Estimados amigos:
Ojalá que se den tiempo para leer esta
reflexión. No es un saludo típico de navidad, pero es un saludo de navidad.
Esta navidad nos pilla después de un año
muy golpeado. Rescato cuatro momentos:
Un terremoto maremoto que nos saco mucha
humanidad, encuentro de vecinos y solidaridad.
Los 33 mineros que también despertó
solidaridad y nos revela los graves problemas de inseguridad laboral. Nos
reveló el apego a la vida y el empuje de gente sencilla. También nos unió y
despertó solidaridad y valores.
Después la huelga de hambre de los
mapuches a los que se les aplicó la justicia militar y la ley antiterrorista.
Mi impresión es que la realidad mapuche nos deja perplejos, mudos. No conocemos
lo que vive el mundo mapuche. Es un tema que nos queda grande y sin embargo
forma parte de nuestra realidad, hay que tener opinión é informarse. Chile de
hecho a querido eliminar al pueblo mapuche, primero lo quito sus tierras, no
reconoce su cultura, su historia. El mapuche ha estado obligado a asimilarse a la
cultura chilena y negarse a si mismo, para sobrevivir. Chile no sabe aceptar la
diferencia cultural y la identidad mapuche. Aquí estamos mal. Tendemos a
criminalizar y no ver los problemas de fondo. Fueron muchos los mapuches en
huelga de hambre, todos presos sin cargos. Para eso faculta la ley
antiterrorista. Así vivimos en la dictadura. Ahora sólo están detenidos, los
acusados son tres o cuatro. ¿Que es esto?
Y por último la tragedia de la cárcel de
San Miguel. En este tema me detengo.
1. Está claro que las cárceles son un
atropello a la dignidad de cualquier persona y no responden a su objetivo:
castigar y rehabilitar. El castigo que sufren los presos al vivir en ese
hacinamiento es mucho mayor que lo que la ley estipula. No porque estén más
años en presidio, sino por las condiciones en que viven. Y si de rehabilitación
se trata, las condiciones en que viven generan enormes resentimientos que
terminan más delincuentes que antes. Esta tragedia debe ayudarnos como sociedad
a hacernos cargos de este problema.
2. En cuanto a la delincuencia y el daño que
provocan los delincuentes a gente honesta, creo que hay que enfrentarlos
de un modo distinto al modo que se esta haciendo.
Los chilenos no nos dividimos entre
ciudadanos honestos y delincuentes. Algo de eso muestra el dicho: la cárcel
es la casa del jabonero, el que no cae resbala.
Somos todos victimas de una sociedad que
genera desigualdad, resentimiento, odiosidad, mezquindad, individualismo. La
sociedad esta enferma. Hay delincuentes de cuello y corbata y gente marginal
del bienestar que vivimos. La pobreza y extrema pobreza genera delincuentes.
Basta con preguntarnos por el destino de un niño que nace sin padres que respondan por el, que
presenta problemas para leer y escribir y tiene problemas de comportamiento.
Una sociedad centrada solo en la
producción y el consumo nos hace daño. Nos obliga a trabajar más de la cuenta
paga tener los recursos para sacar adelante a nuestras familias. Nos
obliga a pagar un precio muy alto: abandonar a la familia. Estamos sometidos
permanentemente al engaño de los medios de comunicación, que nos muestran
un mundo de fantasía, la felicidad del consumo. Fantasía inalcanzable porque no
tenemos ingresos para consumir lo que se supone nos haría feliz. Y si logramos
consumir nos damos cuenta que no hay tal felicidad en los bienes materiales o
gustos que podamos darnos.
Desde hace años decimos mano dura a la
delincuencia. Los castigos ejemplares harán que los delincuentes dejen de
delinquir. Falso, la delincuencia es mayor. La sensación de inseguridad es
mayor. Vivimos en el engaño. La sociedad productiva y consumista nos hace
defender lo poco que tenemos, nos hace ver en el otro un delincuente. No vemos
más allá de nuestros intereses.
