lleva décadas en manos de bolicheros y mercachifles, pero no
bajo la férula de periodistas profesionales. .
De esta forma esa misma prensa -llamada ‘oficial’- replica los
interesados conceptos explicitados por sus mandantes reales, sitos en naciones
extranjeras, los cuales machacan hasta el hastío la idea de que todo medio de
información no capitalista es falaz, mugroso e hijo del ‘resentimiento’,
término este último que sigue siendo el más usado por fundamentalistas del
neoliberalismo a la hora de entregar respuestas a las argumentadas críticas de
sus opositores. En este juego de ilusiones y mentiras ha sido atrapada también
parte importante de la izquierda chilena, en especial aquella que no titubeó al
momento de reconvertirse a la fe neoliberal y traicionar a los millones de
chilenos que lucharon a cara descubierta contra la dictadura y votaron NO en el
plebiscito de octubre de 1988.
¿Cómo explicarle a un viejo socialista “de verdad” -que en este país
pueden ser millones- la traición y revoltura de intereses manifestada por
dirigentes del viejo partido de Allende y Ampuero, en relación no sólo a la
política interna chilena sino, específicamente, a los ataques a una de las más
importantes procesos revolucionarios de América Latina en los últimos cincuenta
años? Me estoy refiriendo, claramente, a las abyectos y desinformados juicios
de valor emitidos por socialistas como Ricardo Lagos, Fulvio Rossi y Marcelo
Díaz –entre otros- contra el gobierno venezolano, contra su Presidente, su
pueblo y la trascendental revolución bolivariana. Ver:
¡¡Ese es el ‘socialismo’ que el imperio estadounidense y sus asociados
empresariales latinoamericanos –propietarios de los medios de información- han
logrado internalizar en la piel y en los bolsillos de los mal llamados ‘nuevos
socialistas’!! Un socialismo que la derecha acepta sólo como testimonial, pero
jamás como estructura real de política concreta. Y en este torneo de acomodos,
alianzas y repartijas familisteriales, personas como nuestros conocidos ex
mandatarios concertacionistas –desde Aylwin a Bachelet- han jugado un rol tan
significativo y exitoso que el mismísimo gobierno norteamericano decidió
premiarlos con cargos internacionales, los que van desde la secretaría general
de la inútil (pero bien pagada) OEA, hasta el inefable título de “ONU Mujer”
pasando por el escritorio del ridículo y farandulero cargo “Capitán Planeta”.
Como bien sabemos, Washington no premia a sus adversarios, sólo recompensa a
sus obsecuentes servidores…pero sólo a los grandes, a los importantes…el resto
de los cipayos recibirá algunas migajas que servirán de bono compensatorio, y
nada más.
Por ello, vuelvo a la frase con la que inicié este artículo: “la
libertad de prensa, en estricto rigor, nunca ha existido en Chile”; y con esa
afirmación me permito asegurar también que desde octubre de 1973 a la fecha
muchos socialistas, miristas y troskistas, se transformaron en entes
recauchados, serviles al modelo neoliberal, y “tapagoteras” de los abusos e
ilícitos cometidos durante la dictadura por quienes son hoy sus patrones: los
empresarios derechistas que a su vez son yanaconas de los intereses de Estados
Unidos.
Y todo aquel que no esté de acuerdo con que lo anterior es “cristiano,
civilizado, ‘democrático’ y occidental”, será tachado y juzgado por la prensa
oficial como un “comunista de mierda, un ateo, un resentido y un vago”.
arturoalejandro90@gmail.com
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