Tanto el asaltante como el asaltado es víctima de una
sociedad enferma. El joven trabajador asaltado y muerto, antes de ser víctima
del delincuente, es víctima de la sociedad, que lo obliga a vivir estresado
distante de su familia y sus afectos, para lograr un mínimo de bienestar
material. El asaltante que quito la vida a ese esforzado jefe de
familia y disciplinado trabajador, aunque nos cueste aceptarlo, es víctima de
esta sociedad. El delincuente no es una persona que decide delinquir de la
noche a la mañana. Se forma desde niño por la exclusión. La mayoría de los actuales delincuentes no han tenido
una familia que responda por ellos; en la escuela han sido “niños problemas” y
lo mismo en sus barrios. Un niño nunca es problema, la falta de buenas
costumbres; de adaptación; de rendimiento obedecen a una causa, que se debe
atender debidamente, con políticas publicas y atención profesional. Nuestro
Chile no les dio a su tiempo lo que necesitaba para ser formado como una
persona de bien. Un numero importan de internos son hijos de padres que no han
respondido por ellos. Son hijos de familias mal constituidas o que cuando
niños fueron rebeldes, no rendían en sus estudios, fueron un problema para el
sistema escolar que no supo atender sus necesidades.
3. La sociedad enferma en que vivimos
necesita enfrentar los problemas que tenemos de otra manera, miles de niños y
niñas están destinados a delinquir, son inadaptados al sistema desde muy
pequeños, lo he comprobado personalmente. Es tremendo darse cuenta de esto. El
pobre es segregado, abandonado en las grandes poblaciones y también en el campo. ¿Un niño problema o con un hogar mal constituido qué posibilidades tiene
de desarrollar bien? ¿Que respuesta tiene esta sociedad o los ciudadanos
trabajadores, honestos y responsables de su familia, para estos miles de
niños, víctimas inocentes de esta sociedad discriminatoria?
Necesitamos una sociedad profundamente
humanitaria, no solo esta sociedad que solidariza ante una tragedia. Ya es
bueno sentir indignación por el ser humano preso. Habla bien de lo que hay en
nuestro corazón. Vemos en ese preso un ser humano que cumple un castigo por sus
delitos. Pero es un ser humano, por esto se solidariza.
Una sociedad centrada en producir y
consumir, que divide a los chilenos en ciudadanos respetables y
delincuentes, nos tiene así como estamos. Es necesario mirar la realidad de
otra manera. la navidad nos puede ayudar a esto. Hay que buscar, anhelar un
Chile diferente. Recursos económicos hay. Este país productivo los genera con
mucho esfuerzo desde el sencillo trabajador, al empresario del campo y la
ciudad, los generan también las empresas del estado. ¿Que estamos haciendo con
esos recursos para que el alma de Chile crezca para ser más humanos,
solidarios, para mejorarnos de la enfermedades sociales que tenemos?. La
respuesta hay que buscarla en el plano personal, familiar, en los grupos que
participamos. También hay que buscarla a nivel de la sociedad, de las políticas
de Estado.
¿Que estamos haciendo para que los niños
con hogares mal constituidos o sin esos hogares se desarrollen sanamente? Hay
políticas de gobierno destinadas a atender a estos niños, pero claramente son
insuficientes. Porque son insuficientes tenemos: niños trabajadores, niños con
trabajos aberrantes (prostitución); niños en situación de calle; niños en
deserción escolar; niños delincuentes; niños privados de libertad por
delinquir. Ninguno de ellos tiene una familia capaz de responder a sus
necesidades de niño. Si las tuviera estarían con los apoyos que se requiere
para que se desarrollen bien. Hace falta en Chile asumir como sociedad a estos
niños. Hay instituciones que brindan estos apoyos, pero son pocas, no dan
abasto.Por cierto hay que mejorar el sistema
carcelario. La pena es privar de libertad y no someter a una vida inhumana al
que delinque. Las experiencias humanas hacen que seamos más humanos. La vida
aberrante contribuye mucho a que se siga en la delincuencia.
Sin embargo los invito a mirar al origen
del problema que lo resumo en dos puntos: Un Chile enfermo de producción y
consumo; un Chile que abandona a niños que nacen sin hogares o con hogares que
no tienen las capacidades para responder por ellos. Algo importante tiene que
cambiar en nuestra vida en nuestro Chile, para que las cosas sean diferentes.
Bueno, les pido disculpas por esta carta
que toca realidades dolorosas. La causa de estas reflexiones es la “encarnación
de Dios”. “Dios que se hace frágil y niño para salvarnos”. Jesús nace pobre,
para ayudarnos a mirar la realidad de los pobres y solidarizar con ellos así
como la hace Dios.
La navidad hermosa sin problemas no
necesita de Cristo. Nuestra navidad real si necesita de Cristo. Navidad tiene
mucho de nostalgia de felicidad, de comunión. El niño Jesús despierta anhelos
profundos. Hay mucho dolor y sufrimiento a nuestro alrededor, Navidad significa
acogerlos, porque allí viene escondida la buena noticia.
Feliz Navidad.
Mario ss cc
